Antonio Alix, uno de los periodistas que mejor conoce el ciclismo desde dentro, escribe hoy en la Voz de Galicia el siguiente artículo de opinión sobre el control antidopaje realizado a Oscar Pereiro cuando estaba en un bar:
“El control a Pereiro ha provocado exaltadas declaraciones contra el sistema antidopaje y contra los encargados de hacerlo. Y a su vez solidaridad con los ciclistas y comparaciones con los controles que se hacen en otros deportes. Unas comparaciones que caen por su propio peso: los controles los hace la UCI, no el COI o el CSD. Si un organismo suprafederativo los hiciese solo a ciclistas yo sería el primero en indignarme, pero si lo hace su federación no hay protesta posible, todos los ciclistas lo saben, está en sus contratos. Quien quiere estudiar Arquitectura no tiene por qué protestar de que para Derecho se pida menos nota de acceso; o quien quiera ser piloto de avión diga que para conducir un autobús las pruebas sean más fáciles.
No creo que nadie me vaya a negar que los controles en competición no son suficientes: los ciclistas no solo se dopan ese día. Por eso se instauraron fuera de ella (algo que se hace en muchas más federaciones); pero se siguen dopando, quiero creer, eso sí, que cada vez menos, que el porcentaje actual de tramposos es pequeño. De manera tan sofisticada y calculando tan al detalle dosis y fechas que ha sido necesario llegar al sistema de seguimiento llamado Pasaporte Biológico y a tenerlos siempre localizados para el control, porque con medidas más suaves no se cerraba el grifo. La culpa es por tanto de quienes se dopan, no de quienes les controlan, de esos a despectivamente llamados vampiros a los que se pone como los malos de la película. Si hay que desnudarse es porque había quien trataba de engañar dando otra orina que se llevaba preparada en un preservativo; si hay que lavarse las manos y orinar delante del controlador es porque algunos echaban una sustancia en polvo que llevaban entre los dedos, la cual impedía que se detectase el producto prohibido. ¿Son culpables los controladores de eso? Estoy seguro que a ellos les gustaría confiar en el ciclista y dejarle orinar en solitario; o mejor, que ese ciclista llevase la muestra al laboratorio y así se evitarían largos viajes en busca de muestras. O lo ideal, que su trabajo desapareciese porque nadie hiciese trampas. Pero el mismo día que se dio publicidad al control a Óscar en el bar, se conoció el resultado positivo (muestra A, falta el contraanálisis) de Alberto Fernández de la Puebla, por EPO”.
Posteriormente dirige su disertación hacia aquellos que protestan contra estos controles, pero no contra “los tramposos, los que manchan al resto, los que provocan que se vayan los patrocinadores de equipos y carreras, los que hacen bajar las audiencias”. Tiene toda la razón, aunque a lo que quiero llegar es a algo distinto, a que han sido, son y serán –si siguen así- los propios ciclistas los causantes de que los controles antidopaje hayan sido, sean y serán de esta forma, tan ‘inhumana’ y que puede ir contra otros derechos fundamentales de la persona. Bien por obra –por los hechos del pasado y del presente, y esperemos que no del futuro, de nuestro deporte-, bien por omisión, por no haberse opuesto de forma clara a algunas prácticas respecto a la realización de los controles que, en otros deportes, efectivamente, han sido, son y serán intolerables.
Tenemos lo que nos merecemos: obviamos las leyes pero no sus consecuencias.
“El control a Pereiro ha provocado exaltadas declaraciones contra el sistema antidopaje y contra los encargados de hacerlo. Y a su vez solidaridad con los ciclistas y comparaciones con los controles que se hacen en otros deportes. Unas comparaciones que caen por su propio peso: los controles los hace la UCI, no el COI o el CSD. Si un organismo suprafederativo los hiciese solo a ciclistas yo sería el primero en indignarme, pero si lo hace su federación no hay protesta posible, todos los ciclistas lo saben, está en sus contratos. Quien quiere estudiar Arquitectura no tiene por qué protestar de que para Derecho se pida menos nota de acceso; o quien quiera ser piloto de avión diga que para conducir un autobús las pruebas sean más fáciles.
No creo que nadie me vaya a negar que los controles en competición no son suficientes: los ciclistas no solo se dopan ese día. Por eso se instauraron fuera de ella (algo que se hace en muchas más federaciones); pero se siguen dopando, quiero creer, eso sí, que cada vez menos, que el porcentaje actual de tramposos es pequeño. De manera tan sofisticada y calculando tan al detalle dosis y fechas que ha sido necesario llegar al sistema de seguimiento llamado Pasaporte Biológico y a tenerlos siempre localizados para el control, porque con medidas más suaves no se cerraba el grifo. La culpa es por tanto de quienes se dopan, no de quienes les controlan, de esos a despectivamente llamados vampiros a los que se pone como los malos de la película. Si hay que desnudarse es porque había quien trataba de engañar dando otra orina que se llevaba preparada en un preservativo; si hay que lavarse las manos y orinar delante del controlador es porque algunos echaban una sustancia en polvo que llevaban entre los dedos, la cual impedía que se detectase el producto prohibido. ¿Son culpables los controladores de eso? Estoy seguro que a ellos les gustaría confiar en el ciclista y dejarle orinar en solitario; o mejor, que ese ciclista llevase la muestra al laboratorio y así se evitarían largos viajes en busca de muestras. O lo ideal, que su trabajo desapareciese porque nadie hiciese trampas. Pero el mismo día que se dio publicidad al control a Óscar en el bar, se conoció el resultado positivo (muestra A, falta el contraanálisis) de Alberto Fernández de la Puebla, por EPO”.
Posteriormente dirige su disertación hacia aquellos que protestan contra estos controles, pero no contra “los tramposos, los que manchan al resto, los que provocan que se vayan los patrocinadores de equipos y carreras, los que hacen bajar las audiencias”. Tiene toda la razón, aunque a lo que quiero llegar es a algo distinto, a que han sido, son y serán –si siguen así- los propios ciclistas los causantes de que los controles antidopaje hayan sido, sean y serán de esta forma, tan ‘inhumana’ y que puede ir contra otros derechos fundamentales de la persona. Bien por obra –por los hechos del pasado y del presente, y esperemos que no del futuro, de nuestro deporte-, bien por omisión, por no haberse opuesto de forma clara a algunas prácticas respecto a la realización de los controles que, en otros deportes, efectivamente, han sido, son y serán intolerables.
Tenemos lo que nos merecemos: obviamos las leyes pero no sus consecuencias.
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