Creo que una de las pocas críticas a la selección española
anunciada esta mañana por Javier Mínguez ha sido… el nuevo maillot. Y es que la
comparación con la equipación lituana ha estado en la mente, y en la boca, de
muchos. Claro que, entre 50 ó 60 naciones que compiten con cierta frecuencia en
competiciones internacionales de carretera, no es extraño que haya alguna
coincidencia.
Sin embargo, el rojigualdo que se estrenará en Ponferrada
cumple con los dos requisitos que se deben exigir a la vestimenta nacional. Por
un lado, visibilidad. Y es que recuerdo mis apuros en eventos como el Mundial
de Copenhague para intentar distinguir el anterior maillot en el masivo pelotón
a la hora de tomar fotos. Problema que también tenían los masajistas a la hora
de avituallar, por cierto. Y, por otro, identificación nacional. Durante unos
años, parecía que eso de ‘la roja’, de origen futbolero, se iba a extender a
todos los equipos nacionales. Incluso en 2009 nuestra selección adoptó ese
color de forma mayoritaria en el maillot… aunque todo se desvaneció y no ha
podido mantenerse el rojo como símbolo patrio, a semejanza del ‘azurro’
italiano o el ‘oranje’ neerlandes. Y dado que este primer identificativo no ha
cuajado, nada mejor que recurrir a los colores de la bandera, algo que no hace
mucho tiempo se hizo, en el maillot de Londres 2012, claro precursor del
neonato, y en cuyo diseño participé de una forma significativa, aunque creo que se podía haber mejorado aún más.
Y es que la historia del maillot nacional tiene bastante
que contar. En mi primer Mundial, el ya lejano San Sebastián 1997, España
todavía llevaba la uniformidad clásica que usaban muchos países: bandera
nacional en el pecho sobre un color plano de fondo, en este caso un gris perla
tirando a blanco. Pero un año más tarde, de la mano de Model Sports, se saltaba
a una combinación extrañísima que recordaba a la que usaban en aquellos tiempos
los germanos –maestros en cambiar de diseño de forma irracional, por otro
lado-. No duró mucho, ya que en 1999, con Mavi, se estrenaba un bonito uniforme
con el rojo, el amarillo y el blanco como colores básicos, y que se emplearía
hasta 2001.
2002 significa la entrada de Santini como proveedor de la
RFEC y el cambio de la equipación, aunque sin romper con la estética de años
anteriores, manteniendo y potenciando la identidad y la diferenciación visual,
con esos tonos como base del diseño.
Aprovechando el maillot olímpico de Atenas 2004, en 2005
se dio un cambio a la ropa de la selección, con una presencia mayoritaria del blanco y la franja de la bandera en los laterales. Personalmente, me gustaba
más el anterior, aunque también éste resultaba muy visible. Eso sí, mejoró en
2008, el último año de Santini, al añadir algo más de amarillo en las mangas,
con lo que se recuperaba esa imagen del periodo anterior.
Con una mayor presencia del rojo, combinado con el
amarillo y sin apenas presencia del blanco, Líder cambio radicalmente el diseño
en 2009, aunque la empresa del ex ciclista Pedro Muñoz solo estuvo un año como
proveedor de la RFEC. Inverse tomó el testigo un año más tarde y ‘enrojizó’ más
aún el maillot nacional, en un diseño bastante atractivo y único, aunque esa
interesante propuesta desaparecería bruscamente con el rojinegro que ha estado
presente desde 2011 hasta este final del año… y que da paso a una propuesta
más moderna y que ojalá veamos en el podio de Ponferrada 2014.
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