No pudo ser. Fernando Alonso tendrá que esperar –al menos un año- para lograr el tricampeonato mundial de Formula 1. Las mayores posibilidades –y ciertas- que tenía en base a su mejor puntuación se diluyeron ante la realidad –inapelable- de la potencia de los Red Bull, que, además, le hicieron morder el cebo de quien importaba era Mark Webber, poniendo en bandeja el título a Sebastián Vettel, aparte de otras circunstancias menores de carrera que, aunque alguno quiera sobrevalorar.
Confieso que he seguido la retransmisión en vilo, aunque sin dejar de tuitear con el ordenador, exasperado ante el exceso de publicidad de La Sexta, centrado en el aspecto competitivo, pero sin dejar de fijarme en otros puntos de interés extra deportivo. Sólo he desconectado una vez que todo había terminado, empapado de ideas sugerentes.
Y una vez más, como lo hacía el pasado mes de mazo, preguntándome, realmente preocupado, ¿por qué el ciclismo no es capaz de imitar este sistema de competición, como eje del calendario, aunque siguieran existiendo Giro, Vuelta y Tour, pero se acabase de una vez por todas con ese UCi Word Tour o como se quiera llamar? ¿Por qué?
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