No es el ciclismo un deporte muy proclive a las peleas. A pesar de la tensión que se acumula siempre que hay algo en juego, de las actuaciones más o menos irrespetuosas e incluso maleducadas que suceden en determinados momentos de carrera –sobre todo los sprints-; a pesar de que la convivencia durante muchos días es el mejor caldo de cultivo para que aflore lo que se puede aguantar en otras circunstancias más propicias, las peleas como la que tuvieron ayer Carlos Barredo y Rui Costa son muy infrecuentes en el mundo de la bicicleta. Y desde luego, batallas campales como las que vemos en el hockey sobre hielo, el baloncesto o incluso el fútbol, algo totalmente impensable en este deporte, aunque no tengo estadísticas ni he podido hacer una recopilación más o menos fiable de casos.
Pero como nos contaron en la Facultad, “perro muerde a hombre no es noticia” –salvo en el ciclismo con los casos de dopaje-, pero el “hombre muerde a perro” salta a todos los medios y más cuando existan imágenes “atractivas”, aunque éstas sean tan incompletas como las de los dos ciclistas implicados: no sabemos nada de las causas de la acción del portugués –un corredor al que apenas conozco, pero al que califican de imperturbable- que provocó la reacción de verdadero energúmeno del asturiano –al que sí conozco, y del que me cuesta creer esa respuesta- cuando entró a la meta.
He intentado buscar antecedentes de este tipo de situaciones y en general todas responden a un mismo esquema: una situación de tensión en carrera, una llamada de atención, una respuesta del tipo “déjame en paz” –a veces con la forma menos respetuosa de vete a tomar por..-, una exigencia de explicaciones… y dos tíos enzarzados.
La primera pelea de la que me acuerdo –no por haberla vivido, lógicamente- fue en el Tour de 1964, cuando el manchego Fernando Manzaneque y el italiano Vito Taccone se enzarzaron a golpes en plena carrera… sin que ninguno de los dos fuese expulsado. Eran dos ciclistas de muy fuerte carácter –quizás deberíamos decir algo más, vista la trayectoria vital de ambos- pero en otras ‘refriegas’ posteriores los protagonistas han tenido al menos un ciclista con un carácter más o menos apacible.
Por ejemplo, el archiconocido combate de boxeo entre Leonardo Sierra y Ramonchu González Arrieta en la Vuelta a España de 1995. No conozco al venezolano, pero con el vasco he convivido bastante en los últimos meses –y ya le conocía de antes- y la verdad es que jamás te lo imaginarías en ese fregado, por su carácter tranquilo y apacible. Y aunque el entonces corredor de Banesto se disculpó, de nada le sirvió, ya que la organización les puso a los dos fuera de carrera.
Otro incidente, aunque éste monodireccional, fue el protagonizado por Mario Cipollini en la ronda nacional del 2000. La discusión en carrera con Paco Cerezo –otra persona tranquila, con el que he pasado buenos momentos estos últimos años- se saldó… al día siguiente, cuando ambos se encontraron en el control de firmas: el italiano –de carácter fuerte, pero del que no se esperaba esta respuesta rencorosa- soltó un puñetazo en la ceja del manchego… y no hubo más porque se interpusieron sus compañeros en Vitalicio. El velocista italiano fue expulsado de carrera inmediatamente, argumentó la tensión que tenía por su madre enferma –algo que se pudo comprobar- y luego se disculpó con el propio Cerezo: ‘algo’ chulo si, pero ‘il bello Mario’ no tenía mal corazón.
Y sin ánimo de ser exhaustivos, recordar el rifi-rafe del pasado Giro entre Cadel Evans y Daniele Righi o incluso en este mismo Tour, con Robert Hunter y Jakob Fuglsang, golpeándose sobre la bicicleta. En el primer caso, una simple sanción económica de 2.000 euros; en el segundo, “ná de ná”.
Así pues, estas acciones –que no benefician a la imagen del ciclismo, ya bastante maltrecho- que otrora fueron sancionadas de la misma forma radical que en otros deportes, con la expulsión, han comenzado a ser tratadas de forma más benevolente. Pero en este caso pienso que el Tour ha acertado con una sanción económica –que podría haber sido más ‘dolorosa’ y ejemplarizante- y con la imagen de la reconciliación en el control de firmas… que ojalá tenga la misma difusión en los medios informativos, aunque me temo que no.
En cualquier caso, lo verdaderamente lamentable es que estas actuaciones sucedan en el deporte de base y no por menos conocida, esta grabación más o menos anónima es la que nos debe llevar a la toma de medidas drásticas en contra de la violencia.
Foto, tomada de http://www.as.com/.
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