Después
del protagonismo de las dos últimas ediciones, me duele ver al Sky pasando sin
pena ni gloria a lo largo del presente Tour de Francia. Es cierto que todo
debería haber sido distinto con Chris Froome en carrera. Pero también lo es que
el conjunto británico no haya podido presentar una alternativa, más que de
nombres, de actitud en carrera. Algo que ya se había vivido en la primera parte
de la temporada.
Sky
llegó al ciclismo en 2010 con el objetivo de cambiar los axiomas de nuestro deporte, con una manera muy distinta de hacer las cosas y con ese objetivo de
ganar el Tour con un británico en un plazo de cinco años. Lo que pareció un
acto de arrogancia acorde con el potencial económico del patrocinador se convirtió
en una realidad gracias a Bradley Wiggins en 2012… entre una pléyade de muchos
pequeños gestos que no gustaron en el mundillo ciclista.
Y
es que aunque el británico de Gante fue fichado a golpe de talonario, procedía
de los velódromos, lo mismo que Geraint Thomas, Ben Swift, Peter Kennaugh, Ian Standard
o Russell Downing, ya que en la mente del gurú Brailsford el eje del proyecto
radicaba en transformar a los pistards en ruteros, aunque para algunos el
destino fueran las clásicas. Junto a este ‘núcleo’, algún líder alternativo,
entre ellos un Boasson-Hagen que no ha terminado de explotar, y varios
corredores con oficio para consolidar el proyecto.
En
2012 la pisto-britanización del equipo se consolidó con la llegada del 'arco
iris' Marc Cavendish, pero al mismo tiempo ese año significó, aparte del triunfo
anunciado y adelantado en el Tour, la eclosión de Chris Froome, británico, sí,
pero con un origen y un perfil muy distinto al de ‘Wiggo’, ya que jamás había
corrido sobre la madera. Y una garantía más cierta para las pruebas por etapas,
lo que se confirmó en 2013.
Evidentemente
tener un líder como el keniano era algo que no se podía desaprovechar, y más
aún si tenía nacionalidad británica.
Pero la entronización de Froome supuso el adiós de ‘Cav’, la postergación de
Wiggins y la llegada de un nuevo perfil de corredores, de gregarios destinados
a consolidar el reinado de Froome en el Tour… alejándose del proyecto inicial.
Es algo perfectamente comprensible, por otro lado, que Sky apostara por esta
nueva fórmula y que incluso buscase en la figura de Jonathan Tiernan-Locke un
‘alter ego’ para Froome que resultaría ser un fiasco. Incluso Richie Porte, aun
siendo australiano, encajaba en este perfil del nuevo Sky, aunque también sus
gatillazos han sido más sonoros que sus éxitos.
Llegamos,
pues, a 2014 con un conjunto muy distinto al planeado en 2010 por Brailsford,
un equipo potente, con muchos recursos, pero cuyos elementos diferenciadores no
son ya tantos. Y cuyo comportamiento en carrera ha resultado a veces incluso
vulgar, sobre todo en el momento en que ha perdido a su líder, como es el caso
del presente Tour. Es cierto que cuentan con algunos jóvenes con mucho futuro,
como Joseph
Dombrowski y Ian Boswell, pero ya no son británicos sino norteamericanos. Y el
hecho de que los gemelos Yates –también pisteros, en especial Simon- hayan
preferido Orica a Sky siendo ingleses tiene mucha miga.
‘Sir’ Dave ha dejado ya su labor al frente de British
Cycling para centrarse en el proyecto del equipo ciclista. Y tiempo y esfuerzos
va a necesitar para definir cuál es el futuro del Sky: o una formación
distinta, innovadora, aunque renuncie a determinados objetivos, o un equipo que,
a base de talonario, sea una superformación… igual que otras muchas más.
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