Lanzaba esta mañana Ciclo21 la cuestión sobre si los
profesionales deben participar o no en marchas cicloturistas. En este sentido,
la UCI lo tiene muy claro, ya que en su artículo 2.2.008 dice que “los
corredores pertenecientes a un UCIProTeam o a un continental profesional no
pueden participar en pruebas de ciclismo para todos, salvo autorización expresa
del CCP”. Este artículo tiene una excepción y es que sin necesidad de dicha
autorización, pueden participar, una vez, en una prueba cicloturista que lleve
su nombre.
Para el caso de los continentales, el número de permisos anuales
se eleva a tres. Igualmente, siempre siguiendo el mencionado artículo del
Reglamento del Deporte Ciclista, se limita a un máximo de tres corredores el
máximo permitido en cada prueba cicloturista, siendo competencia del corredor
asegurarse ante el organizador de que el número no se supera. No obstante,
desconozco si existe un control más o menos riguroso por parte del máximo
organismo internacional sobre estos aspectos.
En líneas generales, coincido con la UCI en este último
aspecto, en el que el número de profesionales en una marcha no debe ser muy
elevado para que no se distorsione su sentido. Sin embargo, creo que la
presencia de las grandes figuras es un aliciente para cualquier participante en
una prueba de ciclismo para todos. Sin irnos –temporalmente hablando- muy
lejos. ¿Cuántos participantes del millar de cicloturistas que se dieron cita el
domingo en Santander habrían participado sin la presencia de Alberto Contador
por mucho que la Marcha llevase su nombre?
Es más, creo que una de las ‘obligaciones morales’ de los
profesionales es dejarse ver en estos eventos que, en muchos casos, no son una
competencia para el ciclismo, sino una forma de promoción popular que no viene pero
que nada mal. Especialmente en el caso de los más jóvenes, aunque por este
camino no se ha profundizado mucho… y además ese no es el tema de este ‘post’
(aunque algún día hablaré de él).
Otra cosa muy distinta es el papel que estos corredores
deben tener en este tipo de pruebas, que no debe tener ningún matiz competitivo
y sí mucho de relaciones públicas para con otros participantes de la marcha que
jamás olvidarán, por ejemplo, que un Contador, un Valverde, un Perico les haya
echado una mano en un momento complicado o simplemente haya estado charlando
con ellos algunos segundos.
Matiz competitivo que, por cierto, habría que ‘encauzar’
de alguna forma, ya que es el gran problema del cicloturismo. Porque es
perfectamente comprensible que cualquier ciclista, sea del nivel que sea –salvo
los ‘pros’, obviamente-, tenga ese afán de superación que se traduzca en un
tiempo, en la mejora de sus registros. Pero no esa ‘clasificacionitis’
imperante y mucho menos esos textos que solemos ver –y no sólo en prensa- de
que ‘Fulanito ha sido el vencedor de la Marcha XXX’. Quien quiera convertir su
ocio en competición, ya tiene las alternativas de las carreras para todas las
edades, desde seniors hasta masters 60.
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