Sir Christopher Andrew –para amigos y rivales simplemente Chris- Hoy ha vuelto por sus fueros. El mejor velocista de la historia, el hombre que se llevó el increíble botín de tres medallas de oro en los Juegos de Pekín, ha conseguido este fin de semana en Manchester, en la primera manga de la Copa del Mundo de pista 2009-2010, idéntico resultado, con el triunfo en keirin, velocidad y velocidad por equipos, un oro por cada uno de los tres días de competición.
Con ello ha tapado la boca a muchos escépticos que hablaban de que estaba terminado, que la resaca del éxito olímpico había acabado con él. Bien es cierto que se emborrachó –quizás más de celebraciones que de gloria- con el histórico triplete que le llevó a la nobleza. Pero el bajón la temporada pasada parece completamente remontado, pese a que siempre nos quedará la duda de qué hubiera hecho en el Mundial de Pruszkow, el pasado mes de marzo, de no haber sido por su inoportuna lesión.
El escocés es un caso atípico al que la mala fortuna –en forma de eliminación del kilómetro del programa olímpico, la prueba en la que siempre había brillado- le ha permitido entrar en la leyenda. Campeón mundial de esta disciplina en 2002, 2004 y 2006, así como en Atenas 2004, tuvo que reconvertirse de ‘kilometrista’ a competir en velocidad y keirin si quería volver a triunfar en una Olimpiada. Y desde luego lo hizo de forma realmente afortunada, ya que junto al triplete olímpico logró dos oros, en estas dos nuevas disciplinas, en los Mundiales de 2008, tras haber ganado el keirin en Palma de Mallorca un año antes.
Con ello ha tapado la boca a muchos escépticos que hablaban de que estaba terminado, que la resaca del éxito olímpico había acabado con él. Bien es cierto que se emborrachó –quizás más de celebraciones que de gloria- con el histórico triplete que le llevó a la nobleza. Pero el bajón la temporada pasada parece completamente remontado, pese a que siempre nos quedará la duda de qué hubiera hecho en el Mundial de Pruszkow, el pasado mes de marzo, de no haber sido por su inoportuna lesión.
El escocés es un caso atípico al que la mala fortuna –en forma de eliminación del kilómetro del programa olímpico, la prueba en la que siempre había brillado- le ha permitido entrar en la leyenda. Campeón mundial de esta disciplina en 2002, 2004 y 2006, así como en Atenas 2004, tuvo que reconvertirse de ‘kilometrista’ a competir en velocidad y keirin si quería volver a triunfar en una Olimpiada. Y desde luego lo hizo de forma realmente afortunada, ya que junto al triplete olímpico logró dos oros, en estas dos nuevas disciplinas, en los Mundiales de 2008, tras haber ganado el keirin en Palma de Mallorca un año antes.
El hombre que quiso ser ciclista tras ver la celebérrima ‘ET, el extraterrestre’ y que llegó a los velódromos desde el BMX cuando era un quinceañero tiene una interesante historia, que podemos leer en el libro de Richard Moore, “Heroes, Villains & Velodromes” o en su recientemente publicada autobiografía (*). Pero lo más importante es que tiene presente, y que podremos seguir disfrutando de su descomunal potencia durante algún tiempo, y que tiene futuro, en la herencia que deja a sus jóvenes pupilos como Matthew Crapton, David Daniell o Jason Kenny. Y es que Gran Bretaña copó el podio en velocidad y en velocidad olímpica. ¡Que envidia!
(*) Por cierto, también da verdadera envidia que los mejores corredores del Reino Unido como Bradley Wiggins, Mark Cavendish o el propio Chris Hoy tengan editadas sus biografías, cuando aquí en España ningún ciclista tenga interés editorial.
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