Con la finalización del Tour de Pekín, se cerraba hoy el
UCI World Tour 2013 y de la mejor forma posible para el ciclismo español, con
el triplete que significaba la victoria individual de Joaquim ‘Purito’
Rodríguez –la tercera del ciclista catalán, la sexta de un corredor español en
la historia-, la de Movistar Team por equipos –segunda en su trayectoria- y la
lograda por naciones, que solamente se ha escapado en 2005 y 2011 ante Italia.
Y con Alejandro Valverde tercero, tras haber ganado esta clasificación en 2006
y 2008.
En el caso de la clasificación individual ya estaba
virtualmente conseguida por el líder de Katusha desde que se supo que sus dos
rivales matemáticos no iban a correr en China. Por ello, ‘Purito’ manifestaba hace
días que “me produce satisfacción y orgullo por el ciclismo español más que por
mí mismo. Tenemos una gran generación de corredores y merecemos estar arriba. Mi
número uno significa que el ciclismo español sigue vivo”.
Desgraciadamente, no podemos asegurar si lo estará por mucho
tiempo. La calidad sale de la cantidad. Y de la decena de equipos que tuvimos
en años anteriores –no muchos- nos encontramos con que en 2014 solo tendremos
una escuadra Pro Tour, por mucho que sea la mejor del mundo, matemáticamente
hablando, y otra profesional, en lo que es el verdadero reflejo de la crisis,
la destrucción de esa clase media, de ese segundo escalón.
Sin embargo, no voy a referirme a esa ‘crisis’ cierta sino
a la que se avecina a medio plazo a los dos protagonistas de esta clasificación
mundial que no es santo de mi devoción ni en fondo ni en forma, pero que sí es
un reflejo bastante fiel de lo que es la temporada ciclista. Y es que catalán y murciano han
sido más protagonistas por sus puestos de honor –por lo que no han ganado que
dirían algunos con más o menos mala leche- que por sus victorias. Y eso que
esta clasificación no refleja el Mundial.
Valverde cumplirá 34 ‘tacos’ a finales del próximo mes de
abril; ‘Purito’ un año más, apenas tres semanas más tarde. Eso quiere decir que
les pueden quedar dos o tres años al más alto nivel. Como mucho. Unas
temporadas en las que me gustaría que fueran más
selectivos a la hora de apuntar a sus objetivos, que les sirvieran para rematar
un excelente palmarés con alguna gran victoria… aunque fuera a costa de perder
regularidad ‘made in World Tour’.
En el caso del jefe de filas de Katusha, pocos reproches
se le pueden hacer, ya que su calendario en estas últimas temporadas ha sido
bastante acertado aunque haya tenido hormas en su zapato en forma de Hesjedal o
Contador que le hayan relegado a esas plazas dolorosamente secundarias. Creo
que el Giro de Italia y su soñada Lieja-Bastoña-Lieja están a su alcance, aunque
ello suponga renunciar al Tour de Francia y tomarse con reservas la Vuelta a
España, por lo menos hasta conocer participación y recorrido. En todo caso, lo
mejor que le puede pasar es que se siga desempeñando con el mismo tesón que lo
ha hecho hasta ahora.
Sobre el de Movistar, somos muchos los que pensamos que su
conversión a ‘vueltómano’ nos ha privado de lo mejor de su faceta ‘clasicómana’,
donde su palmarés podría haber sido exquisito. Con la jefatura de filas
telefónica para el Tour bien cubierta –por ahora, aunque no sé si por mucho
tiempo- en la persona de Nairo Quintana, y con un Beñat Intxausti que ‘progresa
adecuadamente’, no estaría mal ver confeccionado un nuevo calendario
alternativo para Valverde con las clásicas y quizá alguna grande menos
montañosa –también creo que algún Giro de años anteriores hubiera estado en sus
piernas si se hubiera apuntado-, al que también le pediría, si es posible, que se
mentalice para recuperar ese instinto ‘killer’ que tenía en sus primeros años y
que parece haber perdido en estas últimas campañas, aunque haya ganado en
serenidad.
Quizás esas victorias contribuirían más a la salud del
ciclismo español, y desde luego al palmarés de dos corredores irrepetibles –a
los que echaremos bastante en falta dentro de algunos años- que ese triplete
matemático hoy materializado.
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