viernes, 13 de abril de 2012

Reconversión ciclista (I): Jesús Guzmán, la voz motorizada de Radio Vuelta

El pasado mes de enero la UCI anunciaba que asumía la organización del Tour del Porvenir con el objetivo de que fuera un soporte de formación de distintas tareas en ciclismo, especialmente como salida profesional para ex corredores. Y aunque este mundillo está lleno de antiguos ciclistas que ejercen como directores deportivos, auxiliares, seleccionadores o conductores en competiciones, hay otros que han encontrado acomodo a través de otras funciones. A ellos vamos a dedicarle esta serie, que iniciamos con Jesús Guzmán, la voz en moto de Radio Vuelta más importante del pelotón nacional.

Notable ciclista amateur antes de ser un más que digno profesional entre 1980 y 1987 –ganador de una etapa en Valencia, del Circuito de Getxo y dos veces del Memorial Galera-, pasó a segundo director del Artiach de Paco Giner hasta 1996. Pero entre estas dos etapas “estuve echando una mano como moto de información en carrera en Valencia y Murcia, y como había dejado el pelotón hace poco y les conocía a todos, me refería a los ciclistas por su nombre en vez de por su número”.

Quizás esta experiencia le valió para ir directamente a la Vuelta a España en 1997. Y desde entonces ha estado presente en casi todas las carreras del calendario nacional, salvo Volta a Catalunya, País Vasco y Ruta del Sol. Y alguna otra de categorías inferiores, entre las que destaca los Campeonatos de España. “Me gustaría vivir el ambiente del Tour de Francia como moto. En el Giro he estado, pero en coche, y por eso me llama menos la atención”.

En todo ese tiempo, “he visto de todo, pero me quedo con la victoria de Valverde en la etapa de Soria en la Vuelta a España (2004). Jamás he visto una arrancada igual”, señalando también otros momentos que le han marcado como “el espectacular descenso de David Etxebarria en el Tourmalet o una bajada de las Estacas de Trueba, con niebla y agua, en la que no veías nada y que ha sido el peor momento que he vivido en la moto”. Igualmente quiere destacar que “los campeones son como todos los demás, lo pasan mal, sufren lo mismo y se les salen los mocos igual”, describiéndolo de una forma bastante gráfica. Nos dice, de forma tácita que algún ciclista le ha pedido “algún favorcillo en carrera, pero puedo decir que jamás he ayudado a nadie, porque entonces tendría que ayudar a todos. Alguno incluso se ha enfadado conmigo, pero en general hay bastante camaradería”. Eso sí, reconoce que a veces siente pena “cuando atrapan a corredores que piensas que van a llegar, muy cerca de la meta”.

Para Guzmán, el cambio más importante en estos años –“aunque el ciclismo ha cambiado mucho y los corredores, también, y en algunas cosas para mal”- ha sido la desaparición de los pinganillos, “porque los ciclistas no se enteran muchas veces de cómo va la carrera. Te preguntan no sólo por diferencias, sino incluso si hay corredores por delante. Aparte del peligro que supone no saber lo que pueden encontrar en carrera. Para mí, es el mayor atraso del ciclismo en años”. Igualmente se queja, medio en broma, medio en serio, de que “ahora que por fin estoy empezando a entender francés, el inglés pasa a ser el lenguaje que más se habla en ciclismo”.

Y aunque es el único ex ciclista que realiza esta labor de una forma continuada, sí hay muchos que se enganchan a la moto cuando se retiran. “Lo que sientes con la velocidad de la moto es muy similar a la bicicleta. Es una forma de liberar la adrenalina. Quizá por eso seamos tantos”. En este tiempo ha tenido cinco motos, y reconoce que las mejores para esta labor son las BMW, en concreto la 1.100 LT y la 1.200 RS.

A punto de cumplir 55 años, Guzmán no quiere saber nada de la retirada “mientras que controle la moto. Eso sí, el día en que note que la moto me controle a mí, me iré a casa”. Y aparte de ese sueño de ir algún día al Tour –aunque sea de secundario- otro objetivo aunque éste sea  irrealizable. “Me gustaría haber visto un sprint en cuesta, de unos 500 metros, luchando a dos llegadores de mi época como Juan Fernández y Laguía, con los dos mejores especialistas actuales, Valverde y Gilbert. Habría sido espectacular”.

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