Se veía venir. La ‘guerra de los pinganillos’ no ha hecho sino comenzar y la plaza de Palma es una de las más apreciadas de forma tradicional en todo combate ciclista que se precie, como primer campo de batalla de la temporada. Las aguas bajaban ayer calmadas, por lo que pude sondear, pero en el Paseo Marítimo de Palma los guerreros del asfalto se presentaban pertrechados de sus tradicionales ‘pìnganillos’. A modo de protesta. No han tardado mucho los comisarios en informar de las instrucciones de la UCI de no permitir la salida. Las mansas aguas se han tornado bravas, y al final, para propiciar el combate deportivo –aún yendo contra el reglamento-, se ha dado la salida. Con pinganillos… pero sin comisarios.
Total, en el coche del presidente del Jurado, conducido por el bueno de Toni Cerdá, tan sólo iba este servidor, que a sus labores de radio vuelta iba a unir la de presidente en funciones… aunque la verdad es que no he tenido mucho trabajo: un par de consultas y otro par de autorizaciones de paso. A ver si va a ser verdad lo que un día dijo Fignon de que ellos mismos ejercerían de árbitros.
Pero esta no ha sido mi primera vez, ya que hace ya bastantes años, cuando ejercía también como ‘radio vuelta’ en Castilla y León viví una situación similar, aunque mucho más cómica. El presidente de la ‘Giuria’ –no puedo dar más pistas, entre otras razones porque he olvidado afortunadamente el nombre de dicho personaje- era un fulano obsesionado por saber por qué no había tanta marcha nocturna en las poblaciones en las que recalábamos como en las que había visitado en su anterior carrera en España; y cabreado hasta límites insospechados porque hablábamos demasiado por las emisoras y no le dejábamos descansar.
Un día, cuya víspera debió corresponder con sus deseos de diversión, decidió echarse un sueñecito reparador en los primeros kilómetros de la etapa, advirtiéndonos al conductor y a mí que no le despertáramos bajo ningún concepto… con tan mala suerte que el viento se levantó y el pelotón estalló en tres o cuatro grupos. Respetamos su decisión, y tomé las riendas ‘en funciones’. Y en colaboración con los dos adjuntos –dos excelentes personas y grandes profesionales- nos hicimos con la situación rápidamente: Barrages por aquí, control por allá… Incluso el viento amainó antes de que este personaje despertase. Os puedo jurar que no se enteró de nada. Por otro lado, también puedo asegurar que ha sido el único árbitro con el que me he cruzado en mi vida –y han sido muchos- con una actitud tan antiprofesional.
La situación de hoy no ha sido tan cómica, sino bastante tragicómica. Y es que por mucha razón que se tenga, este no es el camino para hacer valer unas reivindicaciones que, como sabéis, me parecen completamente justas. Incluso a personas que hoy han tenido que jugar en campo contrario. Me imagino que las repercusiones seguirán siendo mínimas. Y, sin pinganillos, el ciclismo seguirá sin escuchar. La guerra no ha hecho sino empezar.
PD: La foto -perfectamente captada- es del gran Josu Mondelo. Gracias.
La verdad que la situación si ha sido tragicómica...pero bueno, me alegro de que hayas sido tú y de que tengas tiempo para todo!
ResponderEliminarUn abrazo!!
si hay que sacar algo positivo, es un nuevo conato de union entre los deportistas, que aunque seguro que todos no estan a favor del pinganillo (tambien hay profesionales actuales en contra de el), han hecho piña (¿¿o habia "esquiroles"??)
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