Dicen que todo el mundo de una
cierta edad recuerda perfectamente que estaba haciendo el día del asesinato del
presidente Kennedy. Para los más jóvenes -o los menos mayores- ese recuerdo
imborrable lo tenemos del 11 de marzo de 2004, el día de la mayor tragedia de
la historia reciente de España (*).
La primera noticia que tuve fue
en casa, a punto de salir para el aeropuerto donde debía coger un vuelo hacia
Mallorca, lugar de concentración de la selección española de BTT. El entonces
seleccionador, Guillermo de Portugal, había anunciado ya la lista de olímpicos
para Atenas, José Antonio Hermida, Iván Álvarez, Marga Fullana y Janet
Puiggros, a los que tenía que hacer unas fotos y alguna entrevista.
Camino al aeropuerto, la
seguridad de que el vuelo no iba a ser suspendido coincidía con las noticias
cada vez más terribles, pero todavía muy confusas, de lo sucedido en esa línea
férrea de Cercanías, con macabras escalas en Santa Eugenia o El Pozo, antes de
llegar a Atocha.
Tras un vuelo sordo e inquieto
–creo que fue una de las pocas veces que no me dormí en un avión-, en Palma,
donde me esperaba la masajista Giorgia Canyellas, a la que entonces apenas
conocía, tampoco había mucho más que contar, salvo esa certeza de la autoría de
ETA: suposición que aceptábamos los desinformados, por la tradición sangrienta
de la banda, aunque fuese una teoría alternativa interesada por los que sí
disponían de información.
Aparte de los ‘preolímpicos’,
del seleccionador y la buena de Georgia, estaban el magnífico Hotel Hipocampo
de Cala Mitjor los corredores Alejandro Díaz de la Peña, Antonio Ortiz, Rubén
Ruzafa, Carlos Coloma, Iñaki Lejarreta y Silvia Rovira; el preparador físico Mikel
Zabala, el doctor Angel Gutiérrez, el mecánico Carlos Arrebola y el masajista Juan
Pablo Escribano.
El objetivo era hacer equipo,
sobre todo por la polémica surgida de llevar a Iván Álvarez como segundo
corredor a los Juegos, junto al intocable Hermida. Coloma no comulgaba con esa
decisión –y supongo que diez años después seguirá pensando lo mismo- pero ello
no afectó al buen ambiente que siempre hubo en esta selección. Más sorprendente
para todos era la integración de Fullana, una corredora que hasta ese momento parecía
vivir en en una burbuja, muchas veces aislada y fuera del propio equipo
nacional. “He reflexionado mucho de lo que ha
sucedido últimamente y he visto que no podía seguir así”, me comentaba
entonces.
Allí también estaba
el inolvidable Lejarreta, que fue quien nos dijo que le habían llegado noticias
desde Euskadi, con el rotundo desmentido de ETA de tener algo que ver con los
atentados. Lo decía sin ningún tipo de implicación, con un carácter informativo
que era de agradecer en esos momentos de oscuridad y que nos hacía temer que
había algo extraño en la insistencia machacona letanía que se repetía desde Madrid.
….
Me hubiera quedado
de buena gana en Mallorca terminado mi trabajo, pero tenía una reunión federativa
el 12-M en Madrid… que como otras muchas actividades oficiales fue cancelada. La
concentración siguió un par de días más, y unos meses después tres de nuestros
corredores estuvieron en Londres; no así Puiggrós vencida por la presión del
dopaje en un momento en que los resultados no llegaban. Coloma tuvo que aplazar
su debut olímpico en Pekín 2008 –donde estuvo a punto de quedarse fuera, aunque
esa es otra historia- repitiendo, con un meritorio diploma, en Londres 2012. Y
tanto el riojano como el sempiterno Hermida cuentan con bastantes posibilidades
de sumar una nueva experiencia en los Juegos de 2016, en la cálida Río de
Janeiro. Álvarez también sigue en activo… pero ya lejos del nivel de aquellos
años.
En Madrid, el
protagonismo en esos días siguientes correspondió, a falta aún de What’s Apps y
Twitters, a los SMS que contribuyeron a canalizar una protesta ciudadana que
siempre recordaremos, contra una manipulación que se cayó por su propio peso por
su inconsistencia, alimentada por el cerril interés de los gobernantes, y que
se reflejó en un inesperado resultado electoral, más como castigo a los
culpables de la farsa, que como premio a los socialistas.
Diez años después
–y con las víctimas como parte del juego-, conviene no olvidar que los autores
de aquel burdo intento de manipulación, por mucho que quieran seguir alimentando
la teoría de la conspiración, son quienes hoy nos gobiernan, los que intentan
seguir manipulándonos día a día. No con una gran mentira, como entonces, pero sí
con muchas pequeñas falsedades interesadas, con el mismo fin: que no conozcamos
la verdad, la triste realidad de nuestro país. No debemos olvidarlo en las
próximas elecciones –pese a no estar tan cercanas como en 2004-, que es cuando
tenemos que demostrar de nuevo que la mentira se paga, aunque sea más
complicado acertar con aquellos que realmente nos muestren, o, por lo menos,
nos acerquen la verdad.
(*) Para los que no
os llegue la memoria, os recomiendo esta lectura.
Interesante reflexión la que expones, gracias.
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