martes, 11 de mayo de 2010

Una guinda amarilla en una Copa bien servida

Levantando los brazos y vestido de líder. Así es como les gusta ganar a la mayoría de los ciclistas, aunque no es fácil. Pero así lo hizo el domingo Raúl Alarcón en la Cursa del Llobregat, la décima y última prueba de la otrora llamada Copa de España élite y sub-23 y ahora rebautizada, en su duodécima edición, como Copa de España de ciclismo en ruta.

Me confesaba el ciclista alicantino que es con esa ambición como le gusta correr, atacando desde lejos. Y que si no lo había podido hacer en esta Copa era porque tenía que defender el liderato, es decir ser más conservador. Tiene toda la razón pero no deja de ser una lástima que nos hayamos perdido las maneras combativas de un ciclista que encandiló a Matxin hasta ser su ‘ojito derecho’, aunque circunstancias de la vida le relegaron de nuevo al campo amateur. En estos tres meses ha demostrado que puede volver a la élite, que merece volver. Claro que en su misma situación hay más de una docena de ciclistas. Y otros que muchos olvidan que no se debe regresar por encima de todo: por lo menos, con un mínimo de dignidad deportiva y económica.

También subió al podio en Sant Boi Víctor Cabedo como mejor sub-23, que tuvo su momento de gloria en esta Copa al ganar brillantemente el Valenciaga, la prueba reina de la categoría. Tanto él como su compañero Ramón Domene, también protagonista de esta edición, son dos ciclistas a tener muy en cuenta; el castellonense por su meticulosidad y su clase; el alicantino por su genialidad y su chispa. Y ambos dirigidos por un Xabier Artetxe cuyo proyecto en Seguros Bilbao es uno de los más serios del campo aficionado, y cuyos frutos se han visto con una excelente ‘camada’ de corredores ya profesionales como Beñat Intxausti, Johnatan Castroviejo o los hermanos Izaguirre. Y no serán los últimos, desde luego.

Otro proyecto interesante es el de CIDI, a tenor de lo que significan sus siglas Ciclismo, Investigación, Desarrollo e Innovación, pero sobre todo por la combatividad mostrada como colectivo en la presente edición, que le ha llevado a ganar la clasificación por equipos –estando entre los tres mejores equipos en nueve de las diez carreras- en su primer año de existencia… aunque en este caso la situación económica pende como una espada de Damocles sobre su futuro.

Son los laureados de la presente edición, aunque se pueden y deben señalar algunos más como protagonistas de esta edición, como el del argentino Daniel Díaz, que confirmó su alternativa usando un símil taurino en Aitzondo, o el neozelandés Michael Torckler, también en campeón en Torredonjimeno, o el de un Eduard Prades que fue de más a menos pero que también merece una oportunidad entre los pro.

Así terminaba la Copa de España, el acertado proyecto gestado ya hace más de una década por Josep Bochaca, hoy en día convertido en el mayor referente del calendario nacional aficionado, aunque desgraciadamente no sea ya el trampolín para la máxima categoría, como tampoco lo es ninguna otra prueba, ni quiera el Valenciaga: ahora cuentan más las referencias o las preferencias, por no hablar de las ‘nacionalidades’. Llegada la paz entre organizadores y equipos, un proyecto que mueve más de 300.000 euros quizá necesite mayor atención como reclaman los organizadores, y aunque la tarea no es fácil en la actual situación, el reto está lanzado.

Foto: Iván Vega.

2 comentarios:

  1. Ciertamente, la Copa de España es ahora mismo imprescindible. Más o menos garantiza la supervivencia de una decena de pruebas de prestigio y da una referencia a los aficionados de quién es quién en aficionados.
    Respecto de CIDi, cuando yo les hice el reportaje confiaban en su viabilidad económica. ¿Ha habido algún cambio?

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  2. No conozco eso de CIDI, pero desde luego Artetxe está a años luz por encima

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