Posiblemente haya sido la persona que más apareció en las
pantallas de televisión, al menos en la primera fase del Mundial, las
contrarrelojes individuales. Y es que por sus manos pasaron casi trescientos
ciclistas: 49 feminas juniors y 63 sub23, el lunes; 70 chicos juniors y 49
féminas élites, el martes, y 64 hombres élites, el miércoles. Realmente fue uno
menos, ya que una de las chicas de Azerbaiyán salió tarde por una avería técnica,
con el crono ya en marcha y sin el requisito de la sujeción.
Me estoy refiriendo a José Eduardo López Lledó, uno de los
árbitros nombrados por la RFEC para completar el Colegio de Comisarios de
Ponferrada 2014 determinado por la UCI. No es habitual en España ver a un
arbitro ejercer esa función de sujetar a los corredores antes de su salida en
la contrarreloj, función que suele recaer en algún miembro de la organización.
Pero en una prueba de este nivel sí se le encomienda a un comisario, el mismo
durante los tres días, y preferiblemente a uno alto y fornido, como ha sido el
caso de este colegiado alicantino.
Total, que durante estos tres días, ‘chupó cámara’ en ese
minuto largo que va desde la colocación del corredor hasta que inicia su arrancada,
después de haber visto la cuenta atrás en los marcadores de Tissot, con los
correspondientes avisos sonoros en los momentos determinados y la mano de otro
colegiado marcando con sus dedos los cinco últimos segundos.
Tuve ocasión de tomarme un café con Eduardo y me comentó
la diferencia que había de sujetar a corredores nerviosos que se iban hacia
todos los lados a hacerlo con profesionales avezados como el propio Wiggins, al
que se podía controlar con un solo dedo. Y que curiosamente su envergadura le
daba más problemas con corredores de talla baja que con los altos.
También me dijo que llegó a recibir cuatrocientos ‘guasaps’
al verle en la tele. Espero, que con esta pequeña historia le llegue algún
mensaje más.
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