Han terminado la primera parte del Mundial de Dinamarca, con las cronometradas de las cinco categorías y esa portentosa exhibición de Toni Martin, un corredor que técnicamente tiene muchas lagunas. ¿Y qué? Con semejante potencia exhibida hoy no necesita ser perfecto. Lo que me ha dado lástima ha sido ver a un impotente Cancellara, descomponiendo en la parte final de la carrera esa magnífica figura a la que nos tiene acostumbrados para intentar compensar con rabia lo que no podía hacer con su otrora potencia sin par.
Y me ha alegrado ver a un Castroviejo a un ‘pasito’ de ese top ten que hubiera sido el mejor de los remedios a los males de los últimos tiempos. Un contrarrelojista de futuro, aunque me gusta su sinceridad al admitir la superioridad increíble del vencedor, un ciclista al que no le tengo catalogado como pistero, aunque, como buen germano, seguro que se inició en los velódromos.
Y es que este recorrido ha vuelto a demostrar, como comentaba el ex seleccionador nacional Jaume Mas, que eso de que los corredores de pista solo valen para los velódromos. Una leyenda urbana que debemos comenzar a desmitificar, puesto que los rodadores que han triunfado en este recorrido han tenido que realizar unos entrenamientos muy similares a los de la pista en cuanto a cadencia, fuerza, ritmo, arrancadas… Luke Durbridge, Rasmus Christian Quaade y Michael Hepburn, podio completo de la prueba sub23, Bradley Wiggings y Jack Bobridge, segundo y quinto en la élite, o incluso Judith Arndt, en sus inicios, han salido de la pista y no lo acusan, ni mucho menos en la carretera.
¿Y España es diferente? Para nada. Basta recordar la etapa juvenil de ciclistas como Alejandro Valverde, Luis León Sánchez o Rubén Plaza o aquello de ‘a la vejez viruelas’ con las notables prestaciones de Mikel Astarloza en los últimos omniums disputados. Sin olvidarnos del sub23 balear Lluis Mas, el mejor de los nuestros en estos inicios.
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