Algún día tengo que escribir un post sobre el diseño en el ciclismo, un aparatado que desgraciadamente está insuficientemente cuidado, y que realmente me apasiona. Y es que son muy pocos los maillots que cumplen los tres requisitos básicos que debe cumplir una equipación: correspondencia con la imagen de marca del patrocinador o patrocinadores, originalidad, es decir, que sea fácilmente diferenciable de los demás, y visibilidad, o lo que es lo mismo, que se distinga bien en un pelotón que muchas veces rueda a gran velocidad.
Como ocurre con el arte (moderno), no se trata de acompañar con palabras la justificación de una obra, de una imagen, de unos colores, en definitiva de un diseño. Es tan simple como que cualquier maillot bien diseñado debe explicarse por sí solo. Sin palabras ni mucho menos palabrerías. El diseño no es sólo estética, es efectividad, y como ejemplo pongo el maillot del antiguo Lotus, luego Festina. No era bonito precisamente, pero cumplía los tres objetivos.
Pero mientras que me documento para ese futuro post, no puedo resistirme a seguir comentando el maillot presentado hoy por el Radioshak-Nissan-Trek. Por mucho que se pueda justificar el diseño con cualquier argumentación a posteriori, para el común de los mortales, lo que verá es el añadido de la franja de Radioshack al insulso e incompleto –porque le faltaba espónsor- jersey del Leopard 2011. Y con el agravante de que podían haber tomado como base para el equipo fusionado el original, vistoso e identificativo último maillot de Radioshack. Sinceramente, el mejor equipo del mundo en muchos aspectos, y no sólo deportivos, merecía bastante más.
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