Ayer lunes, la UCI realizó un interesante anuncio, al comunicar que asumía la organización del Tour del Porvenir a partir de este mismo año “con el objetivo de que sea un soporte de formación de distintas tareas en ciclismo, para el aprendizaje o perfeccionamiento de diferentes funciones en carrera como comisarios, reguladores, operadores de radiovuelta, motos de información o conductores”.
En una primera lectura, cualquier iniciativa tendente a la formación y a la profesionalización de estas tareas ciclistas, cuya importancia a veces no está bien comprendida, debe considerarse como muy positiva, y más si ello supone una salida práctica para muchos ex ciclistas.
Pero “a capar se aprende capando”, y en este mundillo ciclista la experiencia es la madre de la ciencia, y ha sido el día a día en muchas situaciones de carrera –y empezando casi siempre desde abajo- lo que ha permitido adquirir un bagaje básico para desempeñar cualquier función en carrera.
Si a eso le unimos el intervencionismo del máximo organismo mundial a la hora de “regular” otras profesiones ciclistas –directores deportivos y agentes de corredores, por ahora-, que además han tenido que pasar por taquilla pagando un canon que de simbólico tiene poco, podemos pensar en que la medida –aparte de la formación, que me parece fenomenal- puede tener otros objetivos menos prosaicos. Ojalá me equivoque, pero tiempo al tiempo.
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