miércoles, 14 de marzo de 2012

La autorización a los frenos de disco no tiene freno

Cuando estaba documentándome para mi anterior post sobre los frenos de disco en bicicletas de carretera, pedí información a mi colega y amigo Fernando Ferrari, por su doble condición de periodista y cicloturista de lujo. Y sus datos fueron tan interesantes, que me permití el lujo de pedirle que me escribiera ‘algo más’. Aquí tenéis su punto de vista, con todo mi agradecimiento.

La primera vez que oí la opción de aplicar de disco a las bicicletas de carretera fue hace dos años cuando–de vacaciones navideñas en Miami– quedé a rodar por Cayo Vizcaíno con mi amigo Eddie Miceli, amante del buen ciclismo –un nombre de pila ideal–, patrocinador de un equipo máster y de féminas, poseedor de una Trek, una Scott y un precioso Ferrari amarillo, que tuve el honor y el privilegio de conducir. Y uno de los temas fue ése. ¿Por qué las bicicletas de carretera no llevan frenos de disco? Reconozco que no tuve respuesta rápida, aunque sí –conociendo el caprichoso y maniático mundillo– le argumenté que posiblemente no se daba el paso por el tema del peso. Y ya se sabe que los gramos son artículos de lujo en una bicicleta.

Dos años después, y tras observar la evolución de las bicis de montaña –la primera que tuve no tenía ni suspensión– con amortiguaciones de todos los colores y los obligados frenos de disco y la doble autorización de la UCI, primero en el cyclo-cross y ahora en la ruta, era algo que tarde o temprano iba a llegar al mundo de la carretera. Y ahora parece que ya no tiene, nunca mejor dicho, freno. Las marcas necesitan vender e innovar y la bicicleta es un terreno y un espacio muy reservado y limitado. Todo parece inventado, pero hay que buscar alternativas a lo vigente y parece que la apuesta de los frenos es lo que va a marcar tendencia.

Indiscutiblemente, un freno de disco tiene más fiabilidad que el clásico de zapatas, sobre todo en descensos largos y en terrenos mojados, lloviendo o sobre carreteras polvorientas, tan en boga últimamente. Como experiencia personal, puedo aportar el descenso de Somport y Marie Blanque en la Quebrantahuesos 2010, lloviendo sin parar durante 130 de los 205 kilómetros y con temperaturas de 6º, lo que bajando daban sensación térmica de bajo cero. Mis ruedas de carbono con banda de frenado de aluminio y zapatas recién cambiadas, aguantaron lo justo, complementadas con mis manos bloqueadas por el frío. Recuerdos dos curvas en las que me vi fuera del recorrido. Mis dedos y las palancas no daban para más y la bicicleta no frenaba. Aún no sé como salí de aquélla. Y como yo muchos, por no decir los que llevaban llantas de carbono integrales. Si hubiera llevado los de disco, seguramente hubiera evitado todos estos problemas, la tensión vivida y esa peligrosa sensación de no poder controlar la bicicleta en un descenso de un puerto.

En estos albores de tal innovación surgen muchas dudas, lógicas por la ausencia de datos empíricos. El peso, el cambio de ruedas si pinchas, si mecánico o hidráulico, adaptación de los cuadros actuales, el cableado, la peligrosidad en caso de caídas por el filo del disco, el calentamiento de dichos discos... Pero es un elemento que con el paso del tiempo se irá imponiendo en las carreteras, también porque el mercado lo irá marcando y porque los equipos y figuras profesionales poco a poco también lo usarán, como tantas otras cosas antes. Y siempre son un escaparate ideal. Por no decir que en cuanto el primer integrante de una peña o club ciclista se lo compre –como pasará también con los cambios electrónicos– la cadena de cambios de frenos será imparable, como lo fue en su día las suspensiones en la BTT y el ejemplo de estos mismos frenos en el BTT.

Personalmente acabaré cambiando mis actuales frenos clásicos por unos de disco. Valoro más mi seguridad que unos cuantos gramos más en mi montura, perfectamente sustituibles por los que marca la báscula a base de kilómetros y una dieta como toca. Pero esperaré a ver cómo evoluciona, qué modelos aportarán las diferentes marcas, las valoraciones de los mecánicos y los profesionales y, sobre todo, y más ahora, el precio que supondrá el cambio.

2 comentarios:

  1. Muy muy muy muy buen artículo. Me ha gustado muchísimo leerlo.

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  2. Me ha gustado mucho tu articulo, y estoy contigo, prefiero la seguridad a unos pocos gramos de menos.

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