Fue con Jesús Guzmán
-la voz en moto de Radio Vuelta más importante del pelotón nacional-, con quien
iniciaba esta serie de ciclistas reconvertidos en profesiones relacionadas con
las competiciones ciclistas, pero sin caer en los ‘tópicos’ de directores
deportivos, auxiliares o conductores en competiciones- Y es otra persona
vinculada a las comunicaciones en carrera, Fermín Trueba -como responsable de
una empresa que proporciona estos servicios-, el protagonista de esta sexta
entrega.
Trueba es, sin duda, un apellido con tradición en nuestro
deporte, especialmente en su Cantabria natal, aunque nuestro Fermín no tiene
ninguna relación cercana con Vicente Trueba o Fermín, hermano menor de la
mítica ‘Pulga de Torrelavega’. “Eran primos de mi abuelo -nos cuenta-, pero no
tuve ningún contacto con ellos”. No obstante, sí tiene raíces ciclistas, ya que
su padre -Marcos- fue ciclista amateur y director de equipos, lo que influyó
para que se dedicara a este deporte, con notables éxitos en las categorías
inferiores, aunque sin poder estrenarse en la máxima, donde militó dos años en
Zahor -1988 y 1989- y uno más en Paternina -1991-, después de un paréntesis de
una campaña recalificado en el campo amateur. “Pasar es difícil, pero
mantenerse lo es más y desgraciadamente no depende sólo de ti. Preparación,
calendario, suerte y resultados pueden llevar a mantenerte como profesional o a
quedarte fuera”. Aun así se muestra muy satisfecho de aquellos años: “Realmente
lo valoras mucho más después”.
Como bastantes ex corredores, su carrera mantuvo la
vinculación habitual con el ciclismo: director de equipo, comercial,
responsable de una tienda en Santander o conductor en Vuelta a España -también
llegó a ser durante algunos meses vocal de la RFEC- hasta que casi de rebote se
encontró metido en el mundo de las comunicaciones ciclistas, lo que se conoce
como radio vuelta. “Tuve una experiencia que salió mal, pero pensé que podía
ser interesante para seguir vinculado con el ciclismo”.
Así Trueba Sport -precisamente la denominación de su
comercio- pasaba a tener una nueva faceta a partir de 2014. “En España,
principalmente trabajo en carreras de aficionados, como Galicia, Coruña,
Navarra o Zamora, aunque ya llevo varios años acudiendo a la Challenge de
Mallorca. Pero también acudo a pruebas en América, en países como Paraguay,
México o República Dominicana. En principio, cuento con unos medios suficientes
para cubrir cualquier tipo de carrera -entre 70 y 80 equipos se suelen
distribuir-, salvo aquellas como Vuelta a España en las que ya entran en juego
otros factores tecnológicos, como pueden ser las comunicaciones aéreas”,
precisa.
Y aunque esta experiencia “me permite estar en contacto
con el ciclismo, no suelo enterarme mucho de lo que sucede en las carreras.
Conozco a muchos ciclistas, pero por relaciones exteriores; cuando estamos en
competición no me fijo en ellos, ni siquiera sé quien gana. Mi preocupación es
que no haya problemas en las comunicaciones”. Aparte de aquellas etapas en las
que la orografía juega en contra, “los principales problemas llegan cuando hay
una escapada con muchos minutos de diferencia, en la que tienes que hacer de
puente para garantizar que se escuche bien, y al mismo tiempo dar un apoyo a
las motos de información, que no pueden moverse con tanta facilidad entre
grupos por las distancias”.
La ‘avería’ más
común: no encender la emisora
En este sentido, “mi trabajo tiene una visión radicalmente
contraria a la de la propia competición. Cuando gana un corredor recibe todas
las felicitaciones del mundo. Pero aquí cuando todo sale bien, no hay ninguna
muestra de elogio; es cuando fallan las emisoras cuando todo el mundo se
‘acuerda’ de ti. En general la gente es bastante comprensiva, aunque hay
algunos que se ponen nerviosos y te llegan con malos modos”. Lógicamente no
quiere sacar nombres a relucir, aunque tampoco se acuerda -pese a la
insistencia- de alguna anécdota, salvo “el hecho de que la mayor parte de las
‘averías’ son simplemente que se han olvidado de encender o enchufar la
emisora, o que llevan el volumen bajado”.
Los peores momentos llegan cuando “no das con el problema.
Por ejemplo, cuando piensas que es un problema de recepción de un equipo y lo
que falla es la emisora. O cuando ya sabes dónde ubicar el problema, pero crees
que es el aparato y a lo mejor es el cable de la antena”. Y si la instalación
de emisoras conlleva un trabajo adicional, la recogida de las mismas tras la
prueba también requiere una dedicación especial y más motivada por las prisas
de terminar y salir corriendo, “aunque lo normal es que no haya ningún problema
y tanto equipos como organización devuelven todo el material en condiciones”.
Y entre carrera y carrera, Fermín sigue viviendo de cerca
el ciclismo. No en la tienda, sino por sus vástagos. Por un lado, Alvaro, un
chaval de 25 años, que este año se estrena con los colores del Sporting Tavira
portugués, después de dos años militando en el Efapel, también el país vecino.
“Espero que la experiencia de las dos primeras campañas en las que trabajó para
sus compañeros le sirva para tener oportunidades este año y demostrar su
valía”. Y aunque Fermín ha dirigido a su hijo en varias ocasiones “creo que
nunca he hecho radio vuelta en una carrera en la que él estuviera
participando”. Y por otro al pequeño Pablo, que con 17 años sigue en la línea
familiar, y no sabemos algún día su nombre sonará por las emisoras de Trueba
Sport.
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