Parece mentira lo que puede cambiar un Campeonato del Mundo en una veintena escasa de kilómetros, los que separan Varese, en Italia, de Mendrisio, en Suiza. Las dos regiones son italófonas, aunque la frontera que separa los dos países, con su correspondiente aduana y el casi siempre inexcusable pago de la ‘vignette’ –esa pegatina que nos permite circular libremente por las carreteras suizas durante un año-, nos recuerdan que estamos en dos países completamente diferentes. No obstante, se ha hecho estos días una excepción y los vehículos relacionados con el Mundial están exentos del pago del peaje anual estos días. Algo está cambiando en Suiza.
En cuanto a las características técnicas del Mundial, los medios informativos ya han hecho bastante hincapié en las diferencias entre el recorrido ‘facilón’ de Varese el año pasado y el que les espera a los ‘pros’ el próximo domingo, con más de 4.600 metros de desnivel acumulado, una cifra que, para los entendidos, indica claramente la dureza. Y para los menos profanos, recurriremos a una comparación: más que la Lieja-Bastoña-Lieja.
La segunda diferencia entre ambos Mundiales es organizativa: de la improvisación latina a la disciplina centroeuropea. De la libertad de movimientos de Varese a la rigidez de los controles en Mendrisio. De la presencia de aficionados al ciclismo en tierras italianas ejerciendo labores de información y control de forma bastante lasa, ya que el objetivo último era ver la carrera, a la ubicación de voluntarios sexagenarios y de militares helvéticos exclusivamente preocupados de cumplir su misión, de dejar solamente pasar a quienes deben pasar. Un ciclismo, dos mundos.
En todo caso, y pese al interés y buena voluntad de los suizos, me temo que no va a ser un Mundial fácil para quienes no venimos a competir: ubicación bastante alejada del centro de la población, escasas y alejadas zonas de aparcamiento para las distintas delegaciones, instalación de la permanente y de la sala de prensa a más de un kilómetro de la llegada… La buena voluntad, no obstante, está fuera de toda duda: el ejército suizo nos presta a sus militares y a sus ‘jeeps’ para que ejerzan como ‘lanzaderas’ entre los distintos puntos neurálgicos de la carrera. En Italia...
En cuanto a las características técnicas del Mundial, los medios informativos ya han hecho bastante hincapié en las diferencias entre el recorrido ‘facilón’ de Varese el año pasado y el que les espera a los ‘pros’ el próximo domingo, con más de 4.600 metros de desnivel acumulado, una cifra que, para los entendidos, indica claramente la dureza. Y para los menos profanos, recurriremos a una comparación: más que la Lieja-Bastoña-Lieja.
La segunda diferencia entre ambos Mundiales es organizativa: de la improvisación latina a la disciplina centroeuropea. De la libertad de movimientos de Varese a la rigidez de los controles en Mendrisio. De la presencia de aficionados al ciclismo en tierras italianas ejerciendo labores de información y control de forma bastante lasa, ya que el objetivo último era ver la carrera, a la ubicación de voluntarios sexagenarios y de militares helvéticos exclusivamente preocupados de cumplir su misión, de dejar solamente pasar a quienes deben pasar. Un ciclismo, dos mundos.
En todo caso, y pese al interés y buena voluntad de los suizos, me temo que no va a ser un Mundial fácil para quienes no venimos a competir: ubicación bastante alejada del centro de la población, escasas y alejadas zonas de aparcamiento para las distintas delegaciones, instalación de la permanente y de la sala de prensa a más de un kilómetro de la llegada… La buena voluntad, no obstante, está fuera de toda duda: el ejército suizo nos presta a sus militares y a sus ‘jeeps’ para que ejerzan como ‘lanzaderas’ entre los distintos puntos neurálgicos de la carrera. En Italia...
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