Leo en estos últimos días muchas noticias –y desde lugares geográficos muy distantes- acerca de ruteros que han decidido acudir a los velódromos para afinar su puesta a punto de cara a la temporada de carretera 2012. Y me agrada, aunque desgraciadamente el ‘omniumazo’ haya cercenado, esperemos que de forma reversible, la compatibilidad entre las dos disciplinas en lo referido a la competición.
Por ejemplo, el ruso Alexei Markov reconocía hace unos días en Cyclingnews que la demostración de la selección británica en el Mundial de Copenhague ha contribuido a elevar el valor de los integrantes de una ‘cuarteta’ de persecución. “Las habilidades del esfuerzo de la persecución por equipo se traducen muy bien a la carretera y los equipos se están dando cuenta de ello”.
También leo en la misma web que Mark Renshaw, de cara a su transformación de lanzador a rematador en Rabobank, piensa que la pista es el lugar ideal para realizar el ajuste de las fibras musculares de la forma requerida en un sprint”. Dicho y hecho.
Pero más me ha alegrado otra noticia en similares términos, pero que proviene de España, de Navarra concretamente. Y es que tras haber sido segundo en la original Challenge Sprint Pro que se disputaba en septiembre en Canadá como antesala del Grand Prix de Québec, Enrique Sanz ha visto que eso de la pista le puede venir muy bien de cara a mejorar sus condiciones de sprinter que ya ha apuntado en esta temporada. Y el próximo fin de semana le veremos competir en Anoeta.
Menos importante pero más significativa es la presencia de Philippe Gilbert en una prueba de persecución en los Seis Días de Gante. “Hay grandes diferencias, pero la primera impresión es muy positiva”. Aunque no sea un rodador nato ni un sprinter, el indiscutible número uno del 2011 puede sacar bastantes enseñanzas también de los velódromos
¡Ójala hubiera muchos como ellos!
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