Los 17 segundos de ayer hubieran decantado demasiado la
balanza; una ventaja cercana al minuto habría sido un colchón bastante
interesante para el líder. Pero los 31 segundos que separan a ‘Purito’ Rodríguez
de Ryder Hesjedal garantizan la mayor de las emociones para la contrarreloj de
30,1 que pone el punto y final en Milán, aunque los pronósticos sean favorables
al canadiense, tanto por sus propias habilidades como por el ‘histórico’ de
malas actuaciones del español.
Los dos ‘tapponi’ alpinos no han servido para aclarar nada
de cara al triunfo final, ya que lo que se restó ayer se ha sumado hoy.
Solamente para confirmar la decepción que ha supuesto la actuación de los dos
grandes favoritos italianos, Ivan Basso y Michele Scarponi, y ver el magnífico
triunfo ‘al modo de antaño’ de un Thomas De Gendt soberbio y al que sinceramente
pensaba que sus excentricidades no tenían un alcance tan profundo como lo de
hoy, cuando ha flirteado con la ‘maglia rosa’. Aunque sea un gran
contrarrelojista, su desventaja de 2-18 respecto del liderato nos hace
descartarle de cara al triunfo final, aunque visto lo de hoy… Eso sí, Scarponi
puede ir despidiéndose de su plaza en el podio ya que el belga debe recortar
–si no acusa la paliza de hoy-los 27 segundos de diferencia.
¿Y de rosa? ‘Purito’ es sincero al declarar que necesita
un milagro, pero que no se va a dar por vencido. Y es que una contrarreloj, y
después de una semanita como la que llevan, puede ser una fosa si no se encuentra
la pedalada… Sea como fuere, ‘chapeau’ por el catalán, gane la ‘rosa’, la ‘rossa’,
ambas o ninguna, porque nos ha contagiado durante estas tres semanas su
entusiasmo y ha contribuido a que e ciclismo vuelva a ser protagonista en
muchos medios –telediarios de TVE aparte-. Por mucho que se defienda en las
montañas, ‘Purito’ no es un escalador nato, un corredor de rompe y rasga en las
cumbres, salvo en determinadas cimas muy explosivas. Por ello verle ‘reventar’
la carrera en esta semana era más una cuestión de fe que de razón. Y que llegar
como llega a Milán es digno de la mayor de las alabanzas.
Gracias por ese desenlace soñado, que quizá no sea el
mejor para el corredor y para el ciclismo español. A cualquier organizador le
gustaría que su carrera se decidiera como este Giro 2012, fiasco italiano
aparte, y a la espera del desenlace final. Y como aficionados, es para estar
agradecidos.
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