Esta mañana he pasado por alto un escueto y aséptico titular en biciciclismo: ‘Fallece Dimitri de Fauw’. Realmente no me he parado a pensar si era un ciclista en activo o un ex corredor y mucho menos en la causa de su muerte. Tan sólo cuando el más escandaloso 'Se suicida el ciclista con el que chocó Isaac Gálvez' de El Mundo se ha cruzado ante mis ojos, he comprendido la magnitud de esta tragedia humana.
La muerte de Gálvez en los Seis Días de Gante, va a hacer ahora a final de mes tres años, fue una de esas desgracias de esas que, probabilísticamente hablando, son casi imposible que sucedan. Pero en el caso del ciclista catalán sucedió. Un choque fortuito con otro corredor provocando su caída. Lo habitual es que se lance hacia el interior de la pista. Pero en esta ocasión salió despedido hacia el exterior y colisionó contra la balaustrada con tan mala suerte de causarle una hemorragia interna mortal de necesidad.
Y aunque se recordó que era el primer ciclista muerto en una pista en años, se escribieron muchas tonterías por parte de gente que, posiblemente, no haya pisado en su vida un velódromo y que creen que esto es igual que los circuitos de Fórmula 1: que si escapatorias, que sin zonas muertas, que si barreras de protección… Lo dicho: un caso entre un millón, que llevaba el nombre en negro de Isaac.
Tampoco tuvo nada que ver el infortunado De Fauw en esto. Fue un lance de la carrera. Pero en este caso, el nombre del ciclista belga quedó asociado al fallecimiento. Y todo esto minó su salud mental, con periódicas depresiones desde entonces, a pesar de que siguió compitiendo en los velódromos, como estuvo haciendo la semana pasada en Grenoble.
Nada hacía pensar este luctuoso desenlace, aunque en su dramática lucha interna, haya finalmente optado por la muerte como compañera de su próxima americana. Descanse en paz.
La muerte de Gálvez en los Seis Días de Gante, va a hacer ahora a final de mes tres años, fue una de esas desgracias de esas que, probabilísticamente hablando, son casi imposible que sucedan. Pero en el caso del ciclista catalán sucedió. Un choque fortuito con otro corredor provocando su caída. Lo habitual es que se lance hacia el interior de la pista. Pero en esta ocasión salió despedido hacia el exterior y colisionó contra la balaustrada con tan mala suerte de causarle una hemorragia interna mortal de necesidad.
Y aunque se recordó que era el primer ciclista muerto en una pista en años, se escribieron muchas tonterías por parte de gente que, posiblemente, no haya pisado en su vida un velódromo y que creen que esto es igual que los circuitos de Fórmula 1: que si escapatorias, que sin zonas muertas, que si barreras de protección… Lo dicho: un caso entre un millón, que llevaba el nombre en negro de Isaac.
Tampoco tuvo nada que ver el infortunado De Fauw en esto. Fue un lance de la carrera. Pero en este caso, el nombre del ciclista belga quedó asociado al fallecimiento. Y todo esto minó su salud mental, con periódicas depresiones desde entonces, a pesar de que siguió compitiendo en los velódromos, como estuvo haciendo la semana pasada en Grenoble.
Nada hacía pensar este luctuoso desenlace, aunque en su dramática lucha interna, haya finalmente optado por la muerte como compañera de su próxima americana. Descanse en paz.
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