No hace falta que reconozca mi admiración hacia José Antonio Hermida porque dicen que se me nota mucho cuando hablo o escribo sobre él. Y desde luego el grito que pegué en casa cuando su nombre fue el primero en aparecer en la clasificación en vivo que nos ofrecía Tissot –la única forma en la que pude seguir la prueba- así lo evidenciaba. Y es que a los 32 años recién cumplidos, el de Puigcerdá alcanzaba ese ‘arco iris que ya había tenido como junior (en 1996 en Cairns), como sub-23 (en el 2000 en Sierra Nevada) e incluso por partida triple en los relevos, de forma esperada en 1999 y 2000, pero de manera increíble en Livigno 2005, pero que se le resistía en la máxima categoría.
En estos diez años, factores deportivos y extradeportivos se habían conjugado para impedirle luchar por el título que le faltaba. Estuvo muy cerca en 2005, cuando subió al podio por el bronce. E incluso el año pasado, cuando terminaba a un paso del tercer cajón en Canberra, en un agónico final en el que cedió en el sprint ante Florian Vogel. Todos temíamos que pudiera ser un Zoetemelk del BTT, estrellándose primero ante Julien Absalon, el mejor ‘biker’ de todos los tiempos, y posteriormente con el suizo Nino Schurter, el que parece su heredero natural. Pero el viejo gallo todavía sigue sabroso, como tantas veces se ha comentado en Twitter, tras el recital de ayer.
El hecho de que cada uno de los integrantes de la selección volase por su cuenta hacia América para participar antes en la Copa del Mundo de Windham, me impidió hablar con él personalmente antes del Mundial y de esta forma tener alguna referencia sobre su estado físico y, sobre todo, mental antes de la gran cita del año. Pero sus allegados me avisaban de un Hermida supermotivado y el hecho de que marcara el mejor tiempo en el ‘team relay’ no debía caer en saco roto. Y así ha sido.
Pero tengo que reconocer que mi admiración no es nada original, si vemos la cantidad y calidad de los mensajes de felicitación recibidos por Hermida en Twitter tras su arco iris. Y es que ante nosotros tenemos uno de los deportistas más carismáticos de la historia del deporte español. Y no exagero. La lástima es que el BTT apenas tenga interés mediático, algo incomprensible que contrasta con que la práctica del mountain bike sea una de los hábitos deportivos más presentes en nuestro país. Si Jose fuese tenista –por no hablar de futbolista o baloncestista- no habría español que no le conociera. Incluso si fuera ciclista de carretera, Contador empequeñecería a su lado. Y no tendría nada que envidiarle a Armstrong, sinceramente. Y pese a los cantos de sirena que le llegaron a comienzos de la década para que cambiara de ‘burra’, apostó decididamente por el BTT y ahora ha llegado el gran fruto. ¡Enhorabuena por tu tesón y tu fe!
También ha sido un día redondo por otros pequeños detalles, sobre todo ese sexto puesto de Carlos Coloma –del que siempre recordaré la frase que decía en Rotorua sobre su disposición a ser el líder carismático del equipo español, cuando Hermida tuvo que ‘volar’-, al que por fin le ha salido el Mundial que necesitaba, tras varios años realmente grises, incluso muy negros. O ese décimo de Iván Alvarez, otro ‘biker’ minusvalorado por su emigración a Italia. Paradójicamente, han sido los tres delfines de Hermida de los últimos tiempos –Rubén Ruzafa, Iñaki Lejarreta y Sergio Mantecón- los que menos han brillado en Canadá, pero los tres pueden –y deben- estar en lo más alto en cualquier momento.
No me olvido de Marga Fullana, cuyo recuerdo de Canadá será muy distinto, en la temporada más aciaga de su carrera profesional. Obviamente los mejores tiempos de la mallorquina han pasado –la edad no perdona y la competencia es más fuerte que nunca-, pero estoy seguro de que aún te queda algún cartucho por disparar. ¡Apunta bien y a por todo!
Fotos proporcionadas por el servicio de prensa de Multivan-Merida, equipo de Hermida
No hay comentarios:
Publicar un comentario