Ya os comentaba que el jueves, el día en que no hay programadas competiciones en un Mundial, tiene de todo menos día de descanso. En primer lugar porque suele ser el día que llegan los pros, y eso supone un extra de trabajo, tanto en el tratamiento directo con los corredores, como con los periodistas que desean contactar –presencial o telefónicamente- con los que serán protagonistas el próximo domingo.
Pero, aparte de ello, es un día administrativamente complicado, un calco de la jornada del domingo. Hay que madrugar para ir a la reunión de directores, en la que por espacio de casi una hora te explican una serie de normas relativas a los eventos –el domingo lo hicieron con las cronos y hoy con las de línea- que ya conoces porque te han mandado todos los comunicados relativos por e-mail. Innecesario pero obligatorio, hoy por hoy.
Luego hay que salir corriendo –literal, os lo juro- para ponerse en una de las primeras posiciones de la cola que se forma ante la sala a la que hay que pasar, casi de uno en uno, para realizar todas las verificaciones de licencias y confirmación de participantes. Afortunadamente hoy hemos andado listos y nos hemos colocado en cuarto o quinta lugar, lo que aun así supone media hora de espera. Y también hay que estar agradecidos de poder confirmar las cinco categorías, cuando en la primera inscripción se subdividió incomprensiblemente entre domingo y lunes. De todas formas, lo que no entiendo es porque si las preinscripciones se realizan on-line, las inscripciones definitivas no se pueden hacer también por Internet.
Por si fuera poco, a las cuatro de la tarde hay que regresar para recoger dorsales, transponders, pegatinas, brazaletes y otras regalías varias. Y encima a dos lugares diferentes: los sub-23 al mismo lugar de esta mañana –en Rudersdal, a media hora larga del hotel-; los juniors, al hotel UCI en Copenhague, a la salida de la UCI Junior Conference.
Sin duda este evento ha sido lo mejor del día, aunque no haya podido acudir. Y bien que lo siento a posteriori. Interesantes charlas de personales como Pat McQuaid o Christian Preudhomme, y de ciclistas como Philippe Gilbert o Noemí Cantele para animar a los jóvenes han dado paso a un examen-concurso para los asistentes –todos los juveniles del Mundial, obligatoriamente- en el que los tres mejores han sido obsequiados con un viaje al Tour de Francia con pase VIP durante una jornada. Una interesante iniciativa, si señor.
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