viernes, 9 de septiembre de 2011

Eskerrik asko, Euskadi

Por fin la Vuelta ha llegado a Euskadi. Más que los 33 años de ausencia, han sido unas pocas horas por las carreteras vascas las que nos han hecho comprender lo que nos estábamos perdiendo en todos estos años de obcecación. Simplemente contemplar las imágenes por televisión de ese alto de El Vivero sembrado de aficionados, con una densidad propia de las grandes jornadas pirenaicas y alpinas del Tour de Francia, es algo que no se le debe de olvidar a nadie. Por lo menos a mi me costará.

No es momento de recordar las razones políticas de la ausencia de la ronda en estas tres décadas o de la presencia en este 2011. En el fondo, cuando la Vuelta visita cualquier otra ciudad o región –o país- lo hace siempre por motivos igualmente políticos, por esa promoción que los políticos desean hacer de sus municipios, de sus provincias, de sus Comunidades… aunque en el fondo no sea sino sus propias imágenes lo que desea ‘vender’. Ese deseo político, cuantificado económicamente por Unipublic, se convierte en el mejor marco deportivo, que es en el fondo lo que nos interesa a los aficionados.

Ha sido una gran etapa, desde el punto de vista deportivo, que era lo que importaba, y además coronada por uno de los mejores actores posibles. Pero además, ha sido una jornada de gran civismo, aunque en el fondo estoy seguro de que alguna minoría envidiosa –y nada aficionada al ciclismo- hubiera deseado algún incidente para sacar a relucir eso de ‘ya lo decía yo’. Pues ni siquiera eso, el único ‘ya lo decía yo’ que podemos invocar es que la afición vasca es maravillosa, que ojalá pueda seguir apoyando en próximos años la Vuelta, y que ojalá también sea un renacer de las carreras vascas que jamás merecieron desaparecer.

Foto: © Unipublic / La Vuelta

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