sábado, 28 de noviembre de 2009

Del vuelo de Evans a la despreocupación de Fignon

En más de una ocasión me he referido a la suerte que tienen en otros países, incluso con menos tradición que en España, a la hora de ver editados numerosos libros sobre ciclismo y ciclistas. Aquí, sobre nuestros ídolos contemporáneos, solamente se puede encontrar algo referido a Miguel Indurain, Perico Delgado, Joane Somarriba y poco más. Pronto leeremos algo sobre Contador –seguro-, pero echamos en falta publicaciones sobre ciclistas tan atractivos –desde el punto de vista deportivo o humano- como Oscar Freire, José Antonio Hermida o Joan Llaneras. Y no es porque no tengamos ‘plumas’ dispuestas.

En Australia, por ejemplo, encontré hace ya varios años un sugerente ‘Aussie, aussie, aussie. Australian cyclists in 100 years of the Tour of France’. Supongo que no sería un ‘best seller’, pero es lo suficientemente significativo sobre los temas que despiertan el interés de los lectores y las editoriales. Y este ambiente es lo que permite que 'Close to Flying' -Cerca de Volar-, la autobiografía de Cadel Evans, esté batiendo records de ventas y acercando a los aficionados ‘aussies’ la figura del campeón más gris de los últimos tiempos, a pesar de sus podios en el Tour. Su carácter reservado le alejaba de esa popularidad que se le exige cada vez más a los grandes campeones, pero ahora, gracias a su triunfo en el Mundial de Mendrisio, aderezado con una hábil política de relaciones públicas, es el octavo deportista australiano más popular –pese a no residir allí y ser Australia el país más deportista del mundo- y muchos recién nacidos se llaman Cadel o Evans en su honor. Y también hemos descubierto muchas facetas interesantes de su vida… de las que sabréis más si leéis el libro.

Teniendo en cuenta que el ‘arco iris’ ya ha anunciado que empezará el 2010 en el ‘Down Under’ y que el Mundial tendrá lugar en Melbourne, la explosión del ciclismo de carretera en Australia va a ser espectacular.

Francia, por otro lado, es un auténtico paraíso para los bibliófilos. No tanto como Italia o Bélgica, donde impresiona ver los escaparates de las librerías completamente repletas de decenas de libros distintos de ciclismo cuando hay un evento de alto nivel, como un Mundial. Pero en cualquier tienda la oferta es infinitamente mayor que en España.

Y el protagonista del segundo libro es bastante más conocido –y desde luego, más vilipendiado- que Evans: Laurent Fignon. El parisino, en una lucha desigual contra un cáncer de páncreas que posiblemente haya contribuido a incrementar su ya habitual e incluso excesiva sinceridad, ha escrito también su autobiografía, con el sugerente título de ‘Nous étions jeunes et insouciants’, Éramos jóvenes y despreocupados.

Se habló mucho, cuando se supo que lo estaba escribiendo, de que iba a ser una denuncia del dopaje en su época. No va por ahí, aunque no rehuya el tema más controvertido del ciclismo actual. Lo mejor de este libro, aparte de su dinamismo narrativo, y la enésima confirmación de su carácter ácido pero honrado, es la teoría que su generación fue la última en la que los ciclistas eran ciclistas, “locos, pero dignos”. Al contrario que a Evans, este libro no le va a hacer más popular, pero también va a ser fundamental para valorar al parisino en su justa medida.

Ninguno de los dos ha llegado a España y, desgraciadamente, posiblemente nunca lo harán traducidos. No obstante, este mundo cada vez más globalizado nos da la ventaja de poderlos adquirir fácilmente por Internet. ¿Os animáis como yo?

jueves, 19 de noviembre de 2009

Cinco años pedaleando a la velocidad de las mariposas

Si escribimos Alvaro Neil –al varonil, como el mismo pronuncia-, posiblemente muchos no sepáis a quienes nos referimos. Pero si hablamos del Biciclown, quien más quien menos conocerá las andanzas de este payaso solidario y aventurero que justo un día como hoy, hace cinco años, iniciaba su proyecto Miles of Smiles Around the World, dejando su cómoda silla en una notaría para recorrer el mundo a lomos de su bicicleta –mejor dicho, sus bicicletas pues lleva ‘gastadas’ tres- con un presupuesto diario de apenas 5 euros, ofreciendo sus espectáculos para asambrar y hacer reir a los más humildes.

Actualmente se encuentra en Indonesia, después de haber recorrido casi 70.000 kilómetros sobre pistas, caminos y carreteras de más de 50 países, durmiendo en los lugares más insospechados, incluso bajo las estrellas, cuando no ha existido otra posibilidad. Sus andanzas se han recogido en dos libros que os recomiendo a todos los que os guste vivir con mayúsculas: ‘Kilómetros de sonrisas’ y ‘África con un par’, aparte de un tercer ejemplar, fundamentalmente de imágenes, ‘Diario fotográfico de un payaso en África’.

Para festejar esta efemérides, se ha editado otro recopilatorio de su periplo aventurero, pero esta vez se trata de un documental, que ya se puede adquirir en DVD, con el sugerente nombre de ‘A la velocidad de las mariposas’. Pero si no queréis o podéis comprarlo, aquí tenéis un enlace interesante sobre el mismo: http://www.biciclowneldocumental.com/.

Con 42 años, aún se siente fuerte física y psíquicamente para continuar hasta el 2014 con una aventura que le ha llevado a estar siete veces ante las puertas de la muerte, aunque precisamente todo ello le ha dado más fuerzas para seguir adelante.
Feliz cumpleaños.

martes, 17 de noviembre de 2009

Cancellara quiere ‘recuperar’ el récord de la hora

Las recientes declaraciones del mejor contrarrelojista actual, Fabrian Cancellara, en el sentido de que “tarde o temprano” tendrá que afrontar el récord de la hora, han contribuido a despertar el interés por una de las especialidades ciclistas que tradicionalmente han tenido más gancho para los aficionados, pero que había caído lamentablemente en el olvido en los últimos años. Es, además, una de las más antiguas, más que el propio Tour de Francia, prueba con la que mantiene una curiosa vinculación: el primer recordman de la hora, en 1893 –diez años antes de la creación del Tour- fue Henir Desgrange, el inventor de la ronda gala, con 35,325.

Las características de esta prueba son tan sencillas –recorrer la mayor distancia posible en una hora, dentro de un velódromo- como exigente su realización, por el gran esfuerzo que necesita, por lo que siempre ha sido una prueba destinada a los grandes del ciclismo mundial, y no exenta de anécdotas. Fausto Coppi, por ejemplo, batió el récord (45,798) en el velódromo milanés de Vigarello, bajo las bombas en la II Guerra Mundial, mientras que Jacques Anquetil lo hizo por dos veces: la primera cuando era un prometedor ciclista, pero semidesconocido; la segunda, en el final de su carrera… aunque no fue homologada ya que se negó a pasar el entonces incipiente control antidopaje. Por su parte, Eddy Merckx llevó la marca hasta los 49,431, en una intentona realizada en México, aprovechando el beneficio de la altitud, pero sin ninguna preparación especial y tras una larga y agotadora campaña. ¿Cuánto hubiera valido esa plusmarca de haberse preparado en condiciones? Seguro que algún kilómetro más y ¡a lo mejor seguía vigente!

En los 80 y 90, el récord vivió una vertiginosa popularidad, pero no sólo por las prestaciones físicas de los ‘outsiders’, sino sobre todo por la tecnología usada al servicio de los mismos. Fue gracias a Francesco Moser, que descubrió las lenticulares y buscó la mejor aerodinámica, que el record llegó a 51,141. Pero sobre todo el gran dinamizador fue Graeme Obree, el excéntrico ‘The Flying Scotsman’ –por cierto hay una película con este título que trata de su historia y que os recomiendo veáis-, que inventó dos extrañas posturas para un mejor rendimiento: la incomodísima del ‘huevo’ –sobre la inolvidable ‘Old Faithful’, el extraño artefacto que se construyó al efecto-, y la no menos confortable de ‘superman’, para llegar hasta los 52,713.



El británico Chris Boardman se convirtió en su gran rival, en un ‘pique’ que alentaron los medios, quienes también agradecieron que Miguel Indurain y Toni Rominger se sumaran a la batalla, que terminaría cuando Boardman recorrió 56,375 kilómetros, casi siete más que la marca de Merckx, la última realizada con una bicicleta convencional. La UCI se hartó de esta primacía de la máquina sobre el hombre y anuló todas estas actuaciones, recuperando esos 49,431 como plusmarca a batir. Menos mal que el británico no dio por buena la decisión y en octubre de 2000, en plenos Mundiales de pista de Manchester, superaba la viaja marca, aunque sólo por diez míseros metros: 49,441.

Tuve la suerte de estar entre los espectadores de aquella hazaña, ya que, como me dijo Joan Llaneras, ir a casi cincuenta por hora en una pista con una bicicleta de puntos –que así son las que se tienen que usar, sin cuadros aerodinámicos, acoples, ruedas especiales o cascos de crono- es una auténtica hazaña.

Quizá por ello, el récord de la hora cayó en el olvido. Y el hecho de que un desconocido ciclista checo de nombre Ondrej Sosenka lo llevase a 49,700 en 2005 no contribuyó a recuperarlo del olvido, más bien al contrario. Algo que sí puede conseguir –ahora o dentro de algún tiempo- Fabian Cancellara, aunque los 51,580 kilómetros por hora de media que logró en el Mundial de Mendrisio no sean en ningún caso extrapolables a un velódromo.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Una bonita anécdota que ya no podremos contar

Posiblemente todos hayamos oído cientos de veces la historia del padre de Luis León Sánchez, y del no menos famoso Pedro León, el hermano futbolero, aunque para muchos la prioridad está invertida, cosas del deporte rey. Esa anécdota que nos decía el padre –también Pedro, y León, como todos en esa familia- comenzó a montar para recuperar la fuerza en su pierna izquierda cuando estaba destinado –era guardia civil- en el País Vasco, tras haber sufrido un atentado por parte de ETA. Y que esa afición y ese coraje se lo transmitió a sus hijos, entre ellos a Luisle.

La leyenda ha quedado desmentida y desmontada, al menos para mí, desconocedor de la verdad hasta hoy, cuando he leído la verdadera historia en Otraspelotas, donde nos cuentan que no fue ni un atentado, ni siquiera una acción de ETA. Y es que una mentira repetida mil veces pasa a ser una verdad. O aquella máxima que aprendimos en la facultad: No dejes que la verdad te estropee una bonita historia.

"Éramos una patrulla de nueve guardias con un cabo. Nos habían mandado a cubrir el paso de un alto cargo por la autovía Bilbao-Irún a la altura del peaje de Zarauz (Guipúzcoa). Tomamos el paso y yo protegía uno de los carriles. Un coche venía de frente y no deceleraba. Me embistió y pude echarme al suelo, pero me destrozó la pierna", rememora Pedro León. El peligroso pistolero que atentó contra él era un conductor epiléptico que sufrió un ataque justo al acercarse al peaje y se estrelló cientos de metros después.

No deja de ser curioso que el afectado no haya desmentido jamás la historia “porque no me lo preguntó nadie”, aunque en la web oficiosa del Getafe, sí lo corrobora su hijo futbolista. Pero más extraño aún es que en http://www.luisleonsanchez.net/, la página oficial del ciclista murciano, aparezca la falsa historia tal cual siempre nos la hemos creído.

¡Y luego dicen que los ciclistas somos unos mentirosos!

martes, 10 de noviembre de 2009

¿Controles? Tenemos lo que nos merecemos

Antonio Alix, uno de los periodistas que mejor conoce el ciclismo desde dentro, escribe hoy en la Voz de Galicia el siguiente artículo de opinión sobre el control antidopaje realizado a Oscar Pereiro cuando estaba en un bar:

“El control a Pereiro ha provocado exaltadas declaraciones contra el sistema antidopaje y contra los encargados de hacerlo. Y a su vez solidaridad con los ciclistas y comparaciones con los controles que se hacen en otros deportes. Unas comparaciones que caen por su propio peso: los controles los hace la UCI, no el COI o el CSD. Si un organismo suprafederativo los hiciese solo a ciclistas yo sería el primero en indignarme, pero si lo hace su federación no hay protesta posible, todos los ciclistas lo saben, está en sus contratos. Quien quiere estudiar Arquitectura no tiene por qué protestar de que para Derecho se pida menos nota de acceso; o quien quiera ser piloto de avión diga que para conducir un autobús las pruebas sean más fáciles.

No creo que nadie me vaya a negar que los controles en competición no son suficientes: los ciclistas no solo se dopan ese día. Por eso se instauraron fuera de ella (algo que se hace en muchas más federaciones); pero se siguen dopando, quiero creer, eso sí, que cada vez menos, que el porcentaje actual de tramposos es pequeño. De manera tan sofisticada y calculando tan al detalle dosis y fechas que ha sido necesario llegar al sistema de seguimiento llamado Pasaporte Biológico y a tenerlos siempre localizados para el control, porque con medidas más suaves no se cerraba el grifo. La culpa es por tanto de quienes se dopan, no de quienes les controlan, de esos a despectivamente llamados vampiros a los que se pone como los malos de la película. Si hay que desnudarse es porque había quien trataba de engañar dando otra orina que se llevaba preparada en un preservativo; si hay que lavarse las manos y orinar delante del controlador es porque algunos echaban una sustancia en polvo que llevaban entre los dedos, la cual impedía que se detectase el producto prohibido. ¿Son culpables los controladores de eso? Estoy seguro que a ellos les gustaría confiar en el ciclista y dejarle orinar en solitario; o mejor, que ese ciclista llevase la muestra al laboratorio y así se evitarían largos viajes en busca de muestras. O lo ideal, que su trabajo desapareciese porque nadie hiciese trampas. Pero el mismo día que se dio publicidad al control a Óscar en el bar, se conoció el resultado positivo (muestra A, falta el contraanálisis) de Alberto Fernández de la Puebla, por EPO”.

Posteriormente dirige su disertación hacia aquellos que protestan contra estos controles, pero no contra “los tramposos, los que manchan al resto, los que provocan que se vayan los patrocinadores de equipos y carreras, los que hacen bajar las audiencias”. Tiene toda la razón, aunque a lo que quiero llegar es a algo distinto, a que han sido, son y serán –si siguen así- los propios ciclistas los causantes de que los controles antidopaje hayan sido, sean y serán de esta forma, tan ‘inhumana’ y que puede ir contra otros derechos fundamentales de la persona. Bien por obra –por los hechos del pasado y del presente, y esperemos que no del futuro, de nuestro deporte-, bien por omisión, por no haberse opuesto de forma clara a algunas prácticas respecto a la realización de los controles que, en otros deportes, efectivamente, han sido, son y serán intolerables.

Tenemos lo que nos merecemos: obviamos las leyes pero no sus consecuencias.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Fallece el ciclista implicado en el accidente mortal de Isaac Gálvez

Esta mañana he pasado por alto un escueto y aséptico titular en biciciclismo: ‘Fallece Dimitri de Fauw’. Realmente no me he parado a pensar si era un ciclista en activo o un ex corredor y mucho menos en la causa de su muerte. Tan sólo cuando el más escandaloso 'Se suicida el ciclista con el que chocó Isaac Gálvez' de El Mundo se ha cruzado ante mis ojos, he comprendido la magnitud de esta tragedia humana.

La muerte de Gálvez en los Seis Días de Gante, va a hacer ahora a final de mes tres años, fue una de esas desgracias de esas que, probabilísticamente hablando, son casi imposible que sucedan. Pero en el caso del ciclista catalán sucedió. Un choque fortuito con otro corredor provocando su caída. Lo habitual es que se lance hacia el interior de la pista. Pero en esta ocasión salió despedido hacia el exterior y colisionó contra la balaustrada con tan mala suerte de causarle una hemorragia interna mortal de necesidad.

Y aunque se recordó que era el primer ciclista muerto en una pista en años, se escribieron muchas tonterías por parte de gente que, posiblemente, no haya pisado en su vida un velódromo y que creen que esto es igual que los circuitos de Fórmula 1: que si escapatorias, que sin zonas muertas, que si barreras de protección… Lo dicho: un caso entre un millón, que llevaba el nombre en negro de Isaac.

Tampoco tuvo nada que ver el infortunado De Fauw en esto. Fue un lance de la carrera. Pero en este caso, el nombre del ciclista belga quedó asociado al fallecimiento. Y todo esto minó su salud mental, con periódicas depresiones desde entonces, a pesar de que siguió compitiendo en los velódromos, como estuvo haciendo la semana pasada en Grenoble.

Nada hacía pensar este luctuoso desenlace, aunque en su dramática lucha interna, haya finalmente optado por la muerte como compañera de su próxima americana. Descanse en paz.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sir Christopher Andrew Hoy vuelve por sus fueros

Sir Christopher Andrew –para amigos y rivales simplemente Chris- Hoy ha vuelto por sus fueros. El mejor velocista de la historia, el hombre que se llevó el increíble botín de tres medallas de oro en los Juegos de Pekín, ha conseguido este fin de semana en Manchester, en la primera manga de la Copa del Mundo de pista 2009-2010, idéntico resultado, con el triunfo en keirin, velocidad y velocidad por equipos, un oro por cada uno de los tres días de competición.

Con ello ha tapado la boca a muchos escépticos que hablaban de que estaba terminado, que la resaca del éxito olímpico había acabado con él. Bien es cierto que se emborrachó –quizás más de celebraciones que de gloria- con el histórico triplete que le llevó a la nobleza. Pero el bajón la temporada pasada parece completamente remontado, pese a que siempre nos quedará la duda de qué hubiera hecho en el Mundial de Pruszkow, el pasado mes de marzo, de no haber sido por su inoportuna lesión.

El escocés es un caso atípico al que la mala fortuna –en forma de eliminación del kilómetro del programa olímpico, la prueba en la que siempre había brillado- le ha permitido entrar en la leyenda. Campeón mundial de esta disciplina en 2002, 2004 y 2006, así como en Atenas 2004, tuvo que reconvertirse de ‘kilometrista’ a competir en velocidad y keirin si quería volver a triunfar en una Olimpiada. Y desde luego lo hizo de forma realmente afortunada, ya que junto al triplete olímpico logró dos oros, en estas dos nuevas disciplinas, en los Mundiales de 2008, tras haber ganado el keirin en Palma de Mallorca un año antes.

El hombre que quiso ser ciclista tras ver la celebérrima ‘ET, el extraterrestre’ y que llegó a los velódromos desde el BMX cuando era un quinceañero tiene una interesante historia, que podemos leer en el libro de Richard Moore, “Heroes, Villains & Velodromes” o en su recientemente publicada autobiografía (*). Pero lo más importante es que tiene presente, y que podremos seguir disfrutando de su descomunal potencia durante algún tiempo, y que tiene futuro, en la herencia que deja a sus jóvenes pupilos como Matthew Crapton, David Daniell o Jason Kenny. Y es que Gran Bretaña copó el podio en velocidad y en velocidad olímpica. ¡Que envidia!

(*) Por cierto, también da verdadera envidia que los mejores corredores del Reino Unido como Bradley Wiggins, Mark Cavendish o el propio Chris Hoy tengan editadas sus biografías, cuando aquí en España ningún ciclista tenga interés editorial.