De la emocionante semana vivida en el Velodrome pasamos a
las no menos espectaculares jornadas que nos esperan justo la lado de este
recinto, en la pista exterior especialmente construida para este evento –y que se
desmontará tras los Juegos- que acogerá durante tres días la competición de
BMX. Y de la disciplina olímpica más clásica nos movemos a la más novedosa, a
la que se estrenó en Pekín 2008 y que aún está en proceso de consolidación.
El bicicross –surgido como en BTT en la Costa Oeste
norteamericana, como imitación del motocross- se integró tras una ardua
negociación en la UCI en la década de los noventa, después de unos años de
independencia que algunos todavía añoran. Por presión de países como Estados Unidos,
se incluyó en el programa olímpico en esos penúltimos Juegos haciéndose un
hueco, curiosamente, a costa de la pista, que tuvo que renunciar al kilómetro,
y a su versión reducida femenina, para dar cabida a esta nueva disciplina por
aquello de las cuotas por deporte, pero cediendo en sus habituales dimensiones:
de hecho sólo 32 hombres y 16 mujeres tomarán parte en esta disciplina, cuando
lo normal es que haya más de un centenar de participantes de los que se
determinan los 64 mejores en el ‘seeding run’.
Y aunque sea una disciplina aún bastante poco extendida en España, a pesar de haber tenido en Madrid varias mangas de la Copa del Mundo de Supercross, la UCI reconocía recientemente tener más seguidores en sus redes sociales gracias al BMX que al BTT. Y es que en nuestro país, para mucha gente ciclismo suele ser sinónimo de ciclismo de carretera: aceptan la pista como ‘añadido’ de la ruta, por proximidad, y empiezan a tolerar algunas disciplinas del mountain bike, como el cross country. Pero eso del BMX les suena a chino... aunque fuese en esta disciplina donde se iniciaran reputados ciclistas como Sven Niis, Zdenek Stybar… o un tal Chris Hoy.
Hay una sola cosa que no me convence y es que las
competiciones aglutinan demasiadas categorías. El BMX tiene un componente
familiar –es fácil ver competir juntos, pero no revueltos a padres e hijos- y
ello se traslada a pruebas de cualquier nivel, incluido el propio Mundial,
donde llega a surgir la confusión entre las categorías oficiales –élites y
juveniles, solamente-, las oficiosas, las de promoción… y las cruisier, en una
bicicleta más grande. Pero este es otro debate. Tan sólo la Copa del Mundo
Supercross se limita a los mejores –esas dos categorías antes citadas, pero en
un solo grupo-, aparte de esta competición olímpica que también se
‘desnaturaliza’ al prorrogarse en tres días lo que se podía hacer en una sola
jornada. O dos, una por sexo, a imitación del BTT.
Sin representación española, será difícil ver las imágenes –desde la clasificatoria de hoy por la tarde hasta las finales, el próximo viernes- por televisión. Pero gracias a webs y a apps no será complicado seguir esta interesante competición, en la que la versión masculina tendrá tres favoritos muy distintos -el vigente campeón olímpico, Maris Stromberg, el actual arco iris, Sam Willoughby, y el dominador de la Copa del Mundo, Connor Fields-, presentándose mucho más abierta la femenina. Aunque en esta disciplina se puede aplicar el dicho de José Antonio Escuredo respecto al keirin: “Puede no ganar el más fuerte, pero para ganar hay que estarlo”.
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