A comienzos de la temporada 2008-09, unos días antes de su debut en Amézaga, José Antonio Hermida cortaba de raíz los rumores que señalaban que podría dedicarse con una mayor intensidad al ciclocross. “Soy un ‘biker’ y no hay que olvidarlo. Y aunque no haya Juegos, tengo muchos compromisos y objetivos. Si hago una gran temporada en invierno, luego me pasa factura durante la campaña de BTT”, declaraba en el semanario Meta 2Mil.
Pero no solamente el ciclocross no le afectó a su rendimiento posterior, sino que en mountain bike terminaba el año con la sensación de haber completado su mejor campaña, aunque le faltara la guinda de un éxito de relumbrón, como pudo ser una medalla –de las buenas, no la de chocolate- en el Mundial de Canberra.
La experiencia parece haberle convencido para dar una ‘vuelta de tuerca más’ en eso del ciclismo del barro. Su 2009 lo terminaba afrontando –y ganando- las primeras pruebas de la Copa de España, en Castilla y León. Y tras un descanso invernal de apenas quince días ha vuelto por donde solía, con dos victorias más en los últimos días, en Alcobendas y Valencia, que demuestran que va en ‘serio’.
No obstante, lo que más nos debe hacer confiar en las posibilidades de Hermida es su firme decisión de competir allende nuestras fronteras para coger puntos UCI, lo que le permita paliar en parte el gran problema de nuestros corredores: salir en posiciones muy retrasadas en las parrillas del Mundial. El de Puigcerdá no dudó ni un momento en apuntarse a la aventura de la selección de Paco Pla a finales de mes en Bélgica. Y aún realizará alguna salida más en enero.
Y todo ello, para avanzar algunos puestos en la colocación inicial que le permitan competir sin ese lastre de una mala posición de salida luego irrecuperable. Porque, en su debut mundialista, ya dio muestra de sus posibilidades, al acabar decimoséptimo. Por ello, el décimo tercer puesto logrado por David Seco en Monopoli 2003 –el mejor resultado español en décadas- está a su alcance.
Hermida lo sabe y por ello tiene verdadera hambre de ciclocross.
Pero no solamente el ciclocross no le afectó a su rendimiento posterior, sino que en mountain bike terminaba el año con la sensación de haber completado su mejor campaña, aunque le faltara la guinda de un éxito de relumbrón, como pudo ser una medalla –de las buenas, no la de chocolate- en el Mundial de Canberra.
La experiencia parece haberle convencido para dar una ‘vuelta de tuerca más’ en eso del ciclismo del barro. Su 2009 lo terminaba afrontando –y ganando- las primeras pruebas de la Copa de España, en Castilla y León. Y tras un descanso invernal de apenas quince días ha vuelto por donde solía, con dos victorias más en los últimos días, en Alcobendas y Valencia, que demuestran que va en ‘serio’.
No obstante, lo que más nos debe hacer confiar en las posibilidades de Hermida es su firme decisión de competir allende nuestras fronteras para coger puntos UCI, lo que le permita paliar en parte el gran problema de nuestros corredores: salir en posiciones muy retrasadas en las parrillas del Mundial. El de Puigcerdá no dudó ni un momento en apuntarse a la aventura de la selección de Paco Pla a finales de mes en Bélgica. Y aún realizará alguna salida más en enero.
Y todo ello, para avanzar algunos puestos en la colocación inicial que le permitan competir sin ese lastre de una mala posición de salida luego irrecuperable. Porque, en su debut mundialista, ya dio muestra de sus posibilidades, al acabar decimoséptimo. Por ello, el décimo tercer puesto logrado por David Seco en Monopoli 2003 –el mejor resultado español en décadas- está a su alcance.
Hermida lo sabe y por ello tiene verdadera hambre de ciclocross.
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