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miércoles, 26 de septiembre de 2018

Valverde: La historia de dos platas y cuatro bronces mundialistas


Alejandro Valverde vuelve a la selección después de haberse ‘saltado’ los dos últimos Mundiales. En Doha no quiso estar por lo tardío del evento en un recorrido que no le era nada propicio, como posteriormente se evidenció con Imanol Erviti como único ‘superviviente’ español; en Bergen no pudimos verle por culpa de ese gravísimo accidente sufrido unos meses antes en el prólogo del Tour.

A sus 38 años, el ‘Bala’ atesora el mayor número de medallas logrado jamás por un ciclista en un Mundial… pero sin haber podido subir al escalón más alto: Plata en Hamilton 2003 y Madrid 2005, y bronce en 2006, 2012, 2013 y 2014. Innsbruck es, posiblemente, su última oportunidad de vestirse con el ‘arco iris’. A su favor cuenta con el recorrido y con la experiencia; en su contra, las malas sensaciones de los últimos días de la Vuelta y un número reducido pero muy selecto de aspirantes.

Debut con mealla en Hamilton.
Foto: © Román Mendoza para RFEC
Pero no vamos a analizar el futuro, sino el pasado, la trayectoria de Valverde con la selección, que se iniciaba en Hamilton 2003, con 23 años, donde refrendaba con la plata mundialista ese podio conseguido semanas atrás en la Vuelta a España, con los colores de Kelme. “Posiblemente sea cierto lo que dice Freire de que me falte experiencia en este tipo de carreras. De momento no me planteo nada. Vengo aquí para trabajar, aunque sea en la última parte de la carrera”, decía unos días antes de su debut a las órdenes de Paco Antequera, para añadir tras la carrera, en la que se logró ese histórico doblete con el triunfo de Igor Astarloa: “Esto es como en los tiempos de Indurain y Olano, algo realmente increíble, que tenemos que disfrutarlo. Después de una campaña como la que he tenido, que se me ha dado todo muy bien es un gran broche. Cuando ha atacado Igor, me he mantenido en cabeza del grupo para controlar que no fueran a por él, pero las fuerzas iban muy justas. Sabía que podía llegar. En la recta final he entrado tercero, pero con fuerzas para esprintar hasta que me he puesto por delante y he conseguido la plata”. Es curioso, pero la fiesta del doblete tardó en calentarse por unas desafortunadas palabras de Astarloa, que necesitaron una oportuna explicación.

Verona 2004 se recordará por el tercer título de Oscar Freire, que entraba en la historia al convertirse en el cuarto corredor que obtenía el triplete en el Mundial, después de los míticos Alfredo Binda, Rik Van Steenbergen y Eddy Merckx, club al que se añadía el año pasado en Bergen Peter Sagan. Valverde fue el lanzador de lujo del cántabro. “Sabía que tenía que preparar la llegada para Oscar por que el más rápido. En la penúltima vuelta ya lo habíamos hablado, le debía lanzar a falta de 400 metros, pero son adelantó Hondo y lo he hecho a 300 metros de la meta. En ningún momento he temido por la victoria, Oscar estaba muy fuerte y mentalizado y la selección ha controlado perfectamente la carrera. Es una sensación diferente a la del pasado año, no he conseguido una medalla, pero lo ha hecho un compañero y es una victoria de todos. Me siento orgulloso de ayudar a Oscar”.

De nuevo plata, en Madrid © Felix Nielfa
El de Torrelavega fue una sensible baja por lesión un año más tarde en Madrid, pero el murciano –ya integrado en la estructura de Eusebio Unzue- también estuvo a punto de causar baja por una lesión de rodilla, en el primer Mundial que se disputó con sólo nueve ciclistas –en vez de los doce de años anteriores-. “Con nueve es más difícil controlar y probablemente se decida en una escapada de un grupo pequeño. Esta será nuestra baza, buscar una escapada en la que ellos no estén –se apostaba por un Mundial para un sprinter como Petacchi, Boonen o McEwen- Tendremos que trabajar para endurecer la carrera y para buscar ese corte que nos favorezca. Por eso quizá vea más como favorito a un corredor como Bettini”.
Y Valverde buscó ese corte que no llegó, por lo que tuvo que lanzar el sprint “a falta de 300 metros, pero Boonen me ha remontando fácil porque era el más fuerte y el más rápido y no hay que poner objeciones a su triunfo. No pienso que la fuga me haya pasado factura ni atacar tan pronto. Y la prueba es que esta plata me sabe a oro, porque no me la esperaba”. Por primera vez el murciano era el gran protagonista de la fiesta en la noche del domingo en el hotel de Madrid.

Salzburgo, tercera medalla, primer bronce.
© Román Mendoza, para RFEC
La racha de Valverde se prolongaba en Salzburgo 2006, el último Mundial austriaco hasta la fecha, donde por fin se estrenó Paolo Bettini y el murciano subía al podio a recoger el bronce, justo por delante de Samuel Sánchez. Un ataque del asturiano en la parte final propició un resultado que para muchos podría haber sido aún más favorable si éste no hubiera tensado, aunque otros piensan que fue lo que impidió una llegada más favorable a los esprinters, entre ellos el mismo ‘Bala’. “De hecho han llegado, pero ‘Samu’ ha estado súper fenomenal. El oro ha estado cerca, pero lo importante es que se ha conseguido medalla”. Comenzaba a echarse en falta el arco iris, pero en el recorrido de Stuttgart se veía una gran oportunidad… pero llegaba una época complicada

Los años difíciles

Y es que el Mundial de 2007 estuvo marcado por esa decisión de la UCI –a instancia de la Federación alemana- de no dejarle correr argumentando su implicación en la Operación Puerto, a pesar de no haberse pronunciado aún ninguna sanción al respecto. La RFEC tuvo que recurrir al TAS que dio la razón al español, que pudo presentarse en Stuttgart. “Estaba tranquilo, aunque siempre existe un 2% de opciones de no poder correr. He entrenado bien pensando en el Mundial, aunque algunas veces la cabeza se iba al otro tema”. Pero lo cierto es que Valverde no entró en carrera. “Está claro que no todos los años podemos sacar medalla. Quizás todo lo que ha pasado antes del Mundial me ha afectado en el sentido que no he podido hacer entrenamientos muy largos. De todas formas, yo ya había ganado mi Mundial al poder estar aquí con mis compañeros y estar a un nivel bueno”.

Ganar el cuarto Mundial con Freire era el objetivo que anunciaba la selección en Varese 2008, ese año mágico del ciclismo español, aunque Valverde avanzaba antes del mismo que “tengo total libertad para moverme”. Pero a la hora de la verdad fue un Campeonato muy negativo para la selección española, cuya táctica quedó en entredicho ante el doblete italiano, en el que Bettini, muy hábil, hizo de cebo para propiciar el éxito de Alessandro Ballan y Damiano Cunego.

Valverde volvió a terminar en un puesto anónimo (37º). Tras la carrera, llegaba bastante molesto al autobús y apenas realizaba declaraciones. “Oscar y yo estábamos en el grupo de Bettini y esperábamos que arrancara. Samuel y Purito estaban por delante y la verdad es que al final no sabíamos que decisión tomar. Tampoco funcionaban los walkies, así que nos quedamos sin información de lo que pasaba en carrera y al final nos hemos quedado en ese grupo sin atacar”. Y es que el funcionamiento de los ‘pinganillos’ ocasionó bastantes críticas y bastantes chanzas, aunque ‘Purito’ lo dejó claro: la verdad es que nos faltó capacidad de reacción propia. Y es que, si sales con la mentalidad de que tienes que estar pendiente del ‘pinganillo’, a la que falla algo estás perdido”.

En la linea de salida de Mendrisio
© Josu Mondelo, para RFEC
No muy lejos de ese escenario tenía lugar el Mundial de 2009, aunque en tierras helvéticas, concretamente en Mendrisio. Dado el mayor coste de vida de Suiza, la RFEC reservó alojamiento en tierras transalpinas, pero la tensión Italia-Valverde había llegado al máximo, por lo que a última hora tuvo que optar por un segundo hotel en la misma ciudad suiza, pero exclusivamente para los ‘pro’, para el seleccionador –que ya era José Luis de Santos- y para un par de auxiliares “en orden a preservar el debido sosiego y la preparación, con el que los integrantes de su selección nacional profesional deben afrontar la cita mundialista”, según rezaba el comunicado federativo.

Con un recorrido muy selectivo, el máximo temor de la selección era “una escapada sin control” y, como siempre, el estado tras haber disputado la ronda española. “Hemos terminado bien la Vuelta. Muy bien no, porque el esfuerzo de tres semanas se termina acusando. Pero por forma y motivación no debe haber ningún problema”.

España borraba la mala imagen de Varese, con el bronce de un ‘Purito’ que comenzó en aquel Campeonato a dar el salto de calidad hacia la élite mundial. Cuarto era Samuel Sánchez y noveno un Valverde que no se mostraba decepcionado por el resultado, “ya que lo importante es la medalla para el equipo, y si encima es para un amigo como ‘Purito’, que se lo ha merecido totalmente, mejor. Hemos realizado un buen trabajo de equipo y solamente que ha habido otros corredores que han sido superiores”.

Fue el último Mundial del murciano por algún tiempo, cuya sanción italiana cobraba dimensión internacional al ser refrendada por la UCI. Ni en Geelong 2010, ni en Copenhague 2011, Valverde visitó los colores de la selección –por aquel tiempo esa impresentable combinación rojinegra-, para volver con renovados bríos en Limburgo 2012.

De regreso, en el podio © Román Mendoza, para RFEC
Dos medallas más

Y a tenor de sus manifestaciones, regresaba sin ganas de revancha “Es posible que empezara la temporada con rabia, pero se va pasando. Hay que ser deportivo, tener categoría y clase e ir a por las victorias y no pensar en lo demás. Lo pasado, pasado”, aunque terminaba diciendo que “no estaría mal que McQuaid me entregara el maillot. McQuaid o cualquier otro, claro”. Eso sí, en lo deportivo apuntaba que “otras veces he llegado con más dudas sobre mi estado, ahora sé que llego bien al Mundial”.

El resultado, aún con medalla y entregada por el presidente de la UCI, fue agridulce. “Valverde, no me jodas, pedalea que hay una medalla”, fueron las históricas palabras en la retransmisión en directo de Antonio Alix en Eurosport. Había atacado Philippe Gilbert, a la postre oro, y el murciano se quedaba en un grupo atrás que no pudo seguir al belga, pero dudando si tirar o esperar. “La idea era trabajar para Oscar, por lo que miré para ver si llegaba, pero la distancia era amplia y se estaba yendo gente como Boasson Hagen, Kolobnev, por lo que salí adelante para cazarlos y jugarme la plata”, una vez que el belga con su ataque certificaba el triunfo, aunque al final el murciano regresaba con el bronce. Por cierto, la despedida del ciclismo de Freire eclipsó el protagonismo de ‘Bala’ y su medalla en el hotel de la selección.

La tristeza se mascaba en el podio de Florencia
© Román Mendoza para RFEC
Pero el Mundial más esperado era el de Florencia, por su dureza –aunque el murciano consideraba en los días anteriores que el recorrido de Mendrisio era más selectivo-, que se incrementó por la continua lluvia caída durante toda la prueba. El desenlace seguramente lo recordarán todos: ‘Purito’ y Valverde junto a Vincenzo Nibali y Rui Costa, después de que Rigoberto Urán se descolgase por una caída. Ataque del catalán, reacción de luso que caza, indecisión del murciano que se queda con el siciliano en vez de cerrar el hueco. Conclusión: victoria fácil del portugués sobre ‘Purito’ y una doble presencia española en el podio más amarga que la hiel.  Mínguez, que debutaba como seleccionador, lo resumía perfectamente: “El oro era nuestro y lo hemos perdido. Valverde tenía que haber salido hasta a por el motorista”. Lágrimas de un inconsolable ‘Purito’, mientras que ‘Bala’ se justificaba: “Lo siento. No tenía piernas, te lo juro”, aunque el tuit de felicitación enviado al portugués, en aquel entonces compañero de equipo, tampoco contribuyó a aliviar la tensión. Ni que decir que la cena tuvo un nulo ambiente festivo.

Ponferrada, última presencia
en un podio mundialista © Ponferrada 2014
Sin asomo de mal rollo entre ellos, los dos ciclistas volvían a coincidir un año más tarde en Ponferrada, un Mundial de especial motivación para los españoles, aunque el seleccionador advertía que “al recorrido le falta dureza, por lo que tendremos que buscarla nosotros” y avisaba de lo que terminaría sucediendo: “Si alguien llega con diez segundos a la última subida puede ganar”. Y ese no fue otro que el polaco Michal Kwiatkowski, que se adelantaba al grupo de elegidos en el que Valverde se hacía con el bronce, en su sexta y hasta el momento última presencia en un podio mundialista. “Viendo quién me rodeaba en la última vuelta, todos los rápidos, y todos pendientes de mi rueda, llegué a pensar que ni siquiera conseguiría medalla”, reconocía. Y siguiendo con las anécdotas, en Ponferrada –bueno, en concreto en el hotel de O Barco de Valdeorrás- no hubo siquiera cena tras la carrera, ya que todos los corredores decidieron regresar a sus casas.

Richmond 2015, el último Mundial que ha corrido Valverde hasta la fecha, no le convencía mucho. “No es el recorrido más propicio para mí, aunque tiene su dureza y será complicado”. Y al final, descontando ese valiente ataque de Peter Sagan que le daría su primer ‘arco iris’, las medallas de jugaron en un sprint en el que el murciano era quinto. “Aunque el final era complicado, ha llegado toda la gente rápida, y en estas circunstancias el quinto puesto es para estar contento, porque era más gente rápida que yo, Un año más hemos estado ahí”.

No fue entonces, sino un año antes en tierras bercianas, cuando Eusebio Unzue pronunciaba unas palabras que, ojalá, se olviden este año y que no son sino la mejor despedida a este repaso. “El ciclismo es injusto con Valverde, al que debe un Mundial, por lo menos”.


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