Aunque muchas de las pruebas de los calendarios nacional e incluso internacional –hasta aficionados- ya lo habían experimentado, ayer se vivió en Melbourne y Geelong la primera competición profesional sin ‘pinganillo’ en muchísimo tiempo. Un Mundial que resultó muy extraño a algunos directores, que “sufrieron como cualquier ciudadano actual que se olvida un día el móvil en su casa y no sabe qué hacer sin consultar cada 20 segundos una pantallita”, como escribía Carlos Arribas en El País.
A pesar de la oposición de buena parte del pelotón, la suerte en este tema está echada y en un par de años las comunicaciones por radio entre director y corredor serán historia. Una vez más falta de diálogo e incapacidad de reacción de los afectados conllevarán esta medida cuyos detractores consideran que es un paso atrás –“somos el único deporte que va en contra del progreso”, me comentaba un corredor hace un par de días-, que va en contra de la seguridad en carrera y que convierte a los directores en meros chóferes. Por el contrario, los impulsores de esta medida afirman que el uso del pinganillo va en contra del espectáculo, argumentando que las órdenes de del equipo convierte a los ciclistas en autómatas y resta emoción.
Aunque comparto ambos puntos de vistas, cada vez me inclino más hacia la tesis de que prohibirlos es un paso atrás. Haciendo un símil, sería como un partido de fútbol sin entrenadores: aflorarían las genialidades –en algunos casos exageradas e individualistas tipo Cristiano Ronaldo-, pero a base de perder en lo colectivo y sobre todo en capacidad de reacción ante una situación inesperada.
Con todo y con ello, los ciclistas podrían asumir esta involución siempre que se compensara la información que recibían del director por la que les da directamente la organización. Un servicio de radio vuelta más ágil y un ‘pizarrero’ más frecuente era algo que ayer echaron en falta los ciclistas españoles en ese momento crítico del corte provocado por Italia. Aunque eso de cambiar la radio por la pizarra no me parece precisamente un avance, ni algo que favorezca en sí el espectáculo. Volviendo con el símil futbolero, que los futbolistas no supieran cuantos minutos de juego les quedan, por ejemplo.
Sea como fuere, lo cierto es que ayer ya se vivieron situaciones en las que la imaginación e incluso la picaresca suplieron a la tecnología. Y esto es algo que realmente no beneficia a nadie en este deporte al que se pone en la picota a las primeras de cambio.
Si un equipo de fútbol no se da cuenta de que el equipo contrario tiene el balón y le pueden chutar a puerta, lo más seguro es que o reciba un gol o tenga una oportunidad clara de ello, y eso es lo que le pasó el domingo al equipo español, que estaba despistada, y para eso no hace falta un pinganillo, con un par de ojos y una boquita para hablar entre ellos era suficiente.
ResponderEliminarEsto de quitar el auricular lo único que hace es que el ciclista, vamos, el capitán del equipo, que los equipos lo tienen, sea el que tome la decisión final en carrera, que tiene que estar en consonancia con lo que haya dicho el director del equipo en la charla pre-competición o lo que haya dicho durante la carrera (hay que recordar que el director va detrás de los corredores, no se queda en el hotel).
Por último, no entiendo lo de "la seguridad en carrera". A mí me parece más peligroso que el corredor vaya a 45-50 km/h encendido porque se va a mil, y que esté un tío gritando al oido... no sé, es opinión personal.
A mí lo del domingo me pareció una falta de concentración, de implicación y de fuerzas...
Saludos!