A más de uno escuché decir, antes de las elecciones
de noviembre que “lo bueno si gana Rajoy es que, como le gusta el ciclismo, nos
echará una mano”. Es cierto que el hoy presidente del Gobierno es no sólo un
gran aficionado, sino un entendido –lo demostró en su aparición como
comentarista de la Vuelta a España-, pero en la situación actual lo más que
veremos serán ‘detalles’. Y ojalá me equivoque.
Y es que ningún político como tal ha dado apoyo al ciclismo, salvo esas buenas palabras a las que nos tienen cada vez más acostumbrados… y hartos. Como gobernantes es distinto ya que algunos por pura afición personal y otros por la realidad innegable que supone comprender las ventajas del patrocinio en este deporte han apoyado proyectos de distinta naturaleza, tanto en equipos como en competiciones.
Pero como formaciones políticas solo recuerdo un curioso caso sobre el que quiero escribir este post. Corría el año 1986, poco antes de unas elecciones generales ante las que el PSOE se presentaba como máximo favorito ante la ausencia de una oposición con garantías tanto en el centro –la UCD ya era historia y el CSD no cuajaba- como en la derecha, donde la entonces Coalición Popular aún tenía mucho que cambiar.
De ahí que Miquel Roca i Junyent, el histórico líder de CiU en Madrid, hubiera articulado un proyecto político ‘distinto’ que se presentaba como una coalición entre distintas formaciones nacionalistas asentadas en sus territorios, como era el caso de Convergencia en Cataluña o de Colaición Galega, junto con otros partidos que se integraron en lo que se llamó Partido Reformista Democrático, con Antonio Garrigues como presidente y cabeza de lista en Madrid, y un tal Florentino Pérez como secretario, aunque el candidato era el propio político catalán.
Más que como PRD, a esta iniciativa se la conoció como ‘Operación Roca’, pero fue un fracaso total ya que el 22 de junio cosecharon menos del 1% de los votos, aunque en Cataluña CiU creció considerablemente. Fue el final irremediable de esta opción política.
Pero entre los actos de su campaña electoral, nada más original que patrocinar una carrera ciclista para aficionados en un pueblo con enorme tradición ciclista como Galapagar, con una notable participación y victoria de un tal Bernardo Mazón, entonces en las filas del potente conjunto amateur CLAS y que poco después llegaría a profesional. Fue el inicio de una buena amistad que llega hasta hoy y a la que me referiré otro día.
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