Aunque la mirada del 99,9% de los aficionados al ciclismo en carretera estaba puesta ayer de forma casi exclusiva en los Campos Elíseos de París, un porcentaje mucho menor teníamos como principal punto de mira de la jornada otro escenario muy distinto y alejado, Segovia, donde este fin de semana se han disputado los Campeonatos de España de ciclismo para dos categorías radicalmente opuestas, juveniles y veteranos –y aquí englobo a lo que se denominan tanto seniors como masters-. Y la verdad es que no me arrepiento en absoluto de haber sido espectador de lujo de estos Nacionales.
Es paradójico que dos categorías tan distintas coincidan en un mismo escenario para dilucidar sus respectivos Campeonatos, aunque perfectamente comprensibles las razones –organizativas y económicas- que han dado origen a esta fusión contra natura. Por un lado tenemos a los juniors, al llamado ciclismo del futuro, al evento que ha reunido a los que serán profesionales dentro de pocos años, recurriendo al tópico, a los sucesores de Contador. Por otro, a unos ciclistas que no podemos llamar del pasado bajo ningún concepto. Ni por la ilusión que destilan, ni por el empeño que ponen en sus pruebas. Ni muchos menos por los medios con los que compiten algunos. Y desde luego, ha sido un cincuentón recién estrenado, el navarro Javier Meoqui, el protagonista de las imágenes más emotivas del fin de semana, con esas lágrimas más propias de un juvenil, de un infantil, en el podio, aunque perfectamente entendibles en un hombre que conseguía materializar su sueño en un maillot rojo y amarillo tras muchos años de búsqueda.
Y es que la categoría de veteranos -que algunos abogan desacertadamente por su desaparición en su faceta competitiva- se merece una profunda reflexión, e incluso potenciación. Como decía, hay que ver los medios económicos que conlleva –no sólo en material que usan, sino en gastos ‘colaterales’ como el desplazamiento propio o el de los familiares que les acompañan- para pensar en que esta categoría tiene mucho más futuro –desgraciadamente incluso- que las de base, donde se nota más la crisis de vocaciones. De ahí el éxito de competiciones como la Copa del Mundo de Saint Johann in Tirol o la Copa de Europa de Mallorca. Los Nacionales tampoco van mal cuando se citan medio millar de ‘veteranos’, aunque tanto esta competición como la Copa de España deberían empezar por una redefinición de los grupos de edad y en sus denominaciones.
En cuanto a los juveniles, el palmarés no corrobora la condición de trampolín de este evento, algo que no debe sorprender ya que el Nacional es una prueba de un día, en la que la tensión y el nerviosismo afloran por encima de las características de los corredores de la categoría. Obviamente quien gana no es un ‘cojo’, pero muchos grandes profesionales jamás brillaron en este Campeonato, empezando por el propio Alberto Contador o por el inigualable Miguel Indurain. Eso sí, en los últimos años encontramos algunos nombres como Santi Blanco, Eladio Jiménez, Xavier Florencio, Rubén Plaza, Koldo Fernández de Larrea o José Joaquín Rojas, en la prueba en línea o en la de crono, a los que se podrían unir algunos de los ciclistas que acaban de subir a la máxima categoría o lo harán en breve. Y es que no debemos olvidar que, en el fondo, estamos aún en una categoría de formación. Ya habrá tiempo para resultados.
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