martes, 28 de septiembre de 2010

De la noche sevillana al día de Geelong, pensando en Río de Janeiro

Todavía sigo asombrado por el éxito que supuso la contrarreloj nocturna que abrió la Vuelta en Sevilla, hace algo más de un mes. Una experiencia que ojalá se repita en la ronda española… pero que estoy seguro de que sería imposible que triunfase en las antípodas, en Geelong, sede desde mañana de los Mundiales de Melbourne.

Y no sería sólo por el frío, ya que refresca bastante en cuanto el sol se oculta –a eso de las seis y media de la tarde-, sino porque los habitantes de esta ciudad tienen otra mentalidad y en cuanto cierran tiendas y comercios, entre las cinco y las seis de la tarde, no se ve un alma por las calles: solamente algunos deportistas haciendo jogging, gente con bolsas de deporte yendo, o quizá volviendo ya, del gimnasio. E incluso alguna persona solitaria –con pintas bastante diferentes- con otro tipo de bolsas, en este caso de cartón o papel marrón cuyo contenido no vemos pero imaginamos tras contemplar muchas películas norteamericanas. Y es que en muchos sentidos Geelong es perfectamente equiparable a muchas ciudades estándar de Estados Unidos. Y poco o nada tiene que ver con la cercana –solo geográficamente hablando- Melbourne.

Eso si, muchísima amabilidad –sin ser zalameros o pegajosos- de los habitantes de esta ciudad, sabiendo que es una ocasión irrepetible, como dicen en el periódico oficial, ‘Once in a Lifetime’, una vez en la vida. Eso sí, su alto grado de civismo no les permite entender por qué los ciclistas entrenando se saltan los semáforos. A los conductores les molesta sobremanera y manifiestan a bocinazos su irritación, pero más aún al jefe de la policía local que ha advertido que no habrá excepciones en el cumplimiento de las leyes viales.

Y siguiendo con la exclusividad de este evento, debida a la lejanía, parece que va a ser cada vez menos infrecuente, ya que Pat MCQuaid ha comunicado la intención de sacar el Mundial de Europa cada cinco años. Y junto a la más que probable candidatura canadiense, se señala –de forma muy oficiosa aún y en voz baja, no sé hagan aún ilusiones- la posibilidad de que Río de Janeiro también quiera optar al Mundial de 2014, como test de cara a los Juegos Olímpicos, dos años más tarde. En esta ubicación, pienso que tampoco sería conveniente una prueba nocturna, pero por otras razones. China, de la mano de Hein Verbruggen, también sopesa postularse a organizar este evento.

La decisión no se tomará hasta dentro de un año. De momento, la incógnita más próxima a resolver –dentro de apenas 24 horas- es la de 2013, cuando la UCI anuncie la sede del evento al que, aparte de Ponferrada, optan Génova, Florencia y Hooglede-Gits. Hay quienes señalan a la candidatura berciana como la gran favorita, pero creo que no hay apuestas oficiales sobre ello.

Por lo demás, mañana empieza el Mundial de Melbourne, aquí en Geelong, con una prueba sub-23 en la que veremos a las grandes promesas del futuro, desde Taylor Phinney –el neo del millón de dólares- hasta Alex Dowsett, Tom Dumoulin o Marcel Kittel, sin olvidarnos de un Jesús Herrada que tiene bastante más cartel fuera de nuestras fronteras que dentro de ellas, y naturalmente el todavía ‘xacobeo’ Nelson Oliveira, el último en salir. Esperemos que los ‘Geelongites’ salgan de sus casas y se vuelquen con el evento… y con el tráfico cerrado permitan ya las excepciones a los ciclistas.

sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Por qué lo llamamos Melbourne cuando queremos decir Geelong?

Casi sin darse cuenta, uno lleva tres días fuera de casa, dos perdidos en el espacio, sin saber muy bien cómo, para cubrir los 17.000 kilómetros que separan Madrid de Melbourne; el tercero, de adaptación a esta nueva geografía, aunque a decir verdad el jet-lag me ha respetado –ojo con lo que digo, que hay veces que no aparece hasta el segundo o tercer día- y mis hábitos son bastante similares a los de días anteriores al ‘gran salto’.


Geelong es la segunda ciudad en número de habitantes –unos 170.000- del estado de Victoria, situada a algo menos de 80 kilómetros de la capital, Melbourne, con la que mantiene el lógico ‘pique’ entre vecinos. Por ello, aún no puedo comprender por qué a este Mundial se le denomina Melbourne 2010, cuando todas y cada una de las pruebas transcurren en Geelong, con la única excepción de la salida de los pros con la que finalizará este evento, el domingo 3 de octubre. Espero enterarme pronto de por qué Geelong se conforma con aparecer como 'Host City'. Por el contrario, mi segunda gran duda referida al cambio horario australiano- ya se ha resuelto: será la madrugada del sábado 2 al domingo 3 cuando se atrase la hora, con lo que la diferencia durante todo el Mundial de ocho horas pasará a nueve en la última sesión. Por lo demás, el ambiente no es aún muy ciclista, a pesar de los carteles de publicidad en todos y cada uno de los escaparates, eligiendo a los vigentes ‘arco iris’ Cadel Evans y Jack Bobridge, así como a la –para mi- semidesconocida Bridie O’Donell, actual campeona de Oceanía y victoriana de adopción. Faltan incluso por retirar algunas isletas en plena recta de llegada, que por cierto 'pica' bastante.

Volviendo con el proceso de adaptación, dar gracias nuevamente que no está siendo muy traumático, ahora refiriéndonos a los elementos climatológicos: de las postrimerías del verano español hemos pasado a un tiempo moderadamente invernal, con temperaturas aceptables –máximas de unos 16 grados-, aunque bajarán en par de días; ausencia de lluvias y viento, un elemento bastante frecuente en esta zona, de la que los lugareños dicen que puedes llegar a tener las cuatro estaciones en un mismo día. Eso sí, siempre es agradable tener el hotel a escasos cinco minutos de la línea de llegada: para terminar la carrera, ducharse en el hotel e ir al podio, como se comenta entre el seleccionado español, en el que reina el optimismo de cara a la gran carrera de los pros.

Sin embargo, nuestros nueve ciclistas pro –a falta de Samuel, que llega mañana por la noche- aún no han reconocido el circuito, cosa que si han hecho otros protagonistas que comienzan a desmontar con hechos irrefutables la teoría del Mundial al sprint. Si el propio Philippe Gilbert dice que es ‘tough’ –duro-, habrá que creerle. O más aún si sus compañeros de selección dicen que está cortada a su medida. E incluso cuando un observador imparcial como el fotógrafo Graham Watson tuitea así: Did a lap of the course today - brutal, and I was only in a car! Gilbert, Evans and Gerrans top my list, can't see sprinter on podium... Por si no queda claro traduzco: Di una vuelta y brutal. Y eso que iba solamente en coche. Gilbert, Evans y Gerrans encabezan mi lista. No puedo ver un sprinter en el podio. Mañana veremos que dicen Freire y compañía.

Y mientras tanto, hoy motivo para la celebración con el nacimiento de Regina, el tercer retoño de los González Arrieta-Somarriba, y primera ‘niña’, con lo cual está dicho todo. Champán tras la cena y como dijo Ramontxu en el brindis: “Esperamos que a partir del miércoles haya más”. Eso si, dudo que lo que venga lo celebremos con una de las paellas de Gerry. Por mucho que sea 'El chiringuito de la Roja'

jueves, 23 de septiembre de 2010

No hay dos sin tres: rumbo a Australia

Una vez me dijo un paracaidista que no era el primer salto el que más ‘acojonaba’, sino el segundo: en el ‘debut’ apenas eres consciente de nada, pero en el siguiente ya te das cuenta de todo, y eso te ‘marca’. Y el tercero es el que te sirve para quedarte definitivamente enganchado al salto… o aborrecerlo de por vida.

Con los viajes transoceánicos pasa un poco de lo mismo. De la primera vez que viajé a Australia –para acudir al Mundial de pista de Melbourne, en 2004- tengo pocos recuerdos: salimos para Londres un sábado a media tarde, hicimos escala en el soberbio aeropuerto de Singapur, ya el domingo a una hora indefinida, para llegar a la capital de Victoria el lunes de madrugada, intentando conciliar el horario físico y el mental. Por cierto, fue un Campeonato con numerosos éxitos españoles, destacando el oro de Sergi Escobar en la persecución.

Volví en 2006, pero con destino final Nueva Zelanda –esta vez era el Campeonato del Mundo de BTT y trial- y con unas condiciones bastante peores, que sin embargo no hicieron en mi la mella negativa que me hubiera desilusionado, más bien al contrario, aunque recuerdo todos y cada uno de los detalles de aquel trayecto. Fue pocos días después de una amenaza terrorista en Heathrow que obligó a viajar sin equipaje de mano, lo que afectó a los componentes de la primera expedición y el doctor Angel Gutiérrez aún anda pleiteando al perderle TODO el contenido de su maleta, incluso las gafas que no pudo llevar encima. Nosotros fuimos más afortunados por un par de días, aunque la estricta aplicación de pesos y volúmenes del equipaje de mano obligó a algunos a volver a facturar.

Al embarcar en Londres –sobre las nueve de la tarde del sábado-, es cuando te das cuenta que solamente puedes hablar con propiedad de haber montado en un avión cuando has sido pasajero de un gigantesco Boeing 747, cuando eres uno de sus más de 400 pasajeros; que el aeroplano en el que has llegado hasta la capital británica es un juguete que guarda muchas más similitudes con el cercanías o con cualquier autobús urbano o interurbano. Eso sí, me sorprendió que hubiera hasta cuatro vuelos programados para Australia en un intervalo de apenas dos horas, tres de ellos a Sydney, y dos incluso pasando por Bangkok, como nos tocó hacer esa vez.

Durante el vuelo, teníamos instrucciones exactas de cuando comer o dormir. A la hora de la verdad, sálvese quien pueda, con música, lectura, cabezadas más o menos prolongadas… y un aparato diabólico que me encanta, que me hipnotiza y que me trastorna. Es el flight path, un mapa a escala mundial en el que se señala en cada momento la posición del avión, las ciudades, tierras y mares que sobrevolamos. Y gracias a ello descubrí que países como Ucrania, la India o Birmania son bastante más extensos de lo que jamás habría podido imaginar viendo exclusivamente un atlas o un globo terráqueo. Claro que también la superficie de los mismos era proporcional al grado de cansancio que llevábamos: por ello ni cuento lo que supuso atravesar Australia, tras la escala tailandesa.

Tras pisar el aeropuerto de Sydney, un nuevo avión hacia Auckland -tres horas de vuelo que nos ratifican que Australia y Nueva Zelanda no están tan juntas como se presume en los mapas-, donde arribamos a mediodía del lunes. Pero aún no terminaba todo: recogida de equipajes, comprobación de bultos y bicis olvidadas o perdidas… y casi doscientos kilómetros por carretera, en pleno invierno austral, para llegar sobre las seis de la tarde, con la noche ya cerrada. No sé si es mejor contar las treinta y tantas horas reales de vuelo, o los dos días que invertimos en este traslado, sumando el bonus de la diferencia horaria. Al llegar a Rotorua, el intenso y característico olor a huevos podridos parecía más debido a la descomposición de nuestros propios cuerpos que a las aguas sulfurosas de geiseres y fumarolas que rodean esta estación termal.

Faltan pocas horas para el tercer viaje, esta vez sin escala en Londres, pero con cambio de avión nuevamente en Bangkok. Menos horas, pero entre unas cosas y otras dos días perdidos, ya que la llegada a Melbourne se producirá a última hora de la tarde del día siguiente a la partida. Ahora es la selección de carretera, ‘La Roja’, el motivo del viaje. Un traslado que, independientemente del cansancio, genera ilusión: la de que Oscar Freire se convierta en el primer corredor de la historia en conseguir el cuatro título profesional. El circuito, dicen, le va como anillo al dedo, y el cántabro sabe que es su penúltima oportunidad. Además, España se vino con el oro en los dos mundiales anteriores celebrados fuera de la Vieja Europa: en 1995, en Duitama (Colombia), con Abraham Olano, y en 2003, en Hamilton (Canadá), con Igor Astarloa. No hay dos sin tres también en esto, espero.

Foto: Federation Square, un curioso nombre para uno de los puntos céntricos de Melbourne y donde comenzará la prueba de profesionales el domingo 3 de octubre.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Peñafiel: el recuerdo de lo que fue y debe ser el ciclismo

Solamente he seguido ‘casi’ enteras dos Vueltas a España, las de 1991 y 1992. Y digo casi porque en la que ganó Melchor Mauri me tuve que retirar tres días a casa para recuperarme en tiempo record de un esguince de tobillo que me produje en el barco que nos llevaba de regreso a la península tras dos etapas en Mallorca… pero que me evitó tener que padecer la ola de frío que azotó –y redujo- las etapas pirenaicas de aquella edición.

Desde entonces, mi relación con la Vuelta ha sido mediante visitas ocasionales –de uno o dos días como mucho- en aquellos momentos en que informativamente se requería, normalmente relacionados con la selección nacional que competiría días después en el Mundial, aunque vinculando, si era posible, la estancia en alguna población que mereciera la pena.

Ayer fue un día de esos y acompañado de mi hijo Héctor y de mi amigo David me desplacé hasta Peñafiel para coordinar con el seleccionador algunos asuntos relativos al Mundial y que lógicamente no pertenecen al ámbito de este blog. Además, la visita me servía para conocer esta acogedora y turística localidad vallisoletana que jamás había visitado: pese a ello no pude visitar el Castillo roquero –demasiado inaccesible para mí-; ni fotografiar la original Plaza del Coso, ‘ocupada’ por el montaje del espectáculo de la Vuelta. Ni compre alguna botella de Ribera de Duero. Justo para tener tres excusas para volver pronto, posiblemente en otoño cuando la canícula no sea tan intensa como ayer.

Pero lo que verdaderamente me gustó fue cómo se volcó la población con este evento, cómo el ambiente festivo se vivía en las calles de la localidad, como antaño sucedía cuando llegaban ‘las carreras’ a cualquier localidad, confirmando mi teoría de que el ciclismo se vive con más intensidad en las pequeñas poblaciones que en las grandes capitales, donde muchas veces se viven los finales como un fastidio, por aquello de los problemas de tráfico. Había leído que en Peñafiel podía haber grandes retenciones al no existir una circunvalación, pero no pasó nada malo. Eso sí, las apocalípticas advertencias hicieron que algunos visitantes de la capital prefirieran quedarse en sus casas.

Me gustó ver la bicicleta que construyeron los escolares de Peñafiel como recuerdo del día; o las vitrinas de los bares con motivos y fotografías ciclistas, o los escaparates de las tiendas profusamente decorados, de entre los que me quedo con el que protagonizaron los Playmobil en su particular Vuelta a España y que merecería un premio por su simpatía. En definitiva, un día grande para Peñafiel y para el ciclismo, recuerdo del pasado, pero pensando en el futuro.

Eso sí, el final preferí verlo en un atestado bar que debió hacer su agosto en un solo día, ya que las imágenes de televisión dan bastante más información que la contemplación en directo, aunque sin el sonido de fondo, las referencias sobreimpresas en las imágenes nos confundieron más que nos ayudaron a entender lo que estaba pasando.

martes, 14 de septiembre de 2010

A rueda del ecologismo

por Rubèn Peris  (*)

Últimamente en el mundo del ciclismo está de actualidad un tema que yo ya hacia tiempo que reflexionaba. El planteamiento de la Unión Ciclista Internacional de impulsar la ecología a través de la bicicleta i explotar el lado más ecológico de este, nuestro vehículo, ha disparado los comentarios y las opiniones en este sentido. Yo, primero como aficionado de este gran deporte pero también como dirigente de una de sus pruebas, siempre me he preocupado en mayor o menor medida de este aspecto, fijándome en casos concretos o analizando problemáticas que se derivaran y buscando vías para solucionarlas.

En un deporte como el nuestro, ecológico por esencia, tenemos que ser modelos. No puede ser que inmersos como estamos en una época difícil y llena de contradicciones y ataques no explotemos y potenciemos uno de los aspectos que más a favor tenemos: la no contaminación de nuestro vehículo. La bicicleta se ha convertido en un elemento más, por no decir en uno de los más importantes, de nuestra sociedad: gente joven yendo arribo y abajo por los paseos de las ciudades, excursionistas que suben a las cimas más altas con la bicicleta al hombro, pero también ejecutivos con corbata i maletín que se desplazan hasta su oficina sobre dos ruedas.

Esta “globalización” de la bicicleta se ha producido debido a la serie de ventajas que supone frente a las características del coche, y siempre teniendo la contaminación y el calentamiento global como telón de fondo. Si somos modelos en ecología, seámoslo al 100%. Si la gente coge la bicicleta porque no contamina, que los profesionales del deporte den un buen ejemplo de cómo ser ecológicos totalmente, de la misma manera que para promover la utilización del casco se ha normativizado la obligatoriedad de su uso en las pruebas ciclistas profesionales.

Es por todo esto que consideraría más que oportuno la modificación de la conducta de algunos ciclistas que, estén escalando un puerto o rodando inmersos en el pelotón, lanzan los bidones en el primer lugar que encuentran, dejando tras el paso de la carrera un reguero de productos y de residuos que, unidos a los envoltorios de los productos de avituallamiento, ensucian tanto la zona por donde se ha pasado como el nombre del ciclismo. La numerosa presencia de aficionados deseos de ver pasar a estos héroes que escalan montañas imposibles y que corren a velocidades estratosféricas va unida al deseo de llevarse un recuerdo de estos deportistas y, en especial en la figura de los niños, estarían, y están, encantados de recibir uno de estos bidones que si no descansan en sus manos quedaran olvidados en un rincón al lado de la carretera.

Dada la dificultad de reutilización de estos bidones o la eliminación en carrera de los envoltorios de la comida, opino que no estaría de más cuidar la ya demasiada manchada imagen del ciclismo contentando al público con un pequeño obsequio que hará que tengan más ilusión y confianza en este deporte, por lo que respecta a los bidones. Por lo que respecta a los envoltorios, no supone ningún esfuerzo el hecho de guardarlos en un bolsillo del maillot para ser tirados en el sitio adecuado al finalizar la etapa. Si hacer felices a los aficionados no es suficiente para alguien, siempre puede pensar en no ensuciar una tierra donde vive gente y contribuir a no contaminar un Mundo cada vez más deteriorado. Seamos ejemplo en todos los aspectos del ciclismo, de manera que el uso deportivo pero también cotidiano de la bicicleta sea sinónimo de ecología, respeto y responsabilidad.

(*) Nota: Cuando comencé con este blog hace algo más de un año, uno de los objetivos que me marqué –y que fue demorando- fue dar entrada a todos aquellos que quisieran y tuvieran algo que aportar. Por fin arrancamos estas colaboraciones –si se las puede llamar así- con Rubén Peris, máximo responsable de la organización de la Volta a Catalunya, y uno de los ‘hombres fuertes’ del deporte catalán. Pero ante todo, un amigo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Igor Antón, otro más en una historia de líderes abandonando

Que Igor Antón sea el primer ciclista que abandona llevando ‘La Roja’ no deja de ser una anécdota que se recordará periódicamente, cuando otros ciclistas en su misma situación pasen por este amargo trance, por enfermedad, por lesión o incluso por no poder aguantar la presión de una carrera que devora incluso a sus hijos más ilustres. En definitiva, no deja de ser otra circunstancia más de este deporte, que conoce casi sin solución de continuidad los momentos más amargos junto a los más dulces.


En todo caso, hacía muchos años que la Vuelta no se quedaba sin líder en carrera. A pesar de que en 1999 Abraham Olano perdería el recién estrenado ‘oro’ por una fisura de costilla que había sufrido días atrás, en la ascensión al Angliru, el hoy director técnico de la Vuelta abandonaba justo el día después de que Jan Ulrich le arrebatara el maillot en Andorra, por lo que su caso no es el mismo. Por ello, debemos remontarnos hasta 1987, cuando Sean Kelly tuvo que dejar la carrera a tres días del final, a causa de unos forúnculos que llevaban martirizándole muchos días y que al final le derrotaron. En aquella edición el triunfo final fue para un Lucho Herrera que, para nada, fue un injusto vencedor. Y que, además, marco el hito de ser el primer –y hasta ahora único- ‘escarabajo’ que se ha impuesto en una de las ‘grandes’. Y al irlandés no le tocó esperar mucho para lograr el triunfo absoluto: lo conseguiría un año más tarde.

Mucho más dramatismo ha habido en el Tour de Francia, con abandonos ‘políticos’ –como los de Sylvere Maes en 1937 por la retirada del equipo belga o la de Fiorenzo Magni, en 1950, por el de la selección italiana-; ‘obligados’, como la expulsión de Michael Pollentier, por su intento de fraude en el control antidopaje tras conquistar su maillot amarillo en Alpe d’Huez, en la edición de 1978; dramáticos, como la caída de Luis Ocaña en aquella edición de 1971 cuyo destino final estaba escrito para Eddy Merckx; e incluso por etapas, las seis que duró Pascal Simon en 1983 sufriendo agónicamente con una fractura de omóplato, hasta que dijo basta y cedió el amarillo al debutante y futuro ganador Laurent Fignon.

En fin, de nada vale lamentarse, y como bien ha apuntado Igor Antón, lo importante es mirar hacia el futuro y esperar que el vasco tenga la misma suerte que Maes, Kelly y Ocaña y que pueda estar en disposición de tener como definitivo el próximo maillot que vista.

Y menos mal que no se ha recreado la guerra del ‘fair play’ que iniciaron Contador y Schleck en el pasado Tour de Francia, a pesar de que Vicenzo Nibali podría haber repetido el gesto de Merckx cuando renunció a vestirse de amarillo en 1991 tras la caída de Ocaña: “Tengo que pensar en los sponsors”. Asunto zanjado.

martes, 7 de septiembre de 2010

Una deuda con el trial español

Creo que es de justicia reparar el olvido que he tenido estos días de no dedicar ni una sola línea en este blog a la selección española que ha competido en el Mundial de Trial. Es cierto que he escrito sobre ellos todo lo que he podido –con las limitaciones que da la distancia- cumpliendo mis cometidos laborales. Y que, terminado el Campeonato, “tuiteé” los éxitos de nuestros pilotos en tierras canadienses para que se conocieran de una forma más amplia.

No me basta. Por ello voy a dedicar unos párrafos de homenaje a una selección que en otras disciplinas seria la envidia mundial, pero que por ser de trial pasa casi totalmente desapercibida. Quizás porque muchos puristas consideren que subirse en una bicicleta para superar obstáculos no es ciclismo: de hecho, es la única disciplina en la que no gana el más rápido, sino el más hábil, en forma de sumar el menor número posible de puntos de penalización. A todos ellos les animaría ver el esfuerzo físico que desarrollan en una competición, especialmente en una intensa final de una hora escasa. Otros piensan que, por ser una disciplina nacida en España, es un juego y que sumar medallas es una rutina. A estos, les rebatiría diciendo que cada vez hay más especialistas de países cada vez más numerosos y alejados. Finalmente, otros detractores podrían argumentar la escisión existente entre trial UCI y biketrial. Algún día me gustaría escribir más largo y tenido sobre ello; de momento solo comentaré que hoy por hoy la disciplina UCI es mucho más importante, pero que la división no beneficia a nadie y que “hablando se entiende la gente”.

Sólo me queda recordar, pues, el triunfo de España por naciones, el séptimo ‘arco iris en ocho años del navarro Benito Ros en la categoría élite 20” –hay dos disciplinas, según el tamaño de las ruedas-, secundado por el prometedor aragonés Abel Mustieles; el histórico doblete del junior vasco Ion Areitio en ambas modalidades; o el oro de la fémina Gemma Abant. Tan sólo se ‘pinchó’ en élite 26”, si se puede llamar así a un segundo y a un cuarto puesto de Ros y Mustieles.


Por todo ello, mi enhorabuena a todos los integrantes de la selección, mi más sincero reconocimiento a sus éxitos –aunque sea tarde-, mi deseo de que otros se acuerden también de ellos, y mi pregunta de por qué la UCI no adopta para el Mundial el exitoso programa que estableció en el Mundial de Val di Sole, es decir, programar las competiciones de trial a última hora de la tarde, y en zonas urbanas, tras las competiciones de BTT, en vez de simultanearlas. Sería un espaldarazo definitivo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Hermida ya es el rey del BTT mundial

No hace falta que reconozca mi admiración hacia José Antonio Hermida porque dicen que se me nota mucho cuando hablo o escribo sobre él. Y desde luego el grito que pegué en casa cuando su nombre fue el primero en aparecer en la clasificación en vivo que nos ofrecía Tissot –la única forma en la que pude seguir la prueba- así lo evidenciaba. Y es que a los 32 años recién cumplidos, el de Puigcerdá alcanzaba ese ‘arco iris que ya había tenido como junior (en 1996 en Cairns), como sub-23 (en el 2000 en Sierra Nevada) e incluso por partida triple en los relevos, de forma esperada en 1999 y 2000, pero de manera increíble en Livigno 2005, pero que se le resistía en la máxima categoría.

En estos diez años, factores deportivos y extradeportivos se habían conjugado para impedirle luchar por el título que le faltaba. Estuvo muy cerca en 2005, cuando subió al podio por el bronce. E incluso el año pasado, cuando terminaba a un paso del tercer cajón en Canberra, en un agónico final en el que cedió en el sprint ante Florian Vogel. Todos temíamos que pudiera ser un Zoetemelk del BTT, estrellándose primero ante Julien Absalon, el mejor ‘biker’ de todos los tiempos, y posteriormente con el suizo Nino Schurter, el que parece su heredero natural. Pero el viejo gallo todavía sigue sabroso, como tantas veces se ha comentado en Twitter, tras el recital de ayer.

El hecho de que cada uno de los integrantes de la selección volase por su cuenta hacia América para participar antes en la Copa del Mundo de Windham, me impidió hablar con él personalmente antes del Mundial y de esta forma tener alguna referencia sobre su estado físico y, sobre todo, mental antes de la gran cita del año. Pero sus allegados me avisaban de un Hermida supermotivado y el hecho de que marcara el mejor tiempo en el ‘team relay’ no debía caer en saco roto. Y así ha sido.

Pero tengo que reconocer que mi admiración no es nada original, si vemos la cantidad y calidad de los mensajes de felicitación recibidos por Hermida en Twitter tras su arco iris. Y es que ante nosotros tenemos uno de los deportistas más carismáticos de la historia del deporte español. Y no exagero. La lástima es que el BTT apenas tenga interés mediático, algo incomprensible que contrasta con que la práctica del mountain bike sea una de los hábitos deportivos más presentes en nuestro país. Si Jose fuese tenista –por no hablar de futbolista o baloncestista- no habría español que no le conociera. Incluso si fuera ciclista de carretera, Contador empequeñecería a su lado. Y no tendría nada que envidiarle a Armstrong, sinceramente. Y pese a los cantos de sirena que le llegaron a comienzos de la década para que cambiara de ‘burra’, apostó decididamente por el BTT y ahora ha llegado el gran fruto. ¡Enhorabuena por tu tesón y tu fe!

También ha sido un día redondo por otros pequeños detalles, sobre todo ese sexto puesto de Carlos Coloma –del que siempre recordaré la frase que decía en Rotorua sobre su disposición a ser el líder carismático del equipo español, cuando Hermida tuvo que ‘volar’-, al que por fin le ha salido el Mundial que necesitaba, tras varios años realmente grises, incluso muy negros. O ese décimo de Iván Alvarez, otro ‘biker’ minusvalorado por su emigración a Italia. Paradójicamente, han sido los tres delfines de Hermida de los últimos tiempos –Rubén Ruzafa, Iñaki Lejarreta y Sergio Mantecón- los que menos han brillado en Canadá, pero los tres pueden –y deben- estar en lo más alto en cualquier momento.

No me olvido de Marga Fullana, cuyo recuerdo de Canadá será muy distinto, en la temporada más aciaga de su carrera profesional. Obviamente los mejores tiempos de la mallorquina han pasado –la edad no perdona y la competencia es más fuerte que nunca-, pero estoy seguro de que aún te queda algún cartucho por disparar. ¡Apunta bien y a por todo!

Fotos proporcionadas por el servicio de prensa de Multivan-Merida, equipo de Hermida

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Canadá, el otro epicentro ciclista con el Mundial de BTT (y trial)

Aunque estemos en frente de la mejor Vuelta a España de los últimos tiempos, de una edición que debe suponer un punto de inflexión en la historia de la carrera si todo sigue por estos derroteros en las dos semanas y media que aún faltan, no debemos olvidarnos de que simultáneamente se están disputando otros acontecimientos ciclistas.

Por ejemplo, el Mundial de BTT (y trial) que empieza dentro de unas horas en Mont-Sainte Anne, en la Canadá francófona, justo al lado de esa maravilla histórica y cultural que es Quebec. En un deporte donde hay varias sedes que presumen de ser indiscutibles –y que además tienen razón-, caso de Houffalize o de Fort William, sin duda la estación invernal canadiense es la única que puede presumir de haber estado presente todos y cada uno de los años desde esa integración UCI del mountain bike en 1991 con un evento de talla mundial, bien sea con una manga de la Copa del Mundo, bien sea con los propios Mundiales, como sucedió en 1998 o ahora mismo.


El sub-23 José María Sánchez, será el primer español en intervenir, secundado por el junior Antonio Santos, la fémina Anna Villar y el élite José Antonio Hermida, en este ‘team relay’ que no podemos calificar como lotería, pero en el que tiene que salir todo perfecto para tener alguna opción de medalla, dada su intensidad. Sin embargo el día D será el próximo sábado con las pruebas élite femenina y masculina. En la primera de ellas, posiblemente estemos ante la última gran oportunidad de una Marga Fullana que quiere como en sus mejores tiempos, y que esperemos que pueda, como en 2008, sin ir más lejos, en un circuito que se sabe de memoria. En la segunda carrera, se presume un duelo entre Absalom y la potentísima escuadra suiza, con hasta cinco corredores capaces de subirse al podio, del que ojalá saque partido un Hermida que siempre está ahí, pero que aún tiene esa asignatura pendiente del oro mundialista. Y como el catalán decía con razón, España tiene el segundo bloque más potente del BTT mundial tras los helvéticos, y ojala lo confirmemos con algún puesto más –Lejarreta, Mantecón, Ruzafa…- en ese ansiado ‘top ten’.

Ausente Rafa Alvarez de Lara en las pruebas de 4X –su fractura en el Supercross de Madrid está causándole más “problemas” de los que debiera tener un ex campeón del mundo-, y con el descenso esperando tiempos mejores, el segundo foco de interés serán los pilotos de trial: y es que aunque muchos crean que es un deporte minoritario, incluso un juego de niños, habría que ver aunque fuera algunos minutos las evoluciones de los Benito Ros, Abel Mustieles y compañía para comprobar la grandeza de sus méritos que han llevado a España a ser la primera potencia mundial. Aunque tenga que ser por freecaster.tv, la diferencia horaria nos permite compatibilizarlo con las retransmisiones de La Vuelta.