Aunque
la UCI siempre ha gestionado muy bien la inclusión de las distintas disciplinas
ciclistas que nacen fuera de su ámbito –el BTT y el BMX son dos excelentes
ejemplos, aunque al trial le queda todavía el ‘grano’ del biketrial-, hay al
menos dos modalidades bastante populares que aún no están integradas en el seno
del máximo organismo mundial.
Una de
ellas sorprende bastante ya que su origen es contemporáneo al ciclismo más
tradicional, en pista o carretera. Se trata del velo-polo, polo-velo,
cycle-polo, bike polo o polo en bicicleta, que no es sino una versión del aristocrático
polo en el que los caballos han dejado paso a las ‘burras’. Una modalidad que
nació en Irlanda, en 1881, creada por un antiguo ciclista de carretera, Richard
J. Mecredy, y que tuvo pronto muchos adeptos a ambos lados del Canal. De hecho,
en 1908 fue deporte de demostración en los Juegos Olímpicos de Londres.
También extraña su exclusión del ámbito federativo oficial –aunque la UCI la reconoce desde 2001, pero no la regula- en base a su difusión, ya que es un deporte presente, con mayor o menor entidad, en los cinco continentes, tanto en la vieja Europa (Alemania, Suiza, Polonia, junto a las ‘tradicionales’ Gran Bretaña, Irlanda y Francia), como fuera de ella, en países anglosajones (Estados Unidos, Australia, Sudáfrica, India, Pakistán…) y de otras culturas (Argentina, Colombia…). Es más, en Francia, por ejemplo, es otra modalidad más de la FFC y existe un campeonato nacional ¡desde 1932! Y a nivel internacional encontramos asociaciones como la American Bicycle Polo Association con una cierta solvencia, y competiciones. Por el contrario, en España la práctica es meramente testimonial, aunque con algunas interesantes iniciativas.
Quizás
la razón principal es que no existe una reglamentación homogénea. En el ámbito
anglosajón, encontramos equipos de cuatro jugadores, todos ellos de campo, con
dos reservas; en Francia, en cambio, se añade un portero, por lo que pasan a
ser de cinco. El tiempo de duración de los partidos también es variable según
las zonas.
El terreno de juego, en cambio, viene a ser similar: una superficie de césped de 150 x 100 metros, si bien en la práctica se utilizan campos de fútbol o rugby, con unas dimensiones algo menores. Una bicicleta tipo mountain bike –las hemos encontrado con cambios pero también de piñón fijo-, un ‘mazo’ de madera y una pelota tipo balonmano o fútbol sala, sin olvidarnos del casco, componen el equipamiento básico para comenzar a jugar.
Incluso
es una disciplina que ha sabido adaptarse a los tiempos, con una versión
reducida, hardcourt bike polo o urban bike polo, aprovechando otros recintos
deportivos de menores dimensiones en las ciudades como canchas de baloncesto, pistas de
tenis, e incluso aparcamientos. En este caso, las reglas son bastante variables
según las localizaciones, aunque también es frecuente que se sustituya la
pelota por una bola menor, como la de hockey. Esta disciplina está bastante
cercana al ciclobol, una de las modalidades integradas en el ciclismo en sala,
que sí está regulado por la UCI.
Si he despertado vuestro interés –o al menos curiosidad- sobre esta disciplina, en esta página, aunque desactualizada, tenéis bastantes enlaces sobre el tema.
¿Cuál es la otra modalidad a la que te refieres al principio?
ResponderEliminarFreestyile. Lo tengo pendiente desde hace años!!!
ResponderEliminarpuedes encontrar más información en wikipedia:
ResponderEliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Bikepolo
o en Enciclika.com:
http://www.enciclika.com/blog/?cat=8