Terminada la sesión de entrenamientos en el Campeonato de
España de Descenso en Panticosa y a punto de iniciarse la retransmisión del
Tour de Francia, me asaltó la duda de qué podían tener en común estas dos
disciplinas ciclistas aparentemente tan distintas entre sí; qué conexiones
podrían existir entre ellas, salvo que ambas se disputan sobre bicicleta
–aunque realmente sean tan diferentes que puedan llegar a ser incompatibles
entre si- y que están bajo el paraguas común de la UCI. Quizá en otro momento
podrían haber dado lugar incluso a dos deportes tan diferentes pero cercanos como
el baloncesto y el balonmano, con el balón y las manos como nexos insuficientes.
Por ello compartí mis cuitas con algunas de las personas
con las que conviví en este Nacional, comenzando por Rafa Coca, presidente del
Colegio de Comisarios, quien me comentaba que “la UCI incluso está tendiendo a
la separación, al menos en el apartado arbitral, ya que los colegiados
internacionales ahora tenemos que decidir por una disciplina, ya no podemos
seguir arbitrando en todas. Se busca una especialización, lo que conlleva un
mejor conocimiento”.
Hablando con él, le recuerdo lo que escribí hace unas fechas,
el contraste que supone el inmovilismo de la UCI en todo lo que se refiere a la
carretera –incluso con un claro involucionismo en algunos aspectos técnicos y
mecánicos-, con la permisividad, incluso fomento, de todas las iniciativas en
el mountain bike. “Es cierto, además el ciclismo de carretera se comienza a ver
de una forma más distante, el BTT se ve mucho más cercano”.
Filosofías
diferentes
Juan Luis Irigoyen contesta que “los piñones y poco más. Para
la gente de la calle, posiblemente ésta sea el ciclismo menos ciclista de todos
los ciclismos, aunque ello no debe entenderse como una minusvaloración”. Para
el presidente de la Comisión de BTT de la RFEC, “la mayor diferencia está en la
filosofía. Salvo un puñado de corredores, la mayor parte de los participantes
en esta disciplina lo hacen por placer, como hobby, por diversión. Aquí la
gente está mucho más relajada comparada con la filosofía monacal del ciclismo
en carretera, aunque los que se dedican a esto de una manera profesional tienen
que entrenar y mucho”. Igualmente apunta que “el ciclismo, a pesar de su
especialización, cada vez es más total y todos los ciclistas tienen que hacer,
o deberían hacerlo, de todo. Pero el DH es más específico y salvo con el BMX
tiene pocas conexiones”. La estética de un ‘descender’ y de un rutero es
absolutamente antagónica, como muestro en las imágenes.
Cuando le traslado la misma cuestión a Luis Oulego,
manager del equipo Massi, sonríe y nos dice: “Dar pedales y lo más deprisa
posible, pero poco más”, aunque luego añade que “quizá en el nivel de
concentración y preparación sea como una contrarreloj”. No obstante, considera
que “hay poca conexión incluso como espectáculo. No es que a la gente del
descenso le fastidie el ciclismo de carretera, pero posiblemente estén más
cercanos de otras disciplinas como las motos”. De hecho, en Panticosa apenas vi
a aficionados a la carretera, salvo algún loco multifacético como yo.
En parecidos términos se expresa su hijo Iván, tricampeón
de España, que incide en esa condición de deportistas como nexo. “Es un
esfuerzo físico muy distinto, pero es ciclismo. Yo soy de los que hago muchos
kilómetros como entrenamiento, aunque el descenso me permite participar en
duatlones, por ejemplo, algo imposible para uno de carretera que no puede
correr pie. Pero tenemos que entrenar mucho, aunque no demos esa imagen. Es
parecido a los velocistas de atletismo, que hacen menos fondo, pero si muchas
series”.
Sagan, el mejor
ejemplo
El seleccionador nacional, Cristóbal Sánchez, también nos dice que “sinceramente encuentro pocas similitudes, salvo ese punto que nunca se debe olvidar de que son deportistas”, aunque nos señala un importante matiz: “Ir en mountain bike te permite obtener una técnica sobre la bicicleta que no la tienes con una de carretera. Lo hemos visto estos días con Sagan que ha evitado un par de caídas por esa habilidad que adquirió en sus tiempos de biker, por no hablar de sus gestos”.
En esta opinión incide Josechu Garay, organizador, ‘biker’
y padre de ‘descender’. “Los ciclistas de carretera deberían coger otras
bicicletas de vez en cuando. Por un lado como relax, porque hacen muchas veces
demasiadas horas en sus bicicletas y con esto tendrían una mayor variedad, unos
entrenamientos más amenos, rompiendo la monotonía de su preparación”. Sin
embargo, lo más interesante de sus palabras es su segunda justificación: “Los
‘descenders’ tienen mucha más sangre fría, analizan mejor los recorridos,
incluso memorizándolos completamente. Y esa capacidad les podría venir bien en
momentos complicados en carretera”
Y no podía terminar este post sin hablar con el único
ciclista español que compatibiliza las dos disciplinas, y con bastante éxito,
como es José Antonio Díaz Arriola, que no pudo participar en este Nacional por
un problema de traslados. El cántabro, tras sacar nuevamente a colación la
habilidad de Sagan, nos incide en estos mismos aspectos: “Hay ciclistas de
carretera que no saben ni subir un bordillo. El mountain bike te da muchísima
habilidad y esto se nota sobre todo a la hora de evitar una caída o incluso a
saber caer sin hacerte daño. Igualmente improvisas mucho mejor en una situación
complicada o incluso en un descenso. Hay mucha gente que me deja subiendo un
puerto, pero en la bajada suelo recuperarlo”.
El corredor, cuyo polifacetismo merecería un artículo,
añade que “todo chaval que haya hecho BMX o mountain bike tiene posibilidades
de ser un profesional mucho más completo”, aunque reconoce, como Garay, que “el
descenso quizá pueda ser peligroso para ellos, pero no deberían centrarse sólo
en la carretera”.
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