Esta mañana se ha presentado en el Monasterio del Prado –sede de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta- en Valladolid la XXV edición de la Vuelta a Castilla y León, que tendrá lugar a mediados del próximo mes de abril. En tan importante aniversario, no he querido perderme la presentación –notablemente llevada por un Pedro Delgado que va camino de superar en el campo de la comunicación su periplo como corredor- de una ronda a la que me vida profesional ha estado muy ligada: comencé con ellos cuando se convirtió en internacional, en 1996, después de ser una challenge de pruebas independientes –al principio- y luego de carreras consecutivas –como ocurre ahora con Mallorca-; viví su crecimiento en sus sucesivas fases de verano y de primavera; pero tuve que dejarla en su apogeo, en 2007, por la coincidencia de fechas con el Campeonato del Mundo de pista. Y curiosamente este año en que ya dejan de solaparse, no estaré ni en el velódromo mundialista ni en las carreteras castellano-leonesas, quizá por un malentendido, quizá por intereses ajenos. En todo caso, confío en que nuestros caminos vuelvan a cruzarse.
Pero no miremos al pasado, ni siquiera al futuro, sino a este presente inmediato del mes de abril. Tras tener que dejar las excelentes fechas de finales de marzo –justo las que ocupa ahora mismo la ‘Volta’- en la enésima remodelación del UCI Pro Tour, el futuro de la Vuelta a Castilla y León parecía seriamente comprometido. Sin embargo, la ronda del Club Ciclista Cadalsa sale adelante e incluso se refuerza considerablemente.
Por un lado, el presente Año Xacobeo le ha dado la ‘excusa’ perfecta para recorrer el llamado camino francés, como hizo en 2004, el año en que ‘explotó’ Alejandro Valverde con tres etapas. Pero además con la guinda de terminar en la mismísima Santiago de Compostela, en el primer final castellano-leonés fuera de la frontera. Y en cinco días que tienen tanto interés turístico como deportivo, con un recorrido en el que sobresalen el final en el Alto del Morredero y la crono de Ponferrada, al día siguiente, en lo que debe ser el primer test de los bercianos en sus aspiraciones mundialistas. Lástima que haya que esperar más de diez años para el próximo Año Santo, aunque en esta ronda siempre se han llevado bien turismo y deporte: no en vano, comparten Consejería.
Por otro, la participación. No va a ser como en 2009, cuando la presencia de Lance Armstrong propició que hubiera más periodistas que público en la salida de Paredes de Nava, aunque el sueño poco duró por culpa del batacazo del tejano en las carreteras palentinas. Aun así, la presencia de Alberto Contador –ganador dos veces de la Vuelta y segundo el año pasado- ya supone un atractivo deportivo y mediático que garantiza el éxito de la carrera. Y más teniendo en cuenta que el de Pinto pertenece a esa estirpe de corredores de antaño, que no vienen a entrenar sino a intentar ganar.
Y el tercer punto que debe garantizar el éxito debe ser la televisión. Definitivamente olvidados los tiempos en que Televisión Española ofrecía en directo todas las pruebas ciclistas, la mayor parte de las carreras tienen que recurrir a resúmenes en Teledeporte, como mucho. Aquí, la Televisión de Castilla y León ha cogido el relevo de apostar por el ciclismo y será un excelente soporte: y aunque fuera de la región no se podrá seguir la prueba, “dentro” se podrán contemplar todos los finales en directo, pese a que sigo pensando que el futuro de este deporte pasa más por buenos resúmenes que por malos directos.
Los organizadores de esta carrera no saben lo que se pierden sin tener al autor de estas letras entre sus colaboradores. Allá ellos.
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