Faltan poco más de 120 horas para que la Vuelta a España 2010 suelte amarras, con una novedosa, y esperemos que exitosa, crono nocturna. Con ello comenzará la edición que conmemora el 75 aniversario del inicio de la ronda, aunque por aquello del cambio de fechas, con cuatro meses –menos un día- de retraso.
Y es que fue el 29 de abril de 1935, a las ocho y cuarenta y tres minutos de la mañana, cuando se ponía en marcha en los aledaños de la estación de Atocha aquella primera edición, con el banderazo dado por el entonces alcalde de Madrid, Rafael Salazar Alonso, con miles de madrileños como espectadores, y con cincuenta participantes en la línea de salida, una mitad con maillots azules y la otra, con verdes, sin una verdadera razón que justificase esta separación, ni siquiera la nacionalidad. Un día después se podía distinguir al líder de la general por su maillot naranja.
Entre estos cincuenta cilcistas, seis belgas, cuatro italianos, dos austriacos, dos franceses, dos holandeses y dos suizos junto a los treinta y dos españoles. Una participación extranjera bastante escasa en cantidad y en calidad, ya que solamente tres días más tarde del final de la ronda comenzaba el Giro de Italia, lo que retrajo a las grandes figuras mundiales que, además, no creían que la Vuelta se pudiera poner en marcha en apenas dos meses. Pero se organizó. Eso sí, de los que vinieron, muchos lo lamentaron al encontrarse con un recorrido durísimo, de catorce etapas, la mayoría de las cuales superaban los 250 kilómetros.
Por el contrario, nadie acusó –al menos no se recoge en las crónicas de la época- el original acto de presentación en el que se agasajó a los corredores con un cóctel preparado por el mítico Perico Chicote: Orange Bitters, Grand Marnier cordón rojo, Curaçao naranja, media copa de ginebra inglesa y media de vermouth italiano, con el adorno de una guinda, componían la fórmula mágica… que afortunadamente no ha tenido continuidad en el mundillo ciclista.
El primer ‘culpable’ de este tinglado fue el cántabro Clemente López-Dóriga y López-Dóriga, que había sido el artífice de la presencia de los hermanos Trueba en el Tour de Francia. Era periodista y vendió su idea de una ronda nacional a un diario, en este caso ‘Informaciones’, con lo que se enlazaba con la tradición de Tour de Francia y Giro de Italia, aunque sería más justo reconocer sus ‘méritos’ familiares en forma de medios económicos y contactos para sus aventuras ciclistas como mecenas. Sin embargo, no se debe desmerecer al otro ‘alma mater’ de la prueba, Juan Pujol, director del mencionado ‘Informaciones’, excelente profesional pero sobre todo un optimista nato, que contagiado del entusiasmo del cántabro, consiguió el dinero y los medios para que la Vuelta a España fuera una realidad.
Por cierto, este diario estaba muy vinculado a la CEDA, por entonces en el gobierno republicano en el llamado ‘bienio derechista’, que demostró muchísimo interés por este evento para unir al pueblo español por el deporte, para que se olvidaran las fuertes tensiones sociales de aquellos días. ¿Os suena de algo?
La Vuelta se desarrolló de forma notable –contando con una escala en Sevilla, nuestro actual punto de referencia, el 11 de mayo-, fue un éxito deportivo, tuvo un gran vencedor en Gustave Deloor, y los errores que cometió los corrigió un año más tarde, en la segunda edición. Pero el objetivo de unir al país fracasó estrepitosamente como todos sabemos… aunque la Vuelta volvió a renacer en 1941, en 1945, en 1955 y en 1979, para celebrar ahora, aunque sea con retraso, su septuagésimo quinto aniversario.
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