Después de leer ayer en Biciciclismo, la información sobre
el paso a profesionales de Jorge Arcas y Antonio Pedrero, como los últimos
‘granos de la factoria Galibier’, en esa incansable labor que ha llevado a más
de tres decenas de ciclistas a la máxima categoría desde 1993, no puedo sino
hacer un par de reflexiones sobre ambos… y sobre todo de otros militantes del
equipo navarro –por centrarme solamente en un equipo, aunque sea un ejemplo
extensible a casi todo el pelotón nacional- que desgraciadamente tendrán muy
complicado el acceso a la máxima categoría.
A pesar de que no tengo muchos admiradores precisamente
por aquellas tierras, me alegro profundamente del ‘salto’ del ciclista altoaragonés.
Por el padre, por esa gran labor que realiza al frente del C.C. Sabiñánigo, y
por el hijo, porque no es nada fácil estrenarse en la máxima categoría nada
menos que con el Movistar, con un World Tour. Es más, posiblemente sea el único
español en esta situación en 2016. Y sobre todo siendo ya élite, con lo que
franquea esa barrera de edad que muchos ya comienzan a ver peligrosa de cara a
la promoción, aún cuando en estas cuestiones de madurez cada corredor sea un
mundo.
Pero también me alegro porque, a pesar de ser el número
dos del ranking nacional –por detrás del ya promocionado ‘Chava’ Angulo-, Arcas
no parecía tener esa vitola de corredor predestinado al profesionalismo por sus
éxitos. Lo suyo ha sido cuestión de trabajo silencioso, muchas veces incluso
oscuro, de progresión sin prisa pero sin pausa, de aprender el oficio día a
día, año a año. Eso sí, su trayectoria en 2014 y 2015 le termina de avalar para
ese merecido puesto en la élite mundial. ¡Ojalá fuesen más!
Posiblemente su compañero Pedrero parecía tener más boletos
en esa lotería que es siempre el pase a profesionales, por su clase, lo que le
hizo ser un fijo con la selección, incluso por su espectacularidad, aunque su trayectoria
se cortó con varias lesiones el año pasado, que no le han impedido mostrarnos
momentos realmente espectaculares en la presente campaña, como esa exhibición
en la Clásica de Torredonjimeno, precisamente en compañía de Arcas.
El de Terrassa también ha logrado ese objetivo último, y
ya se ha estrenado en la máxima categoría con los colores del Inteja MMR
ganando una etapa en Guadalupe. Un equipo modesto, pero digno, aunque
desgraciadamente como sucede con casi todos los continentales, sin una
continuidad de calendario y sin la posibilidad de medirse ante los mejores. Su
carrera a partir de ahora será muy diferente a la del oscense y cada prueba
debe ser una reválida para intentar conseguir una plaza en el pelotón
profesional, de mantener ya una continuidad y, quien sabe si algún día poder
militar en el World Tour. Difícil, muy difícil, pero no imposible.
Pero en el Lizarte-y desde luego en todo el pelotón
nacional, insisto- hay otros ‘granos’, corredores que hace una década o dos,
habrían llegado a profesionales sin problemas. Posiblemente el caso más claro
sea el de Rafael Márquez –número tres del ranking nacional élite, ojo-,
ciclista que aúna veteranía, oficio… y capacidad de victoria, aunque también
tendríamos que señalar a ese ‘Curro Romero’ canario, Santi Ramírez, escalador a
la antigua usanza y que en otro tiempo habría sido una verdadera ‘perla’.
Hoy en cambio, no dejan de ser granos… que se pierden
entre los pedruscos del camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario