miércoles, 29 de octubre de 2014

Cañardo, del catalán de Olite al primer campeón

Entre los muchos papeles que tengo de ciclismo en casa –cada vez menos, gracias a la digitalización- cuento con una colección de biografías, publicadas por MARCA y recopiladas por mi padre en los años sesenta, bajo el título ‘40 días, 40 ases, 40 biografías’. Solo conservo las de ciclismo, por otra parte muy numerosas debido al prestigio de los ‘pedalistas’ en aquella época. Y junto a la de campeones contemporáneos como Poblet, Anquetil o Altig, se publicaron otras sobre los primeros héroes de nuestro deporte como los hermanos Pélissier o Mariano Cañardo, biografía subtitulada como ‘El catalán de Olite’.

Durante mucho tiempo ese cuadernillo de ocho folios amarillentos y manoseados pero perfectamente legibles fue la única referencia biográfica que tuve del gran ciclista de los felices veinte y los terribles treinta, hasta que hace unas semanas nos hemos encontrado con la biografía escrita por Iván Vega sobre el catalán –que de navarro tuvo muy poco- bajo el título de ‘El primer campeón’. Nuevamente gracias al esfuerzo de otro loco ciclómano y de la editorial Cultura Ciclista se ha puesto remedio a uno de los muchos olvidos histórico de nuestro deporte.

Y es que en 276 páginas, el autor repasa de forma exhaustiva la trayectoria deportiva y vital de Cañardo, enmarcada en los acontecimientos históricos –que a menudo te saben a poco- que le tocaron vivir y que encuadran perfectamente su figura. La tarea no debe haber sido fácil, ya que se basa fundamentalmente en la investigación hemerográfica, ardua y poco agradecida, y más aún cuando “los periodistas de la época, si no sabían bien, inventaban”, aunque haya tenido la suerte de contar con la colaboración de la entusiasta familia del corredor, especialmente de su hija Neus. 

Pero el resultado merece la pena, y no solamente para ‘casos perdidos’ como puedan ser el propio Iván o yo mismo, sino para cualquier lector que quiera conocer más profundamente lo que es el ciclismo, que en su esencia tampoco ha cambiado tanto. Y es curioso que algunas de las anécdotas de aquel serial de MARCA sobre sus primeros años de vida no se hayan recogido en el libro, aunque espero que se puedan incorporar en una segunda edición.

Lo que no sé es si Cañardo será el primer campeón, como se titula. Antes de leer el libro me inclinaba por dar ese calificativo a corredores como Julián Berrendero, el ‘Negro de los Ojos Azules’ o a Bernardo Ruiz, al que precisamente dirigió Cañardo cuando logró su podio del Tour de Francia. Incluso a Vicente Trueba, al que llamaron ‘Pulga’ no por su estatura, sino por su forma de correr, a saltitos, y al que bloqueaban con una fila de corredores a su alrededor al inicio de los puertos para que no se escapase.

Posiblemente, palmarés en mano –siete Voltas, cuatro Campeonatos de España, un segundo en la neonata Vuelta a España, dos ‘top ten’ en el Tour y otros tantas en el Mundial, entre sus cien victorias- y, sobre todo, por su carácter y profesionalidad lo sea, aunque me ha picado el gusanillo, y tendré que comprobarlo leyéndome ‘Mis glorias y memorias’, la autobiografía de Berrendero, publicada a finales de los años cuarenta, otra joya olvidada que tenía entre esos papeles amarillentos en mi biblioteca.

jueves, 23 de octubre de 2014

Identidad de marca ciclista (II): Las ‘grandes’

La reciente presentación del ¿atípico, adulterado, de nueva generación, espectacular? Tour de Francia 2015 es una perfecta justificación para escribir una segunda entrega de la serie ‘Identidad de marca ciclista’, esta vez referida a las grandes pruebas por etapas, es decir Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España, aunque ésta última debe ser incluida en este grupo –y a los efectos de este estudio- con matices.

Si en la primera parte de este análisis, centrado en las clásicas, veíamos muchos elementos sobre los que trabajar para buscar esa identidad, ese punto diferenciador y exclusivo que capte el interés del aficionado… y del patrocinador, en el caso de las ‘grandes’, los factores a tener en cuenta son más reducidos, aunque mucho más potentes. Por no hablar de su potencia como ‘lobby’ ciclista, que es otro tema.

El primero de ellos es, naturalmente, la propia historia de las carreras, sobre todo de Tour y de Giro, ya que la Vuelta es mucho más reciente, ha estado muchos años por debajo en todos los aspectos, y también ha vivido muchos vaivenes en su devenir; el segundo, lo definía esta mañana de forma acertada Javier Guillén en una interesante entrevista en ‘Cinco Días’: “Los aficionados italianos y franceses hacen de su Giro y de su Tour algo propio, algo que trasciende más allá de una competición o de quién la gestiona”. Para bien, y algunas veces para mal, ya que el Tour pasa con extraordinaria facilidad de ser la carrera universal por antonomasia a ser profunda y provincianamente francesa cuando le interesa. En cuanto al Giro, cada uno de sus detalles está impregnado del sabor del país y cualquiera que haya estado allí puede afirmarlo. El director general de la Vuelta reconocía que la carrera española no lo tiene pero “es algo a lo que debemos aspirar”.

Porque pensar en que un cambio a un nombre más rimbombante, la llegada de un gran patrocinador que la fagocite o un recorrido especial pudieran dar más identidad a las ‘grandes’ es una utopía. Francia, Italia o España tienen el suficiente territorio como para buscar cualquier tipo de trazado. No obstante, la Vuelta es, con diferencia, la que mejor trabaja este aspecto. Y en los últimos años, como decía Guillén en esa misma entrevista, lo ha consolidado muy bien: “Tenemos una personalidad muy definida. Finales explosivos, etapas cortas, puertos nuevos, algunos de ellos brutales, salidas originales... Tenemos una gran identidad como carrera”. En este sentido, no le falta ni un ápice de razón.

Cóctel de cuatro elementos

No obstante, a la hora de ‘dibujar’ el recorrido de una ‘grande’, siempre se han tenido en cuenta dos elementos fundamentales –montaña y contrarreloj individual- para decidir la carrera, y otros dos complementarios –contrarreloj por equipos y bonificaciones- para animarlas, pero sin tanto peso para definirlas, salvo que pase algo inesperado como en la Vuelta 2008 con Contador y Leipheimmer.

De la proporción de estos elementos en el cóctel podemos hablar de una carrera equilibrada, de una prueba para escaladores o de la ventaja de los rodadores. Es potestad del organizador que, según sus intereses particulares en cada momento, apueste por un tipo de corredor o por otro. En algunos casos la combinación está dentro de lo permisible –por ejemplo, el Tour de 2012 de Wiggins al que muchos han aludido estos días-; en otros casos, el desequilibrio es manifiesto, como en los Giros de Moser y Saronni y, sobre todo, en aquella vergonzosa Vuelta a España de 1977 que solo pensaba en Freddy Maertens.

Sin embargo, jamás se había vivido un caso como el del próximo Tour, en el que no ha habido desequilibrio en los elementos que forman ese cóctel, sino que simplemente se ha escamoteado uno de ellos. Desde que el ciclismo tiene esa fórmula moderna, jamás ha habido una ‘grande’ que haya prescindido de una contrarreloj individual en su desarrollo, es decir, después de la etapa prólogo –que es como hay que llamar a lo de Utrecht-. Por no hablar de lo que también significa adulterar la competición poner una crono por equipos tan tarde, cuando tiene más peso el desgaste de la carrera –muchas veces injusto en forma de abandonos inesperados- que el propio potencial de cada equipo. A eso me refería antes sobre el poder fáctico de las ‘grandes’.

La identidad de la participación

Desgraciadamente, me temo que en este tipo de actuaciones lo que se está definiendo es otro tipo de identidad, la de atraer a determinado ‘perfil’ a la línea de salida de cada prueba. Dando por sentado que es imposible que las grandes figuras afronten las tres ‘grandes’, el optar por un recorrido u otro es un elemento que sirva para definir la prueba, en base a la participación. Como antaño hacía la Vuelta para contar con Eddy Merckx, Maertens o Bernard Hinault. Y quizá la competencia Giro-Tour sea bastante más larvada de lo que parece en un principio, mientras que la Vuelta juega un papel complementario o, en algún caso, de examen de septiembre para los que no aprueben en julio, como sabiamente dijo José Miguel Echevarri. Y no le va del todo mal.

En este sentido, el Tour ha apostado descaradamente por la participación, resumida en dos tipos de ciclistas: los jóvenes cachorros franceses y los grandes escaladores internacionales, en ese dualismo del que antes hablaba, aunque se resuma no en los calificativos del primer párrafo, sino en un acertado pseudotitular que Manolo Saiz tuiteaba ayer: “El Tour mata el Tour de Francia".

Y ojo, por muchas barbaridades que se cometan, la identidad del Tour está garantizada y consolidada. Y el éxito de la carrera, también

martes, 21 de octubre de 2014

‘La carrera (femenina) de la Vuelta a España’: promoción pero no panacea

Según publica hoy el diario MARCA, la Vuelta a España 2015 cerrará su recorrido en Madrid el próximo 13 de septiembre, con una carrera de féminas como prólogo al epílogo –valga la expresión- de la prueba masculina, tal y como ha hecho este año el Tour de Francia y como volverá a hacer en la próxima edición con la exitosa 'La Course by Le Tour de France'.

Según dicha información, Unipublic ya está en conversaciones con la UCI para que la prueba tenga la máxima categoría en carreras de un día del circuito femenino y poder contar con las mejores corredoras del mundo.

La noticia en sí es para felicitarse, pero sobre todo por lo que de promoción del ciclismo femenino significa. Ver a las mejores corredoras junto a los mejores corredores puede ser un magnífico escaparate para ratificar eso que muchos desconocen pero que los verdaderos aficionados ya sabemos: “El ciclismo femenino no desmerece al masculino”. Y ojalá tras ver ‘La carrera de la Vuelta a España’ muchos cambien de opinión. Especialmente los patrocinadores. Y, ¿por qué no?, los aficionados más recalcitrantes.

Pero que nadie se engañe: pruebas así no son la panacea del ciclismo femenino, ni mucho menos, desde el punto de vista deportivo. A nivel internacional, la gran reclamación de las féminas es que junto a las pruebas masculinas haya una versión femenina –aparte de esa equiparación de premios en ambos sexos-. En carreras como el Tour, quizá sea imposible por el gigantismo de ‘La Grande Boucle’. Pero en pruebas de un día, es perfectamente factible, horas antes de la prueba masculina o, en el peor de los casos, el día anterior. Así nos lo contaba no hace mucho Dori Ruano.

Y a nivel nacional, las necesidades pasan por la consolidación de un calendario digno, con un circuito nacional como la Copa de España exento de incertidumbres y vaivenes, y el nacimiento o la recuperación de las vueltas que poblaron la temporada española no hace muchos años. Y es que, por muy poco más de lo que podría costar ‘La carrera de la Vuelta a España’ se podría organizar una gran prueba femenina por etapas.

jueves, 16 de octubre de 2014

Los Mundiales de Qatar

Leía ayer en las páginas del AS un reportaje sobre las quejas de la Asociación Europea de Clubes (ECA) para que el Mundial de Qatar de 2022, es decir, el de fútbol, no se dispute en fechas invernales “porque ello afectaría a los clubes europeos, que aportan el 75 por ciento de los jugadores que disputan el Mundial y el daño económico sería inasumible”, dijo su presidente, el alemán Karl-Heinz Rummenigge.

No deja de ser curioso que la primera queja sobre este evento fuese sobre… las fechas veraniegas inicialmente propuestas (junio y julio), debido al fortísimo calor que hace en esas latitudes. Los organizadores argumentaron que podían paliarlo a base de refrigeración en todos los estadios, aunque ello fuese una barbaridad ecológica que lógicamente los petrodólares asumen.

Y aunque aún faltan ocho años para el evento, la FIFA quiere tener cerradas las fechas este mismo invierno, algo que no les preocupa demasiado a las autoridades qataríes. “Sea en verano o en invierno, será el mejor de la historia”, valoraban.

Pero antes de 2022, concretamente dentro de dos años, el Emirato acogerá otro Campeonato del Mundo al que se le está dando menos boato, aunque nos atañe más directamente, el de ciclismo en carretera. Y al que lógicamente le afecta tanto o más el calor ya que estamos hablando del mes de septiembre –cuando las máximas pueden superar los 40 grados-, sin que en esta ocasión se pueda recurrir a elementos refrigeradores… salvo que se instalen ventiladores gigantes que puedan, además, incrementar el viento, que parece será el único elemento diferenciador y endurecedor de una prueba que se presume llana, no; llanísima.

Bromas aparte, ni desde la organización ni desde la UCI se han referido a un posible retraso en las fechas que, en ningún caso, llegaría hasta el invierno. La única ‘pista’ la dio hace unos meses Eddy Merckx –una persona muy vinculada a Qatar como organizador de su Tour pero sin ‘mando en plaza’ en este Mundial- cuando habló de que se podría postergar hasta mediados de octubre, concretamente a la semana del 9 al 16.

Climatológicamente hablando, el calor no es tan intenso en octubre como en septiembre, aunque en estos días se han alcanzado máximas de 38 grados- No obstante, casi son peores los cerca de 30 grados que se sufren ya a las nueve de la mañana. Y si en fútbol no es agradable, en ciclismo, menos aún, aunque nuestros deportistas aguantan –en el doble sentido de la palabra- mejor estas condiciones. Por otro lado, parece ser que septiembre es el mes más lluvioso –habrá que ver en qué cantidades- en Qatar, mientras que octubre es absolutamente seco.

En este caso, no se espera una decisión inminente ni sobre las fechas ni sobre los recorridos, sobre un Mundial del que nadie dice –ni dirá- que será el mejor de la historia, pero que será tan diferente a todo lo que hemos visto que a nadie le dejará indiferente. De hecho, incluso hay un grupo en Facebook que proponeun boicot, aunque me temo que es algo meramente testimonial.

martes, 14 de octubre de 2014

‘Ciclistas de sofá’: Descubriendo la bicicleta, descubriendo Suiza, descubriéndote a ti mismo

No es, ni mucho menos, un libro sobre un viaje en bicicleta, como pueda ser ‘11.822 kilómetros’, de mi admirado Diego Ballesteros, o ‘La vuelta al mundo en bicicleta’, de Juanjo Alonso; ni siquiera en pequeña escala. Tampoco es una apología o una reflexión sobre el uso de este elemento, tal y como hacen David Bryne en ‘Diarios de bicicleta’ o Pedro Bravo en ‘Biciosos’.

Sin embargo, 'Ciclistas de sofá' hace bastante más por el uso de la bicicleta que esos libros o cualquier otro que haya leído. Y el propio Sergio Parra lo refleja acertadamente en las últimas páginas del libro. “Esta experiencia, aunque sea un tanto ridícula para todos aquellos que ya seáis veteranos de esta clase de viajes, marcó un hito en mi existencia un tanto apolillada. Lo importante es cambiar tu marco de referencia”. Y una bicicleta –aunque sea comprada de rebajas en unos grandes almacenes a 99 euros, con una segunda casi de regalo, a 49- es la que lo posibilita.

El libro es el reto de Sergio, un deportista de sofá –“de los que hacen zapping, juegan a la PlayStation, navegan por Internet, leen, charlan y pican entre horas”- que oye esa voz de un Pepito Grillo que le sugiere que deberían cambiar su vida. Una transformación que pasa por la pérdida del 25% de su peso corporal, del empleo de la bicicleta y de planificar un viaje por Suiza a “lomos de un corcel de aluminio”.

La primera parte de la narración se centra en la preparación del viaje, en la motivación del autor por hacer ese cambio físico que le permita su ulterior ‘aventura’. Una puesta a punto que dan ganas de seguir, de imitar, aunque personalmente pienso que podría haber profundizado en esta ‘preparación’ precisamente porque puede ser un ejemplo a seguir por muchos.

El resto del libro cuenta su viaje –mejor dicho, sus viajes, aunque este extremo no lo voy a desvelar- a Suiza, en el que la bicicleta no deja de ser un instrumento, que solo cobra protagonismo en algunos momentos muy determinados, y en el que se intercalan con gran maestría y amenidad algunos de los lugares más conocidos o desconocidos de Suiza –el CERN, el Castillo de Chillon, Montreux, Gruyères, Berna, Lauterbrunnen, Mystery Park, Schilthorn, Top of Europe, Zurich, las cataratas del Rin, la isla de Mainau o Appenzell, el Lepe suizo- con otros elementos y personajes que, aun siendo algunos suizos, incluso tópicos del país, pueden no corresponderse con el estereotipo que tenemos de la confederación helvética: Frankenstein, los refugios nucleares, el queso, Freddy Mercuty, Chaplin, Sherlock Holmes, James Bond, Einstein, Heidi, ‘El Escritor’, las vacas suizas, la letra Helvética, Dada, los San Bernardo, el LSD o incluso las Dimensiones de Hofstede, una curiosa teoría a la que dedicaré un post en breve.


Un estilo que recuerda vivamente al de Bill Bryson, uno de mis autores favoritos, y que justifica plenamente esta lectura para saber algo más del país más desconocido de Europa, hasta tal punto que te dan ganas de visitarlo, incluso en bicicleta, vista la fenomenal red de vías cicloturistas que tiene.

Y es que, como dice Parra en las últimas páginas, “he pretendido presentarme siempre como lo que en realidad soy: un aprendiz de viajero, diletante y torpe, lleno de inseguridades y de manías, incoherente y sobre todo normal. Como la mayoría de la gente”, para terminar con un sugerente y desafiante “posiblemente volveré a cometer muchos errores, y dejaré al descubierto el patetismo que acompaña a casi todas mis hazañas. Pero al menos me demostraré que hasta yo soy capaz de conseguirlo. Y si yo soy capaz, lo sois todos vosotros. Ya no tenéis excusa. ¿A que esperáis?”.

lunes, 13 de octubre de 2014

Cara y cruz de las ‘fixies’, un nuevo ciclismo

Hace unas semanas, El País se hacía eco en un amplio reportaje de las ‘alleycats’, a las que denominaba carreras clandestinas o “competiciones ilegales a gran velocidad entre el tráfico”.

 

Nacidas en el mundo de los bicimensajeros estadounidenses en las décadas de los ochenta y noventa, y con ese curioso nombre de ‘gatos callejeros’, son competiciones improvisadas de bicicletas urbanas, normalmente ‘fixies’, convocadas por el boca a boca de las redes sociales y unas cuentas organizaciones ‘cómplices’, en las que hay que cubrir una serie de puntos de paso o controles en el menor tiempo posible. Por ello, aparte de la estrategia para definir cuál es el mejor orden de paso, la propia dinámica de las competiciones –que normalmente no tienen premios en metálico- conlleva a tener que ‘arriesgar’ a la hora de respetar las normas de circulación, en forma de semáforos, direcciones prohibidas o incluso rodar por las aceras, como bien se muestra en este vídeo.




Por ello, hay muchos colectivos ciclistas, como se dice en el reportaje, que consideran que este comportamiento irrespetuoso puede ser el mayor enemigo del uso de la bicicleta como transporte público, aunque los participantes lo desmienten: “Respetamos mucho a los peatones y solo nos ponemos en peligro a nosotros mismos”.

 

Sea como fuere, demonizar a las ‘fixies’ por este motivo, es volverse en contra de uno de los fenómenos ciclistas más importantes de los últimos años. Y es que las carreras urbanas son cada vez más comunes en nuestro país. Aparte de la ya clásica Red Hook Criterium Barcelona, en la reciente feria Unibike de Madrid se vivió el I Unibike Track Bike Criterium, con un notable éxito, e incluso este pasado fin de semana hubo una competición similar en Toledo. Y no son casos aislados, ya que cada vez más poblaciones organizan eventos de este tipo con una gran aceptación y con una participación de lo más dispar. 



Pero, además, entre el ciclismo urbano y la pista se están comenzando a establecer interesantes sinergias. Y no solo por la interesante actividad de Jaume Mas en el velódromo olímpico de Barcelona, sino porque en el pasado Red Hook, una notable pistard como Ainara Elbusto se llevó una histórica victoria, con otra gran ex especialista como Débora Gálvez en cuarta posición.

jueves, 9 de octubre de 2014

El desafío de Tinkov debe ir más allá de las ‘grandes’

Por mucho que piense que Oleg Tinkov es el prototipo de nuevo rico y que buena parte de sus altisonantes manifestaciones dicen muy poco en su favor, también reconozco que es un tipo inteligente y que, desde luego, si ha llegado hasta donde está es por haber sabido romper moldes.

Por ello, su propuesta de poner en la mesa un millón de euros para que Chris Froome, Vincenzo Nibali, Nairo Quintana y Alberto Contador disputen las tres ‘grandes’ en 2015 no me parece una ‘boutade’, sino una propuesta que merece un análisis más detenido y profundo.

El magnate ruso manifestaba en La Gazzeta dello Sport, en declaraciones recogidas por Biciciclismo, que “después de ver el recorrido del Giro estoy aún más convencido. Tengo que aplaudir a los organizadores de mi carrera favorita. El recorrido es desafiante y espectacular, pero no cruel. Muy pocos traslados, etapas cortas y una semana final humana. Si el Tour y la Vuelta seguirían la tendencia, los campeones más fuertes podrían hacer bien las tres carreras”.

Hoy, también en Biciciclismo, llegaba un nuevo capítulo de esta interesante historia con unas declaraciones del siempre moderado Eusebio Unzue que podéis leer aquí. Aunque fiel a su estilo, el patrón de Movistar Team señalaba que “de momento, la considero una buena idea y respetable, y en todo caso vamos a analizarla con tranquilidad”, para añadir que “este deporte necesita salirse de la monotonía en la que se desarrolla”.

Sin embargo, lo más destacable de las manifestaciones del navarro es que lo contempla desde un punto de vista complementario con más opciones de futuro. “No tiene que ser exclusivamente al atractivo del dinero, tiene que haber cosas además de. Sobre todo, me refiero al reto de deportivo, esa debe ser la prioridad”.

Y es que en estos momentos en que el ciclismo mundial debe redefinirse y que el proyecto de reforma presentado por la UCI es ‘más de lo mismo’ o ‘cambiemos todo para que todo siga igual’, quizás sería hora de estudiar si las ‘grandes’ deben ir por un lado, con un atractivo conjunto especial como el que propone Tinkov u otro similar, con menos dureza pero sin reducción drástica en su duración; si las clásicas deben agruparse en un campeonato tipo Fórmula 1 como fue en su día la Copa del Mundo, y de reorganizar el resto de pruebas con iniciativas novedosas como la que lanzó hace tiempo otro multimillonario, Zdnek Bakala. Con ello habría varios calendarios, quizá incluso incompatibles. Pero habría calendario para todos.

¿Utopía? A día de hoy, por supuesto, pero todo es ponerse a hablar, y sobre todo, tener una mente abierta y receptiva para construir otro modelo ciclista.

Foto superior: Jesús Rubio/AS- Inferior: Movistar Team.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Escuredo convierte en oro como master sus medallas de plata

A pesar de sus ocupaciones laborales y de su función como seleccionador de Venezuela –en este caso, con muchos altibajos, aunque en ningún caso atribuibles a él- José Antonio Escuredo pudo hacer un hueco y escaparse a Manchester, donde estos días se disputa el Mundial master de pista, que por cierto cumple diez años, y cada vez con más nivel. “Como empiece a pasar como en los tandems, cualquier día se presenta Hoy, que además lo tiene cerca”, bromea el gerundense.

Era la segunda vez que afrontaba este evento y, como en 2012, el resultado ha sido el mismo, ya que se proclamaba anoche campeón del mundo de velocidad, en el grupo de edad de 40-44 años, derrotando al letón Ainars kiksis, ex campeón del mundo junior, antiguo subcampeón del mundo de keirin… y ‘arco iris’ vigente.

Como entonces, el objetivo no era el título, sino probar en persona sus métodos de entrenamiento, sus "experimentos" como los denomina. Y poder marcar 10-414 en la clasificatoria con 44 ‘tacos’ dice mucho de sus métodos, “aunque esperaba hacer 10-2 o menos. Pero a los ‘viejos’ no nos ponen la misma temperatura que en las Copas del Mundo y con 19 grados la pista estaba fría para hacer marca”.

Tras ir superando series, se las veía en la final con Kiksis, “que es más especialista en velocidad que yo, por lo que no las tenía todas conmigo”. No obstante, Escuredo le superaba en dos competidas series y conseguía el título de campeón del mundo, ese que no pudo conseguir como élite, aunque se quedó tres veces a las puertas con sendas medallas de plata, y otra más en los JJ.OO. de Atenas 2004.

El ya bicampeón del mundo llega este mediodía a Girona, para continuar desarrollando el trabajo que lleva estos días con corredores venezolanos. Pero, como escribí en 2012, lo importante no es el ‘arco iris’ que trae debajo del brazo sino demostrar que todavía tiene mucho que aportar en este mundo de la velocidad.

Foto tomada de www.cyclingmasters.com, web oficial del evento

sábado, 4 de octubre de 2014

¿Hay motivos para ser optimistas con el ciclocross?

Tengo que reconocer que no soy de estos aficionados que están deseando que acabe la temporada de carretera para que comience la de ciclocross. Ni siquiera de aquellos que viven la transición entre el asfalto y el barro como algo lógico y natural. Eso no quiere decir que no disfrute con esta disciplina y considere que se merece mucha mejor suerte, sobre todo a nivel de promoción y de difusión, tanto en España como a nivel mundial, y que se lograría fácilmente con la etiqueta olímpica.

Y a poco menos de doce horas del comienzo de la temporada nacional, las dudas que me asaltan vienen a ser las mismas de siempre, de todos los años: ¿Hay motivos para ser optimistas?

Por todo lo dicho en el primer párrafo, he ‘comparado’ mis impresiones con las de todo un ‘masterchef’ como Dani Sánchez. Y me congratulo en coincidir que la mejor noticia es “la consolidación de un calendario no sólo nacional, sino también regional en las distintas autonomías, cada vez más rico, con un número de licencias siempre creciente”. El aumento de pruebas de la Copa de España a diez es un buen ejemplo, aunque quizás en aras a una mayor operatividad –sobre todo en estos tiempos de crisis- quizás bastaría con un número ligeramente inferior.

Por otro lado, @danibici se lamenta de que queden muy pocas pruebas de categoría internacional. Pienso que tener una Copa del Mundo –en Igorre- era algo irreal desde el punto de vista económico y deportivo, aunque la afición vasca se lo mereciera. Sin embargo, tener ocho o diez pruebas internacionales -¿las de la Copa de España?- debe ser un objetivo a alcanzar a medio, incluso corto, plazo.

Y siguiendo con el calendario, este año tendremos como broche de oro un Campeonato de España ‘clásico’, en Gijón, en donde se está haciendo un gran trabajo –me consta- para tener un Nacional de lujo.

El segundo motivo para ser optimista, siguiendo siempre al bueno de Dani, es la consolidación y crecimiento de algunos proyectos, como el de MMR Spiuk, ahora con Aida Nuño junto a Javier Ruiz de Larrinaga, y más internacional que nunca, o el de Aitor Hernández. Sin embargo, mi mayor preocupación es que los jóvenes siguen dando la espalda a esta disciplina, por no hablar de la triste desaparición de un Murgoitio que nos había ilusionado a todos con su progresión internacional.

Kevin Suárez –tras un año 2013-14 para olvidar por culpa de las lesiones- vuelve a ser la única gran esperanza, después de que Jonathan Lastra anunciara su intención de probar en carretera –desterrando al CX a un preocupante segundo plano- o que Diego Pablo Sevilla manifestase por activa, pasiva y neutra que este año solo le veremos en momentos puntuales, ya que su objetivo es prepararse para el salto sub23. Comprensible, pero triste.

Y este, quizás, sea el único punto verdaderamente preocupante, y que entronca con la carta abierta de Anna Sanchis sobre el ciclismo femenino de hace unos meses: Tenemos cada vez más carreras, hay equipos, el número de licencias federativas va en aumento y en las federaciones tanto nacionales como territoriales hay personas dispuestas a ayudar al ciclismo femenino. ¿Quien falla en este caso? Dejo la respuesta en el aire y que cada un@ reflexione sobre el tema.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Mis héroes del Mundial: López Lledó

Posiblemente haya sido la persona que más apareció en las pantallas de televisión, al menos en la primera fase del Mundial, las contrarrelojes individuales. Y es que por sus manos pasaron casi trescientos ciclistas: 49 feminas juniors y 63 sub23, el lunes; 70 chicos juniors y 49 féminas élites, el martes, y 64 hombres élites, el miércoles. Realmente fue uno menos, ya que una de las chicas de Azerbaiyán salió tarde por una avería técnica, con el crono ya en marcha y sin el requisito de la sujeción.

Me estoy refiriendo a José Eduardo López Lledó, uno de los árbitros nombrados por la RFEC para completar el Colegio de Comisarios de Ponferrada 2014 determinado por la UCI. No es habitual en España ver a un arbitro ejercer esa función de sujetar a los corredores antes de su salida en la contrarreloj, función que suele recaer en algún miembro de la organización. Pero en una prueba de este nivel sí se le encomienda a un comisario, el mismo durante los tres días, y preferiblemente a uno alto y fornido, como ha sido el caso de este colegiado alicantino.

Total, que durante estos tres días, ‘chupó cámara’ en ese minuto largo que va desde la colocación del corredor hasta que inicia su arrancada, después de haber visto la cuenta atrás en los marcadores de Tissot, con los correspondientes avisos sonoros en los momentos determinados y la mano de otro colegiado marcando con sus dedos los cinco últimos segundos.

Tuve ocasión de tomarme un café con Eduardo y me comentó la diferencia que había de sujetar a corredores nerviosos que se iban hacia todos los lados a hacerlo con profesionales avezados como el propio Wiggins, al que se podía controlar con un solo dedo. Y que curiosamente su envergadura le daba más problemas con corredores de talla baja que con los altos.

También me dijo que llegó a recibir cuatrocientos ‘guasaps’ al verle en la tele. Espero, que con esta pequeña historia le llegue algún mensaje más.