sábado, 25 de mayo de 2013

Tres historias ciclistas para no dormir, o por lo menos reflexionar

Cada vez que aparece un ‘positivo’ mediático –como el de ayer de Di Luca- parece que va a ser un punto de inflexión en la lucha antidopaje. Ojalá lo fuera. Pero lo cierto es que, paso a paso, cada vez aparecen más condenas, rotundas, sin dobleces, ante casos como el protagonizado por el italiano.

Casos con los que, indefectiblemente, vuelve a salir el tema de las condenas a perpetuidad. ¿Y por qué no? No es cuestión de hablar, de gritar, de blasfemar, sino de planteárselo en serio. Y sobre todo, de regularlo legalmente. Entre todos y contando con los propios ‘implicables’. Eso sí, dejando muy claro quienes deben ser los que se merecen esta sanción de por vida por tramposos –que se queden fuera del juego- y quienes deben tener derecho a una segunda oportunidad, por un error.

Las comparaciones con otros ámbitos resultan bastante esclarecedoras: un conductor que se pasa de velocidad en ese tramo en el que el límite de la autovía pasa –inesperada o innecesariamente- de 120 a 90 –y en el que instalan precisamente los radares- se merece una sanción, a lo mejor una simple amonestación, aunque quizá también haya que revisar las limitaciones. Pero si circula a 200, lo que se merece es la retirada definitiva del carné.

Es un tema que quizás no nos quite el sueño, pero que nos debería hacer reflexionar. Y sobre todo actuar: es el momento de empezar.

Una segunda historia que también nos debe mover a la reflexión, trata de las conclusiones hechas públicas ayer por la UCI del estudio ‘Un futuro brillante para el ciclismo’, de las que se destacan seis:

• Restaurar la credibilidad del ciclismo y la percepción pública del deporte
• Decidir si se va a realizar una investigación independiente sobre el asunto de Armstrong y la posibilidad de ofrecer a los corredores una "amnistía" o sanciones reducidas por presentarse a esa investigación.
• Desarrollar un plan estratégico a largo plazo para el ciclismo
• Seguir fortaleciendo la cultura antidopaje que existe en la UCI
• Mejorar la relación de la UCI con la AMA
• Reestructurar el calendario profesional

Con otras cinco prioritarias:

• Incrementar la independencia de la Fundación Antidopaje de Ciclismo (CADF)
• Designar un organismo antidopaje independiente para sancionar a los corredores profesionales cogidos por dopaje
• Revisar el sistema de puntos existente para los equipos profesionales
• Desarrollar el ciclismo femenino
• Mejorar la comunicación con los corredores de carretera profesionales

Dicho de otra forma: creo que de 6.369 encuestas se pueden sacar conclusiones bastante menos simples y evidentes que las manifestadas. Quiero creer que se trata de un simple avance de resultados y que el trabajo aportará bastante más, que falta hace. Quiero creerlo.

La tercera y última historia no por menos sospechada es menos preocupante. Esta mañana ‘El País’ publicaba lo sucedido a un ciclista popular al borde de la muerte, al parecer por una autotransfusión como ‘preparación’ para afrontar la Titan Desert. Aunque podría haber sido cualquier otra prueba, incluso la carrera del pueblo del fin de semana.

En estos casos, ¿qué hacemos? ¿Controles fuera de competición, pasaportes biológicos para unos tanto-tonto-añeros que no han comprendido qué es el deporte, qué es el ocio, qué es la vida –y la muerte-? Absurdo, caro e ineficaz.

Sancionar, aunque sea de por vida, es una absoluta necedad. No porque no se lo merezcan, ojo. En estos casos, mientras que se suple con educación a medio plazo esta insensatez, contemplarlo como un delito no es ninguna aberración. Como en el ciclismo de base, aunque en este caso, los responsables, los culpables, no serían los propios deportistas.

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