Uno de los momentos más emocionantes del reciente Campeonato del Mundo de pista Apeldoorn 2018 fue cuando la norteamericana Chloe Dygert batió el récord del mundo de los 3.000 metros, y por partida doble. Primero, por la mañana en la clasificatoria, cuando marcaba 3:20.072 y aventajaba en más de nueve segundos a la siguiente clasificada; posteriormente por la tarde cuando, como era de esperar doblaba a su rival y seguía para el récord, que superaba agónicamente y con bastante incertidumbre por apenas una centésima (3:20.060).
Fue el único récord del mundo que se batió en dicho evento, aunque no es extraño que las mejores marcas universales caigan en las grandes citas mundiales y olímpicas, sobre todo en pruebas de fondo. Distinto es el caso de las ‘cortas’ ya que François Pervis establecía en la altitud de Aguscalientes (México) en diciembre de 2013 dos registros que tardarán tiempo en ser batidas: 9.347 en los 200 metros y 56.303 en el kilómetro.
¿Y récords de España? Hay que remontarse a los Juegos Olímpicos de 2012 para encontrar la última plusmarca batida, concretamente por Sebastián Mora, David Muntaner, Eloy Teruel y Albert Torres en la persecución por equipos (3:59.520), con algunos registros en la tabla que tienen ¡más de veinte años!
Es cierto que hoy en día, visto el nivel de nuestros fondistas, es prácticamente imposible batir los récords tanto de la cuarteta como de Sergi Escobar en los 4.000 metros, una marca que ya tiene catorce años. Lo paradójico es que muchos de los tiempos del cuadro oficial han sido batidos en los últimos años, tanto de fondo como de velocidad, pero no homologados. ¿Por qué?
Para que una marca sea considerada como récord debe tener unos requisitos, como la certificación oficial de los resultados… y la obligatoriedad de haber pasado el control antidopaje. Y claro, cuando se bate un récord del mundo ganando un título, el control ‘corre a cargo’ de la UCI, pero si hablamos de una plusmarca nacional conseguida sin estar en esos puestos de honor… el coste del control corre a cargo del interesado, bien de la Federación bien del propio ciclista. Y estamos hablando de una prueba analítica que, según los países, cuesta entre 300 y 1.000 euros.
“La idea que teníamos era cambiar el reglamento de forma que no fuera obligatorio pasar dicho control en pruebas de Copa del Mundo o Mundiales, donde se supone que ya hay un mecanismo de control a los seleccionados”, nos dice Pablo Santos, responsable de la Comisión Técnica de la RFEC, pero de momento la norma sigue estableciendo esa obligatoriedad del control, que ha echado para atrás numerosas marcas. De hecho, en las tres pruebas ‘cortas’ masculinas y en todas las femeninas, las mejores marcas registradas son muy inferiores a los récords vigentes y en algunos casos, con amplísimas diferencias, como los cinco segundos que tiene Leire Olaberria en los 3.000 metros, el segundo de Tania Calvo en los 500 o el medio en los 200 de la alavesa.
En el caso de los hombres, más curioso es el caso de Juan Peralta, que al marcar un excelente 9.6 en los 200 en Aguscalientes quiso cumplir con el trámite. “Pase control y se envió toda la documentación, pero no sé que pasó”. De esta forma nos encontramos como récord con un tiempo absolutamente anticuado como los 10.008 de Moreno que se ha superado en bastantes ocasiones, lo mismo que el del kilómetro de Escuredo. Por no hablar de los de la velocidad por equipos masculina y femenina que ni siquiera existen oficialmente.
Récords y plusmarcas de la hora
Mención aparte merecen los récords y plusmarcas de la hora. En el caso de los hombres, los 53,040 de Indurain en Burdeos -hace ya casi catorce años- pasaron de ser récord de la hora, a mejor plusmarca, debido al cambio de reglamentos. Y aunque la RFEC no considera en su cuadro la marca de Roberto Palavecino, ¡en 1971, que se dice pronto!, de 43,864, la misma estuvo considerada como plusmarca nacional durante mucho tiempo. Un récord no sólo asequible, sino realmente barato, aunque nadie se plantee por ahora afrontarlo.
En féminas, otro tanto de lo mismo, con el registro de Dori Ruano, en una tabla en la que también se contemplan mejores marcas de la hora tras derny… que dudo sinceramente alguien haya afrontando. Tentativas que, por cierto, deben ser pagadas en su totalidad por el interesado: en este caso no es solo el control, sino también el equipo arbitral y el cronometraje, aparte, suponemos, de los gastos del velódromo, aunque este no sea un tema reglamentario.
Y terminamos este análisis con dos plusmarcas realmente curiosas. Por un lado, los 500 metros salida lanzada, que no tienen ningún sentido, al ser marcas ‘al paso’ y de distancias y pruebas no habituales, a los que ni siquiera hago mención.
Por otro, destacar que en la tabla oficial de récords de la RFEC figura aún el de 3.000 equipos femenino, cuando la persecución por equipos para mujeres se disputaba sobre esta distancia y con solo tres corredoras, algo que se dejó de hacer en 2014, al aumentar a 4.000 metros y con una ciclista más, exactamente igual que los hombres.
Publicado en Ciclo21
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