lunes, 6 de mayo de 2013

Oriani: centenario y heroico campeón del Giro de Italia (De Puccia a Puccio)


Tal día como hoy, pero de hace un siglo, comenzaba la quinta edición del Giro de Italia, que supuso un punto de inflexión en la historia de la ‘corsa rosa’. Y es que en 1913 se desestimó –acertada y definitivamente- el invento del año anterior de que la carrera fuera una competición por equipos y no individual, y ese año fue el último en que la clasificación general se confeccionó por puntos y no por tiempos.

Aunque para muchos ha quedado en la historia aquella edición como el de la aparición de Constante Girardengo, el primer gran ‘campionissimo’ italiano, este Giro 2013 supone el estrellato de un corredor de gloria efímera, Carlo Oriani, que se impuso en reñida lucha a Eberardo Pavesi, que formaba parte de la cuarteta ganadora el año anterior, pero que jamás pudo subirse a lo más alto del podio de forma individual.

Estéticamente eran dos corredores muy diferentes. Pavesi recibía el sobrenombre de ‘L’avocatto’, no solo por su elocuencia, sino por sus maneras elegantes; Oriani, por el contrario, era apodado despiadadamente como ‘Puccia’ (*) –el acto de limpiar el plato con la miga de pan-, lo que evidenciaba sus orígenes humildes.

Y aunque la suya fue una victoria basada en la regularidad no estuvo exenta de momentos gloriosos para un corredor que, desgraciadamente, encontraría la muerte cuatro años más tarde, en un gesto mucho más heroico en el transcurso de la I Guerra Mundial.

Oriani, como el tercer clasificado de aquella edición –Giuseppe Azzini- y un buen número de ciclistas de aquel país, se alistó en los ‘Bersaglieri’, el original cuerpo de infantería del Ejercito Italiano, algunos de cuyos regimientos de desplazaban en bicicleta y que merecen una historia por si solos. ‘Puccia’ –o ‘Pucia’, que lo han escrito de ambas formas- moría el 3 de diciembre de 1917 en Caserta como consecuencia de una bronconeumonía, al atravesar a nado el río Piave, durante la retirada de Caporetto, dicen que ayudando a un compañero. Frío y falta de antibióticos contribuyeron al fatal desenlace, cuando apenas tenía 29 años de edad.

Sus restos mortales descansan en la zona ilustre del cementerio de Sesto San Giovanni, pero su memoria sigue viva, incluso en Facebook, donde he encontrado que dentro de pocos días se inaugurará en su localidad natal –Cinisello Balsamo, en la provincia de Milán- una muestra sobre este centenario campeón.

(*) Cien años después, el liderato ha pasado de ‘Puccia’ a (Salvatore) Puccio. ¡Qué coincidencia!

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