Cuando leí ayer el artículo ‘Erase una vez’ de Pascale Schyns en Biciciclismo no podía dar crédito a mis ojos. Por si tenemos pocos problemas y enfrentamientos en el mundo del ciclismo, uno nuevo ha saltado con ocasión del injustificable atropello de Juan Antonio Flecha y Johnny Hoogerland, protagonizado por el sindicato francés de corredores (UNCP) y la Asociación Internacional de Periodistas de Ciclismo (AIJC). Pero con los tintes del más absoluto sinsentido y unos preocupantes matices de oscuros intereses.
Durante todo el día intenté recabar más información sobre lo sucedido y ha sido esta mañana cuando he encontrado esta información en Gara que aclara bastante sobre este nuevo e innecesario conflicto.
Y es que es incomprensible que la UNCP pidiera que sólo los ex corredores pudieran conducir coches en la carrera, argumentando que “sólo los que han sido ciclistas acreditan la competencia necesaria para hacerlo”. Tan interesado como falso, aunque sí coincido con ellos que hoy por hoy hay chóferes poco capacitados en determinadas carreras y que no vendría mal exigir unos requisitos específicos en algunas pruebas y circunstancias: no es lo mismo ir en medio del pelotón que por delante .
Por otro lado, no hay que confundir las medidas de seguridad a la hora de conducir y realizar un adelantamiento de corredores –que dependen principalmente de la anchura de la carretera, y de la velocidad y tamaño del grupo a adelantar- con las circunstancias de carrera, como la distancia entre grupos: incrementar el famoso minuto que permite la presencia de coches intercalados, como ha sugerido el Tour, no es una cuestión de seguridad ciclista sino de desarrollo deportivo de la prueba.
En todo caso esta medida no viene a ser sino una forma de desviar el foco de atención, como muestra el hecho de que no se haya querido desvelar la identidad del causante del accidente, posiblemente porque sea un personaje bien conocido.
Y precisamente esta generalización –insisto, para no individualizar de forma peligrosa- es lo que ha molestado a la AIJC. “En materia de seguridad, los periodistas han demostrado, todo el año, un respeto absoluto por los ciclistas y jamás, al volante de sus vehículos, se han visto envueltos en un accidente de este tipo”. Por cierto, los tiempos en que los periodistas campaban a sus anchas por un pelotón se terminaron años atrás, al menos en las grandes carreras: muchos de mis colegas no pueden ver un ciclista en acción durante buena parte de los tresmil y pico kilómetros de una ‘grande’.
Hasta ahí todo correcto y perfectamente comprensible. Pero donde mis colegas han sacado los pies del tiesto, de una forma tan absurda como peligrosa es cuando terminan instando a los ciclistas “a recordar a sus patrones las reglas mínimas para garantizar su propia seguridad. No es necesario asumir riesgos increíbles para adelantar al pelotón, o batir récords de velocidad para entregar un bidón. Vuestra herramienta de trabajo (la bicicleta), de carbono, se revela cada vez más frágil, y puede haber debates mucho más interesantes, para vuestra seguridad, que el de los auriculares”.
En fin, bendito ciclismo y menos mal que hoy llegan los Pirineos.
Foto, tomada del blog mildolores.
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