51,115. Un bonito número, que si fuera el de un décimo de
Lotería seguro que compraríamos. Pero sencillamente es el guarismo que
representa el esfuerzo de un héroe, de un CICLISTA que no ha tenido otra
ocurrencia que retirarse –y a los 43 años, en plena juventud- batiendo el
record de la hora. Y esos 51 kilómetros y 115 metros son los que ha recorrido
esta tarde Jens Voigt en el magnífico velódromo suizo de Grenchen.
Quien más, quien menos sabía que la oscura plusmarca de
Ondrej Sosenka caería desde el momento en que la UCI abrió las puertas a la
tecnología y a la lógica. Quien más, quien menos apuntaba los nombres clásicos
de Cancellara, Wiggins, Phinney o Martin. Pero ha sido alguien más inesperado
quien lo ha batido, con una locura, una bendita locura.
No ha sido una prestación galáctica –como podremos esperar
de algunos de los antes mencionados- pero si brillantísima, sacrificadísima,
curradísima. Y apreciadísima, dada la personalidad del alemán. Que incluso es
algo mucho mejor, más humano, más cercano. Thejentsie no ha pasado apuros, pero
ha tenido la famosa crisis de la media prueba que hacía temer que su record no
estuviera muy por encima de los 50,500, un registro válido pero en una cifra
más triste. Pero su último cuarto de hora ha sido espectacular –aunque esas
diez veces que se ha puesto de pie encima de la bicicleta buscando una mejor
postura me han puesto de los nervios- y poco a poco ha ido elevando el guarismo
-a base de parciales de 17 raspado o incluso por debajo-, el décimo de Lotería,
hasta ese 51,115 que entra en la tabla de récords por la puerta grande… aunque sinceramente
espero que no dure demasiado.
Y no lo digo por el bueno de Voigt, sino porque este
colofón a su carrera es al mismo tiempo la demostración de que el record de la
hora merece la pena… y sigue siendo asequible, por lo que espero que entremos en una nueva etapa de duelos. Seguro que Cancellara tomará buena nota de toda
la Trekxperiencia de hoy y se planteará el objetivo a corto o medio plazo. Pero
también espero, deseo, que el desorientado Wiggins pueda marcarse un objetivo
más en su regreso a los velódromos. Phinney, por el contrario, aún está en
pleno crecimiento profesional, pero no le vendría mal algo de ‘publicidad’ a
una carrera que no progresa tan adecuadamente como esperábamos. Y de Martin,
que decir: es el más fuerte y si lo canaliza en los velódromos también huele a
record. A súper record.
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