jueves, 13 de septiembre de 2012

‘Mañana salimos’, algo más que la elegancia de los Bobet


Bernat López, el ‘alma mater’ de esa magnífica iniciativa llamada Cultura Ciclista, señalaba ‘Mañana salimos’ como su libro preferido entre los cuatro primeros que han lanzado esta primavera. Y una vez terminada la lectura de la narración de Jean Bobet tengo que darle la razón. Y las gracias por su recomendación.

Reconozco que cuando comencé la lectura, pensaba que era un libro sobre el gran Louison Bobet escrito por su hermano pequeño. Esa narración existe –Louison Bobet, une vélobiographie’- y se habla de ella en estas páginas, pero ‘Mañana salimos’ es una narración muy distinta, tanto en su forma como en el fondo. Y mucho más atractiva e interesante.
Aunque la sombra de Louison planea por todo el libro, por su condición de hermano, de gran campeón, de miembro de ese G4 –junto a Coppi, Koblet y Kubler-, de esa última generación de ciclistas completos que dio paso tras ellos a una especialización, primero entre escaladores y rodadores y luego entre clasicómanos y vueltómanos, aquí nos encontramos principalmente con la vida y las opiniones del pequeño Jeannot, una rara avis en el pelotón de los años cincuenta por su condición de universitario. Pero sobre todo de espectador de excepción.

Jean Bobet nos escribe sobre sus comienzos, sobre su experiencia profesional al lado de su hermano, sobre su hastío y sobre los años posteriores a la retirada, con esa frase omnipresente que da título al libro. De grandes momentos como el Mundial universitario de Budapest y el Drama de Loreto, hasta de pequeñas anécdotas del día a día. Pero sobre todo nos expresa sus opiniones sobre temas ciclistas como los equipos comerciales, el mundillo, el argot, el manager –porque sólo había uno-. Tampoco rehuye hablar del dopaje, ni de su experiencia como secretario general de la UCPF, el primer sindicato francés de deportistas, y de ciclismo en el mundo.

Y precisamente cuando habla de aquellos años, escribe este magnífico párrafo: “De aquella breve experiencia saqué la conclusión de que el corporativismo deportivo tiene sus límites, porque el deporte se basa exclusivamente en la rivalidad. Es verdad que en el seno de un club o de un equipo la ayuda mutua, la entrega e incluso el sacrificio son moneda corriente. Pero la solidaridad salta por los aires a causa de la rivalidad cuando se tratan cuestiones de orden general. El discurso global no tiene sitio en un entorno donde cada cual mira por sus intereses”.

Escrito hace 50 años, este pensamiento continúa plenamente vigente, como otros muchos de las páginas de esta notable narración. Un libro sencillo. Pero sobre todo elegante, como el estilo de Jean Bobet.

PS. Hasta la fantástica imagen de la portada del libro merece la pena.

1 comentario:

  1. Lo acabo de leer Luis y es fantástico como dices. Temas de los 50 plenamente vigentes hoy

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