domingo, 31 de marzo de 2013

"Queremos el trial olímpico"


MARCA publicaba ayer sábado –en su edición de verdad, la de papel- un reportaje sobre el reto de la Federación Española de Motociclismo de conseguir que el trial sea olímpico, concretamente en Madrid 2020. Sería la primera vez que un deporte de motor entrase en unos JJ.OO.


Su estrategia pasa porque forme parte del programa de los Juegos Mediterráneos Tarragona 2017, algo que ven bastante factible, según cuentan, y posteriormente ‘dar el salto’ como deporte de pleno derecho en la gran cita, ya que los de exhibición dejaron de existir. Para ello, una dura tarea por delante que incluye –según se nos contaba en el mencionado artículo- potenciar el componente ecológico, por lo que se usarían motos eléctricas, convencer de que existe una difusión mundial… y dejar fuera a otro deporte del programa actual.

Difícil tarea, aunque más vale intentarlo, aunque se falle, que quedarse parado… y tener el fracaso asegurado.

De todas formas, no me quería referir al trial motero, sino al trial ciclista, el hermano menor y pobre, tanto de las motos como de las propias bicis, aunque sinceramente viendo estas imágenes, pienso que la versión ‘light’ no tiene nada que envidiarle en espectacularidad –más bien todo lo contrario-. Y el componente ecológico está garantizado. Eso sí, pensar en un trial olímpico es un sueño, ya que la difusión mundial de este ciclismo es muy limitada, el deporte de las dos ruedas ya tiene hasta cuatro disciplinas en el programa de los Juegos… y la filosofía del olimpismo está demasiado anclada en un modelo que es, desde mi humilde punto de vista, bastante mejorable.


Lo que sí que es cierto es que en esta época de desmantelamiento social, los deportes –o simplemente las disciplinas- que no tengan ese marchamo olímpico tienen un futuro pero que muy negro. Quizá al trial –con grandes números en lo referido a asistencia, sobre todo en las exhibiciones ‘indoor’- no necesite ese sello olímpico para garantizar su futuro. Es más, podría ser un aliciente para el ‘bici trial’ buscar algún tipo de competición conjunta con el hermano mayor, aprovechando sinergias. Y es que, en estos tiempos tan negros que corren, toda la imaginación que se eche va a ser poca.

Sed realistas y pedid lo imposible.

martes, 26 de marzo de 2013

Cien años del sueño político-deportivo de Karel Van Wijnendale en Flandes


Posiblemente el nombre de Carolus Ludovicus Steyaert no le suene a casi ningún aficionado español al ciclismo. Incluso su seudónimo de Karel (o Koarle, para los amigos) Van Wijnendale, tomado de la población donde nació, tampoco sea conocido por muchos fuera de su Flandes natal. Pero allí es un Dios: y es que estamos hablando del fundador de la ‘Ronde Van Vlaanderen’, la clásica de las clásicas junto con la París-Roubaix, aunque la carrera tardó muchos años en tener el éxito y el prestigio que ahora tiene, y que el próximo domingo se plasmará en la edición que celebra el centenario.
Me ha interesado la figura de Van Wijnendale, porque no es nada habitual decir que  “haber nacido en una familia pobre fue mi fortaleza”. Y es que el decimoquinto hijo de una familia pobre, que se quedó huérfano a los 18 meses, tuvo que buscarse la vida desde muy pequeño: panadero, vaquero o repartidor de paquetes, antes de intentar ganarse el pan como ciclista y terminar fundando un periódico, el Sportwereld.
Y como era tradición en la época, la mejor apuesta de un medio informativo era el ciclismo. Y nada mejor que crear una carrera que recorriera todo Flandes: el 25 de mayo de 1913 se puso en marcha esa primera edición, sobre 330 kilómetros, pasando por todas las grandes poblaciones flamencas, con una reivindicación política, “porque tienen que contribuir a la liberación del pueblo flamenco”. Y es que junto al interés deportivo existía una motivación personal: Van Wijnendaele siempre se quejó del trato humillante que recibió en sus primeros trabajos por parte de las familias francoparlantes de Bruselas u Ostende.
Aunque la I Guerra Mundial estuvo a punto de acabar con la carrera, volvió a organizarse en 1919, y creció en el periodo de entreguerras, aunque tan sólo encontramos a un vencedor foráneo –el suizo Heiri Suter, en 1923- en aquellos años. La razón es que durante mucho tiempo coincidió con otras pruebas en Francia o Italia –sobre todo con la Milán-San Remo- y el interés de constructores y corredores se centraba en estos países.
La II Guerra Mundial tuvo un curioso efecto sobre la ‘Ronde’. Y es que Van Wijnendaele no tuvo reparos en pactar con los ocupantes alemanes para que la carrera se siguiera disputando. Por ello fue tachado de colaboracionista, lo mismo que el periódico organizador –ya fusionado con el Het Nieuwsblad-. Esta circunstancia fue aprovechada para hacer nacer una nueva carrera, el Circuito de Flandes (Omloop van Vlandeeren), pero Steyaert luchó por la ‘autenticidad’ de su prueba ante la Liga Velocipédica Belga, por lo que pudo mantener su denominación sin competencias, mientras que la prueba ‘usurpadora’ tuvo que rebautizarse como ‘Omloop Het Volk’. Muchos años más tarde, en 2009, ésta pasó a llamarse ‘Omloop Het Nieuwsblad’, las dos bajo el paraguas del mismo organizador.
Y aunque la ‘Het Volk’ quiso ser competencia de la ‘Ronde’, la creación de la Challenge Desgranges-Colombo avalada varios prestigiosos periódicos europeos, con el oportuno apoyo del Het Nieuwsblad, fue el respaldo definitivo para la prueba flamenca, que a partir de ese momento siempre formó parte de los distintos circuitos mundiales, ya en las fechas actuales: Superprestigio, Copa del Mundo o UCI World Tour. Pero lo que es más importante, formando parte de ese selecto club de los cinco monumentos.
Van Wijnendaele falleció el 20 de diciembre de 1961, no perdiendo nunca el contacto con su prueba, con una labor que merecería la pena contar un nuevo post en la búsqueda de ‘muurs’ para salvar la reducción de tramos adoquinados que conllevaba el progreso y que al final es la ‘salsa’ de la clásica flamenca. Tres años más tarde se erigió un monumento en su memoria en el Kwaremont, aunque si tenéis la suerte de estar por allí, nada mejor que visitar el museo de la carrera en Oudenaarde, o simplemente la página dedicada a este personaje, que forjó ese mito del ‘flandrien’, del triunfador a base de trabajo duro, y en donde he encontrado esta interesante película… que desgraciadamente sólo está en flamenco.

domingo, 24 de marzo de 2013

La bicicleta, un insulto al progreso


Creo que el único párrafo que se salva del artículo es el final, aunque no referido a sus víctimas sino como una auténtica revelación después de escribir su enésima apología contra los ciclistas: "Soy un gran idiota pero todavía no me he dado cuenta".

Ignoro –y me importa tres narices- las razones de su frustración contra las bicis y su obsesión enfermiza por la pulcritud como razón única y fundamental para evitar cualquier práctica deportiva. Tampoco me preocupan mucho sus tajantes afirmaciones sobre que la bicicleta es antiestética y un insulto al progreso, que ir en bicicleta y despreciar la vida son una unidad de destino en lo universal, o simplemente que cualquier ciudad sería más agradable, noble y segura con el doble de CO2 y la mitad de ciclistas. Es parte de su provocación y en este país de mediocridades, esta mal entendida ironía le da un buen resultado, aunque sólo sea en forma económica.

Lo verdaderamente grave es que esta parafernalia anticiclista pueda ser tomada como un nuevo Credo para esos miles de descerebrados que cada día, cuando se suben a sus automóviles, desprecian a los ciclistas –y a los peatones y a otros conductores- en calles y carreteras, con casco o sin él, atentando contra sus derechos, contra su libertad, contra su ocio, contra su salud, contra su vida. Y que no haya conciencia de que esas gentes son asesinos en potencia.

En otros ámbitos de la sociedad este artículo sería una apología del terrorismo. Aquí incluso alguno lo justificará hablando de libertad de expresión y felicitará al autor, al que lógicamente no quiero ni mencionar. Tenemos lo que nos merecemos.

jueves, 7 de marzo de 2013

Reconversión ciclista (IV): Xabier Usabiaga, una estrella ciclista que brilla en televisión




Un ciclista comentando una carrera en radio o televisión es una imagen bastante habitual; pero ver a un ex corredor presentando un informativo en una cadena de televisión es un hecho excepcional. Por ello, Xabier Usabiaga, profesional en la década de los noventa, es el lógico protagonista de nuestra cuarta entrega de ‘Reconversión ciclista’.

Tras dos destacadas temporadas como profesional en CLAS-Cajastur -1992 y 1993-, le llegó la oportunidad de fichar por el equipo de su tierra, aunque no llegó a vestir el maillot de Euskaltel “salvo en una prueba de ciclocross, la única que he disputado, ya que no se veía como una disciplina compatible con la carretera”. Es de sobra conocido que en febrero de 1994 una dolencia cardiaca le llevó a una prematura retirada. “Estuve ingresado en Madrid todo el mes, pasando incluso por el quirófano, pero sin que se solucionara el problema. De hecho, hoy en día sólo puedo practicar deporte a baja intensidad”. Poco después, nacía el periodista. “Me llamaron de la cadena SER para comentar la Vuelta al País Vasco, luego me llamaron de Herri Irratia, de Radio País Vasco y de Euskadi Irratia. De allí a los deportes de ETB y desde hace cuatro años, a presentar Gaur Egun, el informativo de mediodía de la televisión vasca”.

“Cuando me retiré, comencé a estudiar de nuevo, pero sin tener claro hacia donde iba. Hice el curso de director deportivo, como casi todos los ciclistas, informática… Y aunque comencé a colaborar en la radio y me gustaba, no veía claro que esto pudiera ser lo mío. En 1997 me ofrecieron presentar una serie de documentales de la BBC, y empecé a formarme más, siempre de forma autodidacta. Posiblemente fue por entonces cuando ya cambié de manera de pensar, aunque siempre he vivido al día… y ya va para quince años”.

El gran salto a los informativos

Pero el gran paso lo dio hace cuatro años, en 2008, al ‘saltar’ al terreno de la información general. “Presentaba los deportes y me ofrecieron hacerlo con los informativos. No me lo pensé mucho, aunque ahora puedo decir que es muy diferente. Si en deportes son de cinco a ocho minutos, en este caso ya son casi cincuenta minutos. Tienes que controlar muchos temas, pero sobre todo es un protocolo muy diferente, en cuanto a la  relación con el editor, con los periodistas. Es un gran reto en todos los sentidos y más en estos tiempos tan duros, y a veces tan frustrantes, que estamos viviendo”. Y aunque reconoce que “siempre estaré abierto a nuevos proyectos, me siento muy cómodo. Soy un recién llegado a esto de la información general y sé que tengo mucho camino por delante que recorrer”. De hecho, también presenta, desde hace un mes, ‘Euskadi Galdezka’, un programa del tipo ‘Tengo una pregunta para usted’.

En estos años reconoce que “el mejor momento deportivo fue poder narrar en directo el triunfo de Olano en el Mundial de Colombia”, mientras que a nivel general recuerda “cuando nos pusieron la bomba en Euskal Telebista. La idea que teníamos era irnos a Donosti con los dos realizadores y Juan Carlos Etxebarria, pero a mitad de camino nos dijeron que volviéramos. Entramos a las dos menos diez, diez minutos antes de empezar, pero pudimos hacer el telediario pese a todo. Fue una tensión terrible, pero lo logramos, a base de dar bien el callo. Profesionalmente ha sido el momento más satisfactorio de toda mi carrera”.

De la seriedad con la que evoca aquel día, pasa a una sonrisa sincera cuando se le comenta que todo el mundo dice que su euskera es de los más brillantes de entre los que se oyen en los medios vascos. “Hay gente que no le da el valor que tiene al idioma. En mi caso he tenido la suerte de vivir en un entorno totalmente euskera y donde había un nivel muy exigente. Pero lo más importante es que es un idioma con muchas variantes y trato de empaparme de él para enriquecerlo. Pero sobre todo lo que busco es un lenguaje sencillo y directo, que llegue a todo el mundo, lo que debe ser el objetivo del lenguaje en la televisión”.

Pero al castellano como herramienta informativa tampoco le hace ascos, y prueba de ello es su blog ciclista.

Organizar como obligación moral

Pese a esta nueva orientación de su carrera profesional, Usabiaga no da la espalda al ciclismo. Ni mucho menos. Sigue comentando buen número de pruebas –ahora le toca la Tirreno-Adriático-… y organiza dos importantes pruebas en su Asteasu natal: el ciclocross internacional, a principios de diciembre, y la Aiztondo Klasika, de la Copa de España, el próximo domingo. Todo ello con su cuadrilla de toda la vida, un grupo que disfruta como pocos… pero que también sufre en estos momentos previos hasta sacar adelante la prueba.

“El otro día, cuando estábamos viendo el tema de la meta de la clásica, nos preguntábamos como éramos capaces de sacar una prueba de este nivel con los medios que tenemos. Es muy complicado, pero me siento en la obligación moral de ofrecer algo al ciclismo. Aquí el deporte siempre ha funcionado con el voluntariado. Han sido los clubes pequeños los que han hecho las carreras, los que han llevado a los niños. En el ciclismo, pero también en otros deportes. Desde los trece años me he aprovechado de esta infraestructura, igual que otros miles de chavales. Por lo tanto ahora es mi obligación devolvérselo a la sociedad. En este sentido animo a todo el mundo a que lo haga y soy muy crítico con quien no lo hace. Mientras que se pueda, vamos a seguir haciéndolo. Y si quitamos la parafernalia, que ha crecido demasiado en este deporte, y nos centramos tan sólo en lo básico, tampoco es tan caro”.

domingo, 3 de marzo de 2013

Rollapaluza: el ciclismo llega a los pubs


Aunque la mayor parte de las especialidades ciclistas están asociadas a espacios al aire libre, hay algunas que se han trasladado a recintos cerrados exclusivamente por razones organizativas y climatológicas.

Sin embargo, acabo de descubrir una curiosa modalidad íntimamente vinculada a un espacio cerrado, tradicionalmente considerado tan poco deportivo como un pub, y que responde al llamativo nombre de Rollapaluza.

La mecánica es simple: dos participantes sobre bicicletas en un rodillo con el objetivo de cubrir una distancia simulada de 500 metros a la máxima velocidad. Lo verdaderamente original es el ambiente, rodeados de música y de cervezas, como si fuera un concurso de pulso o de dardos, dos tradiciones típicas de los pubs británicos, aunque ya se esta extendiendo a otras manifestaciones festivas.


Lo más curioso es que ya existe una competición oficial, que este año cumple su cuarta edición, la Rollapaluza National Series, un evento que se inició en Bristol el pasado 9 de febrero y que tendrá siete escalas hasta mediados de mes, para finalizar con una final en Londres. Si queréis participar o simplemente os ha picado la curiosidad, aquí tenéis más información.