Acabo
de terminar el primero de los cuatro libros que la editorial Cultura Ciclista
ha traducido y ha publicado en castellano, como anticipo de lo que esperamos
sea una fecunda labor en los próximos años que cubra esa importante laguna de
publicaciones relacionadas con el ciclismo, tan habituales en países como
Francia, Bélgica, Italia o Gran Bretaña, y que tanto echamos en falta en
nuestro país.
‘Inventando el ciclismo. Charles Terront y la primera París-Brest-París’ es un libro escrito hace ya más de un siglo, poco después de que el corredor francés, uno de los primeros grandes campeones de la historia, ganara la París-Brest-París de 1891, el antecedente más directo de lo que es el Tour de Francia. Un relato sin pretensiones, sencillo, pero que engancha a los aficionados y nos permite descubrir aquella prehistoria del ciclismo, en los momentos en que se pasó del velocípedo a lo que se denominaría el biciclo seguro, la auténtica bicicleta.
Aparte
de algunas anécdotas curiosas –por ejemplo, por qué las pruebas de Seis Días se
quedaron en esa duración-, y de otros hechos que hoy nos sorprenderían, pero
que tienen toda su lógica –y que no comentó para no fastidiar a los futuros
lectores-, nos permite descubrir que el ciclismo fue el primer deporte de
masas, con un seguimiento en Francia, Gran Bretaña o incluso Estados Unidos
inimaginable en aquellos últimos años del siglo XIX.
Y
es que, en muchas ocasiones, nada mejor que conocer el pasado para adivinar el
futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario