
Tras ganar merecidamente el prólogo, una cronoescalada en la capital, perdió el liderato en la etapa reina por la estrategia –o falta de ella- de su compañero Gregorio Ladino. Y hoy ha buscado de nuevo el máximo protagonismo, con hasta tres ataques pensados no sólo para intentar desbancar a Oscar Sevilla, sino –sobre todo- para dejar clara la jerarquía del equipo ante su coequipier colombiano y satisfacer el deseo más humano, el de la venganza.
Si todo esto ha sido capaz de hacer en Chihuahua, no nos podemos ni imaginar lo que querrá demostrar en una prueba mayor ante todos aquellos que le ‘quitaron’ un Tour que ya tenía casi en el bolsillo. Rasmussen sabe que no volverá a pedalear en la carrera francesa. Pero que tiemblen por donde pise. El ciclismo no puede perder a un corredor con tantas ganas de ‘revancha’, de ciclismo, como él.
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