Los eventos deportivos siempre tienen una cara B más o
menos desconocida. Historias que muchas veces no llegan al gran público, pero
que encierran un importante componente humano. Y deportivo, claro está. La
alegría del triunfo se torna en pena, en decepción, en rabia por no haber
llegado ese resultado que se esperaba, aunque no sea siempre la victoria.
En estos Campeonatos de España de ciclocross que estamos
viviendo en Segorbe, esa cara B tiene nombre y apellidos en la persona de la
junior valenciana Alba Teruel, una corredora que ya representó a España en el
pasado Mundial de Toscana, que será una de las referencias de la categoría en
la inminente campaña de carretera… y que quería ser protagonista en su tierra
en este Nacional. De hecho, era la favorita señalada en su categoría.
Alba se alineó en el relevo de ayer viernes, con la
valentía que supone ser la última en salir. La jugada salió bien hace dos años
en Gandía, cuando Elena Lloret materializó el triunfo valenciano. Pero esta vez
fue distinto y la junior tuvo que pasar por el amargo trago de ver como se
esfumaba la medalla. Naturalmente que no fue culpa suya –es una prueba de seis
corredores-, pero seguro que le quedó muy mal cuarto al vivir esa triste
situación.
Su día, sin embargo, era hoy, en el Campeonato junior
femenino. Lideraba la prueba cuando rompió, destrozó, el cambio. La bicicleta
de recambio le jugó dos malas pasadas en forma de caída y pinchazo. Y las
ilusiones se fueron con este cúmulo de desgracias.
Estoy seguro de que Alba sabe que todo esto forma parte
del juego, y que después de las derrotas, sobre todo si son injustas como
éstas, las victorias saben aún mucho mejor. De ahí mi reconocimiento a Alba,
con todo mi ánimo y a todos aquellos deportistas más o menos anónimos que han
sido, son o serán protagonistas de las desgraciadas historias, de esta cara B
del ciclismo.
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