He oído tantas veces eso de que “hacia donde se va a
orientar Peter Sagan” o “en que tipo de corredor se convertirá” que después de
verle conseguir sus últimos éxitos –esa ‘manita’ en California o el trío que
lleva ya en Suiza-, me asalta una duda: ¿Realmente sería bueno para el ciclismo
perder un corredor tan polivalente y espectacular como el eslovaco por el
camino de la especialización?
No es esprinter, pero ojito con él en una llegada que
tenga alguna dificultad; no es escalador, pero en los uphills pocos le pueden
superar. Y tampoco se le puede clasificar de rodador, pero el sábado se estrenó
ganando ni más ni menos que a Cancellara. Por su fortaleza y por su ambición,
es capaz de todo. Y de hacerlo bien. Su polivalencia y ambición me recuerdan a
las de Eddy Merckx y Bernard Hinault, los dos supercampeones más ‘killers’ de
la historia del ciclismo moderno.
Sus 22 años también juegan a su favor, ya que ganará en experiencia y en solidez y eso le servirá para aspirar a logros mayores. Sin embargo, me dolería profundamente que esa especialización –por ejemplo, en corredor de vueltas por etapas- nos sirviera para encontrarnos a un ciclista más prudente, más calculador.
Porque lo bueno que tiene Sagan es esa mezcla de saber que
puede aparecer en cualquier momento, pero sin que nadie pueda asegurar cuándo,
cómo o dónde lo va a hacer. Y en estos momentos este espectáculo, basado en su
polivalencia, es algo de lo que el ciclismo no puede prescindir.
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